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En las redes sociales, una arena donde las voces reconocidas por el público no son muchas ni diversas, las batallas culturales no las gana el mejor argumento sino la mayor difusión. Esta difusión está, en gran medida, motorizada por el origen político de los actores y por su adscripción a una red estable de relaciones sociales: los dirigentes y funcionarios públicos, las agencias de gobierno, las celebrities mediáticas y los medios tradicionales son propagadores de información por el factor de autoridad que detentan más que por el contenido de sus mensajes. A las asimetrías entre usuarios ?evidenciadas particularmente en Twitter? se suma una lógica algorítmica de procesamiento y reparto selectivo de mensajes, que termina condicionando el tipo de interacción que se establece con el contenido. En este artículo, nos proponemos reflexionar acerca de las relaciones políticas y sociales que quedan plasmadas en la red Twitter, donde la conversación virtual promueve la polarización política, consolida las jerarquías mediáticas, establece un diálogo singular entre las agendas política, mediática y pública, y robustece la concentración de contenidos generados por usuarios de alto rango, cuyo prestigio político, social, económico y cultural no se altera con su ingreso en las redes.

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