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Concentraciones someras de gas metano en los sedimentos del subfondo marino se hallan extensamente distribuidas y son motivo de detalladas investigaciones llevadas a cabo, principalmente, en ambientes de bahías, estuarios y fiordos de diversas partes del mundo. En una amplia zona costera-marina del sur de la provincia de Buenos Aires (estuario de Bahía Blanca y plataforma marina adyacente) fueron descubiertas extensas acumulaciones gasíferas. Su presencia posee diversas implicancias (Judd, 2002). Este tipo de depósito constituye un riesgo geológico, tanto para la realización de perforaciones como para obras ingenieriles. Los posibles escapes del gas producen una significativa perturbación ambiental, vinculada al ecosistema marino y al calentamiento atmosférico global. Por otro lado, desde un punto de vista económico, estos depósitos gasíferos representan una reserva energética potencial. Si bien, el gas somero involucra variadas temáticas, todas ellas convergen en la necesidad de un conocimiento geológico integral. En el presente trabajo se determina la distribución espacial de los sedimentos gasíferos y se analizan las configuraciones sismoestratigráficas asociadas a los mismos.En la amplia zona marina de la región de Bahía Blanca se efectuaron, en los últimos 5 años, numerosas campañas oceanográficas, en las cuales se realizaron más de 1000 km de registración sísmica. Así, empleando un perfilador de 3,5 kHz, con un arreglo de 4 transductores (10 kw de potencia máxima) se obtuvo una elevada densidad de datos. La impedancia acústica de los sedimentos portadores de gas determina que los mismos sean detectables por presentar anomalías en los registros sísmicos. El procesamiento de la información btenida permitió definir la distribución areal de los yacimientos gasíferos someros (Fig. 1). En el sector interno del estuario el hidrocarburo se halla ocupando una amplia zona del subsuelo marino, involucrando el frente marítimo que ocupan las industrias petroquímicas y el complejo portuario Ing. White-Pto. Galván. Aquí, la señal sísmica sufre una atenuación y difusión de la energía en forma paulatina, produciendo un enmascaramiento parcial-total de las estructuras del subsuelo (Fig. 1A y B). A este tipo de interferencia, presente a lo largo de grandes extensiones, se la ha definido como ?turbidez acústica?. Además, en estas concentraciones el gas se ubica a diversas profundidades, llegando a observarse en contacto con la superficie del fondo.El otro tipo de respuesta sísmica que genera el gas en los sedimentos corresponde al efecto de ?pantalla acústica?. Su característica principal es la presencia de un fuerte reflector, coincidente (Fig. 1C) o no con la estratificación (Fig. 1D), por debajo del cual la señal resulta nula (blanco acústico), dado que toda la energía se refleja en la interfase conformada por el techo de los materiales gasíferos. Esta característica se presenta en los sectores delineados desde la parte media del estuario hacia el exterior, incluso en su plataforma adyacente. Aquellas áreas de mayores dimensiones presentan forma elongada y, generalmente, se observa una facies con estratos inclinados hacia el yacimiento de gas (Fig. 1E), ocasionalmente de carácter sigmoidal progradante. La base de esta secuencia corresponde a una discontinuidad, sobre la cual suelen observarse terminaciones ?onlap?de los estratos. La configuración sismoestratigráfica asociada a las concentraciones gasíferas que conforman pantallas acústicas, generalmente, evidencia una estructura sedimentaria de relleno de paleovalle, cuya presencia en el subsuelo se correlaciona a la antigua red de drenaje costera. Por otro lado, se postula que la diferencia entre pantalla y turbidez acústica se basa en que esta última corresponde a concentraciones menores de gas, en donde la energía sísmica posee cierto grado de penetración. El origen de los sedimentos gasíferos de la región marina de Bahía Blanca se asocia a un paleoambiente fluvio deltaico, afectado por los procesos evolutivos costeros del último ascenso marino holoceno. Las bacterias anaeróbicas produjeron la degradación de la materia orgánica entrampada, originando la formación de gas intersticial. Este ha experimentado una migración ascendente, la cual es controlada, en mayor o menor medida, por la disposición estratigráfica y características sedimentológicas de los materiales suprayacentes, siendo estas las dos variables que definen la configuración sísmica del yacimiento gasífero.

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