Violencia política y política democrática, un debate interminable

OMAR ACHA

Entredichos. Osvaldo Bayer: 30 años de polémicas

Ochava Ediciones

Lugar: Buenos Aires; Año: 2008; p. 251 - 259

<!-- /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} --> El debate político sobre la violencia constituye una dificultad crónica de las izquierdas. El hecho no es sorprendente. Después de la dura historia del siglo XX, es claro que nos hallamos ante un tema que atraviesa todo el campo teórico y práctico de la militancia transformadora. Pensar y actuar desde una perspectiva de izquierda sin reflexionar sobre las implicancias de la violencia política revela una actitud irresponsable y, lo que es grave, puede contribuir a la repetición de errores mayúsculos cometidos en el pasado. Sin embargo, es preciso evitar simplificar el asunto tratándolo como un extravío, demonizándolo como La Violencia, porque de ese modo se elude el drama de cómo situar la práctica política radical respecto de las normas democráticas de una sociedad capitalista. Es vano pretender neutralizar la cuestión de la violencia a través del cómodo expediente de apartarla de la reflexión o excluirla de una sociabilidad política ideal. La obra de Osvaldo Bayer es una ocasión inmejorable para analizar la cuestión de la violencia política. Historiador comprometido, sus estudios sobre los anarquistas individualistas y expropiadores exceden el partidismo historiográfico. Nadie ha podido reprocharle a sus escritos históricos ese fracaso de la inteligencia que es la imparcialidad. Bayer sabe que no es metafísicamente objetivo. Manifiesta sus simpatías y sus pasiones. Pero de allí a leer mal los documentos del pasado u ocultar información contraria a las preferencias políticas propias hay una gran distancia, que por fortuna nunca estuvo dispuesto a eliminar. Es justamente por esa razón que varios polemistas de Bayer aprovecharon los textos del historiador para debatir con él. Saben que en sus libros y artículos hay datos suficientemente fidedignos e interpretaciones complejas para tomar fragmentos y utilizarlos en su contra. Es imposible hallar mejor prueba de honestidad intelectual.