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Desde hace tiempo ya, se considera a María Rosa Lojo una de las escritoras más sólidas del panorama literario argentino actual, con una obra coherente, atractiva y original y una trayectoria de las más éticas de nuestras letras. Su producción ficcional es extensa y diversa, con textos poéticos y narrativos tales como: Visiones (1984), Marginales (1986), Canción perdida en Buenos Aires al Oeste (1987), Forma oculta del mundo (1991), La pasión de los nómades (1994), La princesa federal (1998), Esperan la mañana verde (1998), Una mujer de fin de siglo (1999), Historias ocultas en la Recoleta (2000), Amores insólitos de nuestra historia (2001), Las libres del Sur (2004), Finisterre (2005), Cuerpos resplandecientes. Santos populares argentinos (2007), Árbol de familia (2010), Bosque de ojos (2011), El libro de las Siniguales y del único Sinigual (2016) , Todos éramos hijos (2014), Solo queda saltar (2018) y, de reciente aparición, Así los trata la muerte (2021) y Los brotes de esta tierra (2022). Varias de estas obras han sido traducidas a varios idiomas y premiadas dentro y fuera de la Argentina.Pero su actividad no se restringe solo a la creación. Doctora en Letras, investigadora principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina (ya retirada) y docente de literatura argentina en la Universidad del Salvador, así como directora del Centro de Estudios Críticos de Literatura Argentina en esta última institución, publicó un sinfín de artículos, dictó numerosas conferencias y llevó a cabo otras tantas actividades académicas. Asimismo, publicó los ensayos: La barbarie en la narrativa argentina (siglo XIX), Sábato: en busca del original perdido (1997), El símbolo: poéticas, teorías, metatextos (1997), Cuentistas argentinos de fin de siglo (1997) y los trabajos en colaboración, como editora y coautora: Los gallegos en el imaginario argentino. Literatura, sainete, prensa (2008), Identidad y narración en carne viva (2010) y Leopoldo Marechal y el canon del siglo XXI (2017). Además, dirigió tres ediciones críticas: Lucía Miranda (1860), de Eduarda Mansilla (2007); Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato (Colección Archivos, 2008), y Diario de viaje a Oriente (185051), de Lucio V. Mansilla (2012). Por su trayectoria, tanto la ficcional como la académica, ha recibido múltiples reconocimientos. Solo en los últimos años: la Medalla de la Hispanidad (2009), la Medalla del Bicentenario de la Ciudad de Buenos Aires (2010), el Premio a la Trayectoria en Literatura de Artistas Premiados Argentinos (2014), el Premio Internacional Antonio Viccaro de Canadá (2017), el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores (2018), la Medalla Europea de Poesía y Arte Homero (2021), entre otros. Y este año ha sido nombrada miembro de honor de la Real Academia Gallega. Asimismo, es Miembro Correspondiente de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (desde 2015) y Miembro del Consejo de Administración de la Fundación Sur (desde 2017), instituida por Victoria Ocampo.Esta condición de escritora e investigadora la ubicó en un espacio fronterizo, por momentos incómodo para sus estudiosos, debido a la dificultad de clasificación que supone para su obra, pero también fecundo, en el que no solo se entrelazan los géneros y los discursos, sino las identidades, las patrias, los imaginarios. Este lugar de encuentros entre estéticas, géneros y subjetividades diversas le ha permitido a la autora adoptar una perspectiva peculiar, desde la que ha podido discutir las totalizaciones de sentido y los discursos dogmáticos intolerantes, así como problematizar las narrativas excluyentes.Luego de mucho tiempo de leer y estudiar la obra de Lojo, sus textos me siguen convocando, despertando en mí reflexiones y también, por qué no decirlo, un inmenso placer. Esta entrevista recoge, entonces, un capítulo más de esta estimulante mucho más para mí, desde luego- conversación que ya lleva teniendo lugar desde hace casi veinte años.

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