INVESTIGADORES
ALVAREZ HUWILER Laura Ines
capítulos de libros
Título:
Estado, empresas transnacionales y resistencias sociales en la gran minería
Autor/es:
ALVAREZ LAURA; COMPOSTO CLAUDIA
Libro:
Argentina después de la convertibilidad (2002-2011)
Editorial:
Imago Mundi
Referencias:
Lugar: Buenos Aires ; Año: 2013; p. 223 - 265
Resumen:
A modo de introducción: contexto histórico, aclaraciones conceptuales e hipótesis de trabajo En la década del 70, la crisis de sobreacumulación surgida en el seno del modelo bienestarista de posguerra, inauguró una nueva etapa de expansión del capital caracterizada por la reactualización y profundización de lo que la literatura especializada ha llamado ?acumulación por despojo? (Harvey, 2004). Como respuesta a una brusca caída de la tasa de ganancia a nivel global, y cobrando preeminencia sobre la reproducción ampliada, esta estrategia privatizadora, permitió la creación de nuevos circuitos de valorización a partir de la mercantilización de bienes comunes, relaciones sociales y activos públicos previamente ajenos -o no totalmente integrados- a la lógica del capital . La oleada de ?nuevos cercamientos? (De Angelis, 2001) que tuvo lugar durante la década del ´80 en varios países constituyó la primera avanzada de este modo de acumulación por desposesión que, años más tarde, se consolidaría en todo el mundo con el establecimiento del Consenso de Washington. Desde entonces, su objetivo estribará en la recuperación de aquellos ámbitos donde el capital había perdido terreno producto de la lucha de clases, además de lograr su extensión hacia esferas de la vida antes impensadas, a través de novedosos dispositivos de dominación y tecnologías de producción. Como resultado de esta búsqueda por la apertura de nuevos espacios de explotación, los Estados competirán por la radicación de porciones del capital global en sus territorios, desmantelando conquistas sociales históricas a fin de convertirlas en oportunidades de inversión. De tal forma que, en tanto responsables de crear el espacio y las condiciones para la acumulación, desempeñarán un papel decisivo en el respaldo y promoción de estos procesos de desposesión (Hirsch, 2001; Holloway, 2003). En este marco, se producirá una suerte de relanzamiento ampliado del rol geopolítico clásico asignado a América Latina dentro de la división mundial del trabajo, donde los territorios y bienes naturales de la región adquieren renovado protagonismo como uno de los núcleos centrales del desarrollo capitalista, siendo las empresas transnacionales los agentes dinámicos y principales beneficiarios de este reeditado orden global , y los países de la periferia capitalista una fuente privilegiada de biodiversidad, tierra, agua, hidrocarburos y minerales, que son explotados en condiciones monopólicas por estos actores privados, asegurando la producción a bajo costo y el consumo sostenido de las economías centrales. De este modo, el neoliberalismo recaló definitivamente en Argentina durante la década del 90, centrándose en la inserción de la economía local en el mercado mundial mediante la implementación del régimen de la convertibilidad cambiaria y dando lugar a profundas transformaciones estructurales, tales como la privatización de las empresas estatales, la reforma de la administración pública, la desregulación de la economía y la reorientación de la producción hacia la exportación (Basualdo y Arceo, 2006, Bonnet 2002). Asimismo, con la reforma constitucional de 1994, el Estado nacional renunció a su potestad sobre los recursos naturales del subsuelo, convirtiendo su explotación en exclusiva prerrogativa de los capitales privados y descentralizando la facultad de otorgar los permisos necesarios en los gobiernos provinciales. Paralelamente, se sancionaron nuevas normas jurídicas que garantizaron la protección de los derechos de las transnacionales extractivas, a la vez que se les otorgaron importantes beneficios y exenciones impositivas para fomentar su radicación en el país, siendo particularmente elocuentes en el caso del sector minero. Teniendo en cuenta que históricamente no constituyó una actividad destacada dentro de la estructura productiva del país, resulta emblemático el auge de la minería metalífera (centralmente oro, plata y cobre) a partir de aquellos años. Se trata, sin embargo, de un nuevo tipo de explotación, denominado comúnmente como ?minería a cielo abierto?, que se instala en todo el mundo como el método más eficiente para explotar de manera rentable los yacimientos de ?baja ley?, esto es, aquellos que por presentar un alto grado de diseminación de los metales, resultan inaccesibles mediante el método tradicional por túneles o socavones. La especificidad de este tipo de minería reside en la utilización intensiva de territorio, agua, energía y tecnología de punta, combinación que permite realizar la extracción y concentración de los metales con extrema celeridad y a bajo costo . Para ello, ?la minera debe primero producir la voladura de extraordinarias cantidades de suelo, montañas enteras son convertidas en roca y luego trituradas hasta alcanzar medidas ínfimas, para posteriormente aplicarles una sopa de sustancias químicas [cianuro, ácido sulfúrico, mercurio, entre otras] licuadas con gigantescas cantidades de agua, que logran separar y capturar los metales? (Rodríguez Pardo, 2009). El crecimiento exponencial de la gran minería metalífera en Argentina acompaña una tendencia producida a nivel internacional. Durante la última década del siglo XX, la reorientación de los flujos de la inversión minera hacia el Sur del globo no sólo incluyó a los países de América Latina, sino también a los de Asia y África. No obstante, los porcentajes más altos de inversión en exploración se concentraron en el primer caso, tendencia que continúa hasta la actualidad (McMahon y Remy, 2003). Según un informe del Banco Mundial, durante el período conocido como el ?gran boom minero? (1990 -1997), mientras la inversión mundial en exploración aumentó en un 90%, sólo en América Latina alcanzó un incremento del 400% (Bebbington, 2011). En efecto, la inversión minera mundial en la región prácticamente se triplicó a lo largo de dicha década, pasando del 12% en 1990 al 33% en el 2000 (De Echave, 2006). Asimismo, cuando entre los años 2000-2002 las inversiones en exploración se redujeron drásticamente a nivel mundial, América Latina mantuvo el porcentaje de participación del período anterior, mientras que en los países en desarrollo de otras regiones se regresó al de 1990. Por otra parte, según datos difundidos en 2005 por la CEPAL, los principales destinos de la exploración minera en América Latina aparecen en el siguiente orden: Perú, México, Brasil, Chile y Argentina (Chaparro Ávila, 2005). Mientras tanto, en lo que corresponde a explotación minera realizada entre 1990 y 2001 a nivel mundial, 12 de las 25 mayores inversiones se hicieron en Latinoamérica: 9 en Chile, 2 Perú y 1 en Argentina (Bebbington, 2011). Es así que, como resultado de la competencia internacional sobre los recursos metalíferos, de los avances de las técnicas de extracción, y de una política estatal de fuerte protección y fomento de las inversiones extranjeras directas (IED), aquellos territorios nacionales antes considerados no rentables para la explotación minera, comenzaron a alcanzar los más altos valores del mercado, convirtiendo al país en el sexto a nivel mundial con mayor disponibilidad de recursos mineros ?se estima el 75% de las reservas mineras aún no han sido explotadas- y el segundo con mayores tasas de retorno para la producción de cobre y oro (Ortiz, 2006). Y si hasta 1992 operaban sólo cuatro empresas extranjeras en la fase de prospección-exploración de yacimientos, para 1997 el número ascendía a ochenta . De manera que el sector minero, tradicionalmente poco desarrollado y sustentado básicamente en la explotación de rocas de aplicación y de minerales no metalíferos para el mercado interno, dio un salto cualitativo en el plazo de un lustro, pasando a depender casi exclusivamente de la inversión extranjera y a sustentarse principalmente en el desarrollo de la gran minería metalífera orientada a los mercados internacionales. Así, entre 1993 y 1997, se producía un ciclo de fenomenal expansión de la actividad que suele denominarse como el ?boom minero argentino?. Pero qué ocurrió con la minería a gran escala en Argentina a partir de la finalización de la ?década menemista? y del agotamiento del modelo de la convertibilidad vigente entre 1992 y 2001? ¿Cómo afectó al sector minero la profunda crisis desatada luego del estallido social de diciembre de 2001, incluyendo la devaluación de la moneda nacional en enero de 2002? Y, en definitiva, ¿Qué continuidades y rupturas signaron el desarrollo de la minería a gran escala a partir de la llegada al poder del gobierno de Néstor Kirchner, teniendo en cuenta los cambios de signo político y económico encarados a partir de entonces? Estos son algunos de los interrogantes que intentaremos responder en el presente trabajo. Y si bien un primer acercamiento al panorama minero con la llegada del nuevo gobierno nos obliga a hablar de continuidad e, incluso, profundización de las políticas estatales para el sector, debemos considerar un elemento ausente durante la década del 90, que comenzará a adquirir gran importancia hacia fines de 2002, y que introducirá un punto de bifurcación dentro del sector minero. Nos referimos a la emergencia de fuertes resistencias sociales que, poco a poco, tenderán a proliferar a lo largo del territorio nacional , generando serios obstáculos para el desarrollo de proyectos a gran escala, y provocando un conjunto de reclamos empresarios y respuestas estatales a fin de ?normalizar? la situación y reconstruir las condiciones propicias para la consolidación de la megaminería en Argentina. En este sentido, cabe plantear una doble hipótesis que guiará el desarrollo del presente trabajo: 1)- a pesar de la metamorfosis del Estado argentino, que puede observarse tras la profunda crisis de acumulación y dominación que culminó en la insurrección social de fines de 2001 (Bonnet, 2010), las decisiones estatales para el sector minero implementadas por el gobierno de Néstor Kirchner marcarán una fuerte continuidad con el período anterior, e incluso apuntarán a profundizar ciertas tendencias inauguradas en los años 90, tales como el desarrollo de incentivos para la radicación de IED mineras en el territorio nacional; 2)- paralelamente, el nuevo gobierno enfrentará la emergencia de fuertes y masivas resistencias sociales contra la gran minería y las consecuentes reacciones y reclamos del sector empresario, ante lo cual desplegará una serie de ?resoluciones? en pos de neutralizar los antagonismos y reconstruir un escenario estable y atractivo para los inversores, a través de tres políticas fundamentales: el mantenimiento del andamiaje jurídico y los beneficios fiscales sancionados en los años ´90, la jerarquización administrativa del área minera en 2003, y la formulación del Plan Nacional Minero en 2004. En lo que sigue, el artículo se compone de seis apartados y una serie de conclusiones finales. En un primer momento nos abocaremos a caracterizar el período 1992-1997, por constituir la fase de organización de las condiciones generales para la radicación de la gran minería en el país. Luego, en la segunda sección, nos detendremos brevemente en el interregno de 1998-2002, etapa de crisis para el sector minero que estuvo signada por la incertidumbre respecto de sus perspectivas futuras, tanto en el plano internacional como local. En un tercer apartado, haremos referencia a la emergencia y multiplicación de movilizaciones populares en contra de la explotación minera a gran escala en Argentina, considerando como punto de inflexión el caso de Esquel, que tuvo su auge durante 2002-2003. En cuarto lugar, describiremos el conjunto de argumentos que a modo de diagnóstico desplegó el sector para explicar el desarrollo y desenlace de dicho conflicto en forma contraria a sus intereses. Como quinto punto, caracterizaremos las demandas mediante las cuales las transnacionales mineras y sus corporaciones interpelaron al Estado para que tome posición en torno del clima de inestabilidad social que percibían como una amenaza para el crecimiento del sector. Por último, analizaremos las medidas que fueron implementadas para la actividad minera durante los primeros dos años del gobierno de Néstor Kirchner -2003-2004-, en un intento por restablecer la confianza entre los empresarios y contener el descontento social, a través de tres gestos concatenados: continuidad, rectificación, profundización e innovación que, de conjunto, implicarían la profundización del modelo de la minería metalífera a cielo abierto en el país.