La química de la memoria

QUINTANA, MARÍA MARTA; SÁNCHEZ, MARÍA ANTONIA

Montevideo

Otro; 4° Foro Latinoamericano 'Memoria e Identidad'; 2007

Universidad de La República

En el año 2004, la socióloga María Antonia Sánchez y la artista plástica Marga Steinwasser decidieron poner en marcha una propuesta venida ?desde afuera?, de la mano del artista Horst Hoheisel. Una novedosa y sugestiva convocatoria a escuchar el balbuceo, el murmuro de nuestra memoria, a través de la búsqueda y la recolección de objetos, de materialidades mediadoras entre el tiempo del terrorismo de Estado y el presente. Una invitación a conjugar el tiempo y el espacio en una instalación artística. De esta manera, como propuesta y como interrogante, surgió ?La química de la memoria?, un artefacto cultural cuya materia está hecha del entrelazarse frágil de objetos y del rumoreo de sentidos que irrumpen desde abajo, desde todos aquellos que se disponen a ?hacer memoria?. Un trabajo de rememoración que trata de provocar una actitud de búsqueda, si se quiere, detectivesca, de demora en ese mundo de cosas, de huellas y de sutilezas que son las texturas, los aromas, los sabores y los colores que impregnan nuestras vidas y que, incluso, sellan esas materialidades que ahora devienen evocantes. En otras palabras, la química? nos propone detenernos en el continuum de experiencias y objetos que supone lo cotidiano, en tanto, se trata de interpelar y dejar ser interpelado por la carga y los registros de sentidos que sedimentan en lo que nos rodea. Un despertar de vivencias, de imágenes, de palabras, de tramas reprimidas, invisibilizadas por diferentes motivos, silenciadas, que recobran expresión al situarse en la in-mediación que supone un objeto entre diferentes momentos históricos. Para el 10 de octubre del 2006 se habían reunido más de setenta objetos y relatos, que se reunieron formando la instalación La química de la memoria, en la Biblioteca Nacional. Objetos-memorias, no meras cosas; sino, precisamente, la forma que ha adquirido la materia en la práctica histórico-colectiva, y que ha hecho de esa materialidad un objeto para un sujeto. Sujeto-objeto en una dialéctica insuprimible. Y he aquí, el cuerpo (temporario) de la instalación. Cuerpo de símbolos y significados que centellean sobre ese pasado que no pasa, porque nos afecta y está en nosotros. Nos-otros, que somos lo otro y los otros, que somos memoria y olvido pero que, no obstante, siempre podremos reconocer, acaso, fugazmente, esas marcas que dicen de unas ruinas y de lo que suele crecer junto, o en medio de éstas. En este trabajo, entonces, nos proponemos llevar a cabo una reflexión acerca de esa experiencia ?instalación- de arte colectivo.