INVESTIGADORES
CHERESKY Isidoro
capítulos de libros
Título:
De la crisis de representación al liderazgo presidencialista. Alcances y límites de la salida electoral de 2003
Autor/es:
CHERESKY, ISIDORO
Libro:
Cheresky, Isidoro y Pousadela, Inés (eds.), El voto liberado. Elecciones 2003: perspectiva histórica y estudio de casos
Editorial:
Biblos
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2004; p. 35 - 68
Resumen:
Las elecciones generales, posteriores a la debacle de fines del 2001 que incluyó la renuncia del presidente Fernando De la Rúa, se estiraron en un largo ciclo que se inició el 15 de septiembre de 2002 con las elecciones anticipadas para gobernador en la provincia de Santiago del Estero y que culminó el 23 de noviembre de 2003 con las legislativas y provinciales en Tierra de Fuego, San Luis, Entre Ríos y Corrientes. El ciclo electoral al que se hace referencia en este capítulo conllevó una verdadera transición de un estado de precariedad política ?con partidos y liderazgos cuestionados, y poder presidencial debilitado ? asociado a un notorio malestar y escepticismo social, a una recomposición política en torno a un presidente voluntarista y de pretensiones renovadoras, a la vez que el humor social tornaba al optimismo. Las elecciones han estado en el centro de esta transición y en buena medida han sido el recurso que ha contenido la intervención de diferentes actores y en primer lugar de la propia ciudadanía, que ha debido reconocerse en lo que resultaba de su pronunciamiento. Este ha sido el camino por el que comenzó a absorberse la crisis de representación que se había acentuado a lo largo de 2001 y terminaría estallando a fines de ese año. El ciclo electoral tuvo un punto de inflexión al consagrarse un nuevo presidente. La realización de esas elecciones estuvo en la agenda desde el momento en que se produjo la discontinuidad institucional por la renuncia del presidente electo en 1999, y sobre todo en vistas al gran descontento ciudadano que apuntaba mucho más allá del presidente renunciante y de la alianza gobernante. Con posterioridad a las elecciones presidenciales hubo un cambio decisivo en el clima público, uno de cuyos componentes principales ha sido el reestablecimiento de la autoridad presidencial; pero lejos de un retorno a la normalidad precedente lo que se desplegó fue un peculiar formato político caracterizado por su poca institucionalidad. En condiciones de desinstitucionalización como las apuntadas, debe tomarse la medida de todo lo que el presidente adquiere como capacidades. Pero también debe advertirse la contrapartida de un poder ciudadano incrementado y la expansión de formas de expresión ?la opinión pública o bien la presencia pública movilizada -, que por su carácter no pautado, colocan al Presidente en una posición de potencial fragilidad. El formato político que se esbozó desde el día de la asunción del mando, el 25 de mayo, mantenía las figuras formales del sistema institucional, pero la realidad de la vida política era divergente con los dispositivos institucionales. Instancias representativas y partidos políticos quitaron el centro de la escena, sin dejar de ser recursos significativos. El parlamento mantuvo una dimensión deliberativa y de aparición crítica, pero los partidos y líderes de oposición se hallaron desprovistos de sustento. Pero los polos de iniciativa política fueron otros. El presidente, rodeado de un entorno y con un poder concentrado, gobernó desde el inicio valiéndose de todos los recursos de la decisión (decretos de necesidad y urgencia y delegación de facultades), sin mayor vínculo con su partido de origen. Las decisiones adoptadas en su círculo más íntimo eran simplemente aceptadas o ratificadas por los parlamentarios. La relación con la ciudadanía era de tipo plebiscitaria, en el sentido que convocaba a la adhesión ante la evidencia de lo que se decidía sin mayor despliegue argumentativo o de consulta. Con el paso del tiempo surgirían desafíos de la sociedad que prescindirían igualmente de los canales representativos tradicionales. Tanto la protesta popular, y en particular la canalizada por las organizaciones piqueteras, como más tarde la movilización ciudadana por seguridad, estaban desvinculadas de los partidos y dirigentes políticos con presencia institucional. El Presidente y los ciudadanos movilizados espontáneamente o por los nuevos canales, constituyeron entonces los dos polos de iniciativa del nuevo formato político instalado en la transición de salida de la crisis de representación. Para desarrollar el argumento aquí expuesto, en este artículo se examina el proceso previo a la elección presidencial, así como el cambio de escenario posterior a la asunción de Kirchner, signado  por las elecciones a gobernador y las elecciones legislativas del año 2003.