INVESTIGADORES
BINETTI Maria Jose
congresos y reuniones científicas
Título:
Anámnesis de la vieja Europa matricial y natalicia. Ese origen sepultado de la cultura patriarcal
Autor/es:
MARÍA JOSÉ BINETTI
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Mesa redonda; Las mujeres en la antigüedad clásica. Partos, maternidades y nacimientos; 2019
Institución organizadora:
Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales
Resumen:
La categoría del nacimiento, sus implicancias y derivas ontológicas, culturales y políticas, constituye un elemento central del pensamiento feminista, tenido por muchas autoras como una de las mayores fuerzas disruptivas del orden patriarcal hegemónico y la condición de posibilidad de una nueva cultura de la vida. En efecto, el nacimiento constituye el no-lugar del pensamiento falogocéntrico, caracterizado por la apoteosis de la muerte como valor supremo del hombre ?varón? y paradigma cultural por antonomasia. Célebre es al respecto la sentencia de Simone de Beauvoir: ?el hombre se eleva sobre el animal al arriesgar la vida, no al darla: por eso la humanidad acuerda superioridad al sexo que mata y no al que engendra?. En tales términos, el pensamiento patriarcal se ha esforzado en demostrar que la guerra es la madre de todas las cosas, que la lucha a muerte es germen de subjetividad y civilización humanas, y que el interés superior del espíritu puro consiste en pensar la muerte y su más allá inmortal. En síntesis, los varones han creado una cultura fundada en la guerra, el poder del más fuerte, el valor del asesinato y la muerte, respecto de la cual el poder femenino de dar, alimentar y contener una vida dependiente y desposeída se presenta como una concesión al estado de degeneración y degradación original. La hegemonía falogocéntrica de la muerte es subsidiaria de una ingente operatoria histórico-ideológica por la cual patriarcado se apropió de la capacidad reproductora de las mujeres, degradó de la materialidad del cuerpo gestante e interpretó el nacimiento como caída, pecado, exilio, degeneración. Una vez degradado el nacimiento al lugar de la caída original, el patriarcado desplazó el origen al meta-lugar del Falo-Logos perfecto y trascedente, verdadera causa luminosa, espiritual e íntegra de la existencia, que poco tiene que ver con el estado de corrupción en la cual nace la carne mortal. La función del Logos trascendente y perfecto será entonces redimirnos de la condición naciente devolviéndonos al meta-lugar del cual hemos caído. La propuesta feminista de restituir el nacimiento al lugar del origen auténtico de la existencia tiene entonces por delante una enorme tarea de deconstrucción y reconstrucción respecto de esa operatoria ideológica que sostiene la apropiación y degradación falogocéntrica del origen. Asombrosamente, aunque no por casualidad, esa tarea descubre en su camino la existencia de una historia pre-patriarcal dominada por la economía simbólica del nacimiento en tanto que organizador cosmogónico y núcleo político-religioso. La empresa de revisar esa otra historia pre-patriarcal ?abusivamente calificada de pre-historia ? evidencia las marcas y desmarcas de una conciencia matricial y natalicia que propició el comienzo de la civilización humana. Esos sustratos primigenios fueron arrasados y sepultados por la avanzada de los diferentes regímenes patriarcales a lo largo de todo el mundo. En el caso concreto de la vieja Europa autóctona, su cultura matricial, agrícola, igualitaria y pacífica fue destruida por la progresiva conquista de los pueblos indoeuropeos o kurganes, como los denomina Marija Gimbutas. Sin embargo, siguiendo también a Gimbutas, esos sustratos sepultados seguirán alimentando en silencio el desarrollo cultural posterior. De ese enorme caudal civilizatorio que sedimenta nuestra cultura y cuyas marcas, aun tapadas o distorsionadas, persisten hasta hoy, quisiera detenerme en estas páginas en dos de los últimos bastiones culturales de la vieja Europa, a saber: la civilización cretense y, derivados de ella, los misterios de iniciación a Deméter celebrados en Eleusis. En ambos casos, el nacimiento se ofrece como el motivo cultural por antonomasia: arquetipo del ser universal, paradigma mítico-religioso y medida de la acción ética.