INVESTIGADORES
CHERESKY Isidoro
libros
Título:
El voto liberado. Elecciones 2003: Perspectiva histórica y estudio de casos
Autor/es:
CHERESKY, ISIDORO Y POUSADELA, INÉS (EDS.)
Editorial:
Homo Sapiens
Referencias:
Lugar: Rosario; Año: 2004 p. 318
ISSN:
950-786-450-4
Resumen:
Incluso aceptando la tesis de Lefort acerca de este carácter paradojal del proceso electoral en un régimen democrático, es innegable que el sufragio constituye parte esencial del mismo. Y aunque, a medida que transcurre el tiempo, la repetición de tal mecanismo de representación se manifieste, a los ojos de gran parte de la ciudadanía, como la monótona  reproducción de un sistema, lo cierto es que, durante décadas, generaciones de hombres y mujeres han luchado para que estos mecanismos sean establecidos, garantizados y respetados por la dirigencia política, las corporaciones y el grueso de la población. Por otra parte, la regularidad de las elecciones no resulta en una continuidad imperturbable de la totalidad de los aspectos del régimen sino que, nuevamente coincidiendo con Lefort, los procesos electorales son precisamente la institucionalización del conflicto, la manifestación de la imposibilidad de la encarnación del poder por parte de cualquier individuo, partido o incluso de la sociedad. A partir de la adhesión a estos supuestos y de la intención de desentrañar “el sentido oculto” del voto, el equipo encabezado por Isidoro Cheresky analiza las elecciones de 2003, circulando primero por una observación de la trayectoria electoral de 20 años iniciada en 1983 (Cheresky y Pousadela), analizando luego los comicios que elevaron a Néstor Kirchner a la primera magistratura (Cheresky), para luego dedicarse al estudio de casos como el de La Matanza, La Plata, Rosario, Mendoza, Santiago del Estero, Tucumán, Provincia de Buenos Aires y Capital Federal.   En la primera sección del libro, Cheresky y Pousadela indagan los procesos electorales inaugurados con el advenimiento de la democracia en 1983, dedicando especial atención a la evolución de los dos partidos políticos que protagonizaron la historia argentina del siglo XX –Unión Cívica Radical y Partido Justicialista– sin omitir el fenómeno del FREPASO, como tercera fuerza llegó a disputar la hegemonía del PJ durante el auge de la administración menemista. A su vez, los autores reflejan en detalle las notables variaciones en el comportamiento de la opinión pública, desde lo que denominan una “secularización política”, verificada cuando el peronismo dejó en 1983 de ser la “mayoría natural”, hasta la actual centralidad del votante independiente para cada acto electoral, lo cual ha tornado determinante a la campaña electoral  en cuanto modeladora de las orientaciones de voto. Y así los autores arriban a las elecciones de 2003, las que, en más de un sentido, se revistieron de un carácter único, del cual Cheresky y Pousadela dan cuenta. La singularidad, por ejemplo, de un presidente entrante que, superado en la primera vuelta por otro candidato, devendrá ganador virtual de la consulta electoral gracias a una consulta de otro tipo: las encuestas de opinión. Al anticipar un triunfo rotundo de Néstor Kirchner en una eventual segunda vuelta, que finalmente nunca tuvo lugar debido al retiro de la candidatura de Carlos Saúl Menem, estos sondeos evidenciaron el rechazo de la opinión pública a un ex mandatario cuyo renombre aparecía como inversamente proporcional a su ambición presidencial. Pero la particularidad de las elecciones de 2003 no se reduce a este aspecto. Según advierten Cheresky y Pousadela, en un país tradicionalmente bipartidista, el escenario de cinco candidatos –tres de ellos del PJ y los dos restantes de la UCR– que evitaban invocar su pertenencia partidaria, ratifica la acentuación del proceso de progresiva preponderancia de los liderazgos por sobre los aparatos partidarios. Incluso Cheresky y Pousadela se animan a cuestionar algo que hasta ahora parecía indiscutible: la infalibilidad de los aparatos partidarios, especialmente del PJ bonaerense, en cuanto compradores de votos a través del clientelismo.       Cerrando la primera sección del libro, Cheresky se concentra en los comicios del 2003, distinguiendo a los candidatos presidenciales en base a sus respectivas plataformas políticas, su imagen, los recursos con los que contaban, las estrategias que adoptaron y los apoyos que recibieron, logrando retratarlos en forma aguda e incluyendo algunos aspectos fueron relegados por la prensa nacional durante la campaña. Luego, Cheresky comienza a examinar el período posterior a la victoria de Néstor Kirchner, apuntando en especial a dos cuestiones: las características extraordinarias de su gestión y las elecciones provinciales y locales que siguieron a las presidenciales durante el 2003. En relación con la primera, Cheresky nos muestra a un  presidente “inesperado” –quien al inicio de la campaña sólo aspiraba a ganar reconocimiento y aunar fuerzas en vistas a una futura alianza–, imprevisible e incluso “excepcional”, que se promovía a sí mismo y a sus mismas medidas como tales (política de derechos humanos, enjuiciamiento de la denominada “mayoría automática” en la Corte, revisión de los contratos con las concesionarias de las empresas privatizadas). Un mandatario que aparece como un “cruzado” contra las hasta ese momento intocables corporaciones, un ejecutivo que logra el alineamiento del Congreso tras proyectos cuyo apoyo hubiera sido, en el pasado, impensable, un líder que establece con sus representados un vínculo “plebiscitario virtual”, en el cual la argumentación pública, según Cheresky, será aplazada. En su consideración de la segunda cuestión, Cheresky comprueba que fueron los  provinciales y locales los que traslucieron un progresivo distanciamiento político entre Eduardo Duhalde y su delfín electoral. Allí es donde Kirchner, cuya conversión en candidato oficialista sólo tres meses antes de la elección había sido determinante para su ascenso al poder, procede a apoyar a quienes, en muchos de los casos, eran los principales competidores de los promovidos por el líder natural del PJ bonaerense. El autor, entonces, formulará una pregunta ineludible: ¿Acaso esa tensión dentro de peronismo es una gresca más dentro de lo habitual –especialmente probable luego de una crisis tan aguda como la de 2001 – o más bien refleja los primeros pasos de un proceso de división en dos facciones antagónicas?.      En la segunda sección del libro, Cherny y Natanson abordan el caso de las elecciones a jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Allí observan una oferta electoral consistente en coaliciones heterogéneas dirigidas por líderes de popularidad que buscan, cada uno, un criterio de diferenciación que los identifique. Los partidos con estructuras de peso a nivel nacional constituyen, en estas coaliciones, netas fracciones. Rodríguez Blanco y Rodríguez consideran el caso de la Provincia de Buenos Aires, escenario por excelencia de la disputa entre Duhalde y Kirchner. A partir de la verificación de fenómenos tales como el aumento del voto en blanco y de la abstención, el corte de boleta y las diferencias en los resultados según el nivel de representación, los autores advierten que “una relativización de la peronización en el campo político”. Los trabajos de Rodríguez y Entin examinan dos distritos –La Plata y La Matanza– cuyo contraste más evidente se aprecia en términos de conductas electorales más cautivas o autónomas, factor que arroja un resultado de estabilidad o, su opuesto, volatilidad del voto. En las elecciones de Rosario y Santa Fe, estudiadas por Cherny y Delgado, la personalización de la política y la centralidad de los liderazgos es, al igual que en la Capital Federal, manifiesta. Sin embargo, en aquellos distritos, la disponibilidad de recursos organizativos provenientes de los aparatos partidarios parecería seguir siendo crucial para el éxito electoral. Pousadela subraya, para el caso de Mendoza, el elemento de imprevisibilidad en los resultados de las elecciones para gobernador, que dieron el triunfo al radicalismo, abonando así la hipótesis de cuán determinante ha llegado a ser el momento de la campaña para la decisión del electorado. La impecable indagación de Vommaro de los resultados electorales en Santiago del Estero y de la repercusión que los crímenes de la Dársena tuvieron en la opinión pública de la provincia deviene de indispensable lectura en vista de los desarrollos ulteriores que incluyen la intervención federal por parte del gobierno de Kirchner. Finalmente, Oliveros y Mutti, en sus respectivos trabajos, se abocan a desentrañar la complejidad de los distintos escenarios provinciales como producto de la aplicación de la ley de lemas, tomando Oliveros el caso particular de Tucumán. En suma, “El voto liberado” reúne una serie de artículos que tienden a coincidir en la verificación de ciertos fenómenos como la fluctuación del voto, la creciente autonomía del electorado y la centralidad de los liderazgos en detrimento de las estructuras partidarias. No por ello, sin embargo, omiten los autores las peculiaridades que hacen que cada distrito merezca ser contemplado en su especificidad.