INVESTIGADORES
NAVARRO Diego Mauricio
congresos y reuniones científicas
Título:
Teoría, Conocimiento y Poder en los Estados Unidos: el Caso de los Think Tanks y la Teoría de las Relaciones Internacionales – Casos: Foreign Policy y American Enterprise Institute
Autor/es:
DIEGO NAVARRO
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; II Jornadas de Investigación del IDICSO-Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales; 2004
Institución organizadora:
IDICSO-USAL
Resumen:
Si bien los think tanks norteamericanos analizados no mencionan autores o teorías, presentan perfiles que evidencian paradigmas, enfoques e ideologías a partir de la exclusión o inclusión de elementos teóricos. A grandes rasgos, encontramos en el conflicto de Irak numerosos componentes de la realidad analizada desde las teorías alternativas que los think tanks no parecen registrar. En todo caso, éstos están más cerca de las teorías clásicas. Con Lander, podemos ver en los think tanks instrumentos de la organización colonial de saberes y la construcción del conocimiento desde el lugar de la enunciación y el poder. El discurso de los think tanks norteamericanos ofrecen interesantes diferencias de opinión que se advierten en la confrontación; desde la distancia se pueden confundir. Vemos con Bull la constatación del renacimiento de las tradiciones del pensamiento, en particular, el estado de guerra hobessiano en el comportamiento de los principales actores referidos del sistema internacional. La conducta de los Estados Unidos nos recuerdan a Hardt y Negri describiendo las funciones policiales del Imperio y el concepto de biopolitica imperial en relación con la búsqueda de legitimidad. Los think tanks no enfocan los temas desde el punto de vista de un aspecto central: la soberanía violada; por lo que la “hipocresía organizada” de Krasner se renueva. Por otra parte, Irak es presentado como un actor pasivo. Indicamos al respecto que, aunque se trata de un Estado débil, su coqueteo con la proliferación le dio notoriedad. Hoffmann comprende este escenario al explorar los efectos del armamentismo nuclear en potencias menores. Asimismo, Falk, Wallerstein y Hardt y Negri insisten en el desmoronamiento de la figura del Estado soberano y del sentimiento de comunidad nacional; después de Irak, nos preguntamos si tal reflexión incluye a países donde el concepto de Estado y Nación está tan ligado a la religión y la cultura o se queda, más bien, en Occidente. De la misma forma, resulta inevitable pensar que la idea misma de organizaciones políticas desterritorializadas, descentralizadas y deshumanizadas pueden resultar altamente funcionales a los actores poderosos en expansión. La observación hacia el pasado, los débiles y lo revolucionario (Hoffmann) sería una enorme transgresión. Los componentes clásicos del sistema y de la situación analizada en crisis no han sido completamente descubiertos por la producción de los think tanks. En efecto, la violación de soberanías y el compromiso por la fuerza (coerción e imposición) de Hoffmann no han concitado la atención del FP o el AEI. La percepción de la guerra como parte de un proceso económico (liberal) en expansión, como la observaría Lander, es apenas sugerido. De la misma forma, apuntamos que el “mito de la modernidad” de Dussell, nunca mejor ejemplificado, no tiene espacio en los think tanks mientras los Estados Unidos asumen su misión redentora e imponen un “proceso civilizatorio” sobre el “pueblo terrorista”. Igualmente, el problema de la legitimación de la intervención representa una preocupación relativa para los grupos de pensadores. Bobbio vincularía guerra con seguridad. Respecto de los mecanismos de cambio, subrayamos que la evolución del Estado Polémico al Agonista referido por Bobbio desanda algunos pasos sin mayor sorpresa para los expertos del norte. La invitación a la critica de Hardt y Negri no tendría consenso en un grupo de expertos: parecen correr rápido y sin mirar atrás. La “globalización desde abajo” de Falk y su incitación al fortalecimiento de los valores del orden mundial, como los derechos humanos y la paz, no parecen ser temas de interés de los expertos. Al menos, hasta que la “cara negada y victimizada” descripta por Dussell juzga, encuentra culpables e interviene. Schwartz aportaría a los think tanks un novedoso enfoque desde la consideración de la dualidad humana para el diseño del cambio: tendencia a la dominación y a la cooperación a la vez. Por último, interesa destacar algunos aspectos importantes advertidos en el material de los grupos de expertos, aunque inadvertido por ellos, que se vinculan con las teorías. Por una parte, notamos que los objetivos principales de la vida social no son perseguidos en el conflicto iraquí; estos son, para Bull, limitación de la violencia, observancia  de promesas y reconocimiento de la propiedad de los Estados. Por otra parte, las palabras de Hoffman sobre la dificultad de predecir y el fracaso de la praxeología en las ciencias sociales, encuentran razón en la realidad explorada, a pesar de los expertos. La consideración de las variables finalidad y causalidad, así como la reflexiones posibles desde la dicotomía eficacia-dignidad, ambas de Duroselle, serían de gran utilidad al análisis de los expertos.