INVESTIGADORES
TATIAN Diego
congresos y reuniones científicas
Título:
Espectros y fraternidad
Autor/es:
DIEGO TATIÁN
Lugar:
Córdoba
Reunión:
Jornada; III Jornadas de Filosofía Política; 2004
Institución organizadora:
Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba
Resumen:
En su imaginación de un Estado ideal, Platón propone la destrucción de la familia -más precisamente: que los niños sean criados por la comunidad y no por sus padres. De ese modo procura resolver el que tal vez sea el conflicto mayor por el que se ve sacudida una comunidad: el conflicto entre la cultura y la naturaleza, entre lo escrito y lo no escrito, entre lo público y lo privado, o también, si se quiere, entre la razón y el amor. La expropiación de los niños por el Estado, así, resolvería la cuestión de la doble lealtad que la pertenencia a la familia instituye necesariamente: en la comunidad perfecta de Platón, la lealtad filial desaparece en favor de la lealtad ciudadana, liberada de todo afecto no político. De otro modo, este conflicto de lealtades daría origen a un sin fin de calamidades que harían presa de las ciudades y las vidas hasta producir su ruina –motivo que es el corazón de Antígona, y la tragedia humana más elemental que la filosofía antitrágica de Platón busca conjurar. También en la edad moderna, aunque en otro sentido y con otras consecuencias, la política en cuanto reino de la libertad se concibe como liberación de la ley de la sangre y suspención de las relaciones elementales del parentesco. En primer lugar, como destitución del padre por los hijos, como desplazamiento de la paternidad por la fraternidad. Se conoce bien la escena descripta por Freud: la conjura de los hijos en la horda primitiva prehistórica, el asesinato y la ingesta del padre, la culpa consiguiente, la fragmentación del poder que establece la igualdad, y por tanto la política, etc. Así, ser ciudadano significa (tal vez como también ser cristiano, en sentido radical) ser un hijo sin padre. Es decir un imposible. Por lo que la condición civil no admite ni siquiera hijos, sino sólo hermanos. Pero acaso ninguna otra filosofía como la de John Locke ha llevado tan lejos esta idea de la política como reivindicación de los vástagos, que constituyen así una fraternidad voluntaria, nacida del espíritu o la voluntad, no de la carne, sin padre y sin monarca -fraternidad que es la condición de la libertad y de la igualdad. En efecto, la fraternidad política es totémica; como el clan totémico, se define por relación a un animal, una planta o un objeto. Si quisiéramos dar un paso más, diríamos que la abolición del padre es a su vez la cancelación del patrimonio, la propiedad y la herencia. La forma pura de la fraternidad es el comunismo, cuya arqueología puede ser hecha siguiendo la fortuna de una antigua frase que en griego dice: koinà tà tôn phílon, es decir, "los amigos tienen todo en común"; adjudicada a la más arcaica tradición pitagórica, es repetida por Aristóteles en la Etica Eudemia y retomada en el mundo latino, con pequeñas variaciones, por Terencio, Menandro, Cicerón y Séneca, en tanto que el Nuevo Testamento describe con ella la vida de los primeros cristianos: "Todos los que habían creído estaban juntos y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y los repartían a todos según la necesidad de cada uno". Podríamos así imaginar una circunstancia en la que los seres vivos que comparten un tiempo abjuran de lo que los precede, sea por la sangre o por la historia, inventan una forma de vivir en común que no se halla obligada por ningún antecedente, y llamamos a eso política. En este marco, ste trabajo explora el concepto de fraternidad en algunos pensadores de la filosofía política.