Para una sigilografía de los 90

MALLOL, ANAHÍ DIANA

Tres décadas de Poesía Argentina.1976-2006.

Universidad de Buenos Aires

Lugar: Buenos Aires; Año: 2006; p. 199 - 216

Si en el marco de las poéticas de los ’80, en las que hubo dos grupos que se enfrentaron claramente, los neobarrocos y los objetivistas, Roberto Echavarren podía esgrimir en defensa del primer grupo el argumento según el cual “frente a la poesía coloquial y simplista que tuvo su auge por entonces aflora una conciencia muy aguda del artificio, de la extravagancia, la burla y los disfraces”, en los ’90, después de Videla y de Galtieri, después de Malvinas y los chocolates enviados a los soldados que nunca llegaron, después también de la esperanza defraudada de la primavera alfonsinista, cuando se es contemporáneo de una pauperización y una exclusión social y cultural sin precedentes de la mayor parte de la población, los jóvenes de los ’90 vuelven a pensar, desde un lugar incómodo y sin ninguna utopía, dolorosamente conciente tanto de la imposibilidad de la asunción de una postura activista, como de la asunción de su contrario, una postura autonomista del arte, la conflictiva relación entre poesía y política. Es en ese contexto que se delinea la posición que Alejandro Rubio y Martín Gambarotta definían en el 95: escribir desde la incredulidad, sin ninguna utopía, ninguna victoria, en el espacio de una poesía política, pero política porque cambia el discurso dominante con un accionar claramente literario, lejos del descompromiso y delineando una nueva poostura. Es es la posturea que se busca definir en las poèticas de varios autores recientes, entre ellos Martín Rodríguezx, Paula Jiménez, Carlos Battilana y Claudia Prado.