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Para comunicar la ciencia, sea sus resultados, proyectos o expectativas, se utilizan distintas fuentes. Los artículos o libros científicos o las palabras (entrevistas, cuestionarios o en textos propios) de los actores ligados a la producción de ciencia, muchas veces considerados como expertos, son tal vez las de mayor uso. Esta propuesta propone problematizar esta última fuente, la experta, como base para producir materiales para comunicar la ciencia. Y se propone hacerlo evidenciando los distintos posicionamientos que asumen eventualmente esos expertos. A esos fines nos apoyamos en una investigación sobre la evaluación de riesgo y la toxicidad relativa a los desarrollos nanotecnológicos y en las 40 entrevistas semiestructuradas realizadas, en ese marco, a nanocientíficos de la región parisina en 2010. Aunque de manera general los científicos consultados tienden a poner en perspectiva la toxicidad de los nanomateriales (un riesgo entre otros riesgos, relativización según tipo o cantidad de nanopartículas etc.) también evalúan la nanotoxicidad de manera diferente depende el contexto de producción y uso de los mismos. En esa dirección, mientras argumentan que la nanotoxicidad en el laboratorio tiene un riesgo marginal incorporado a los procedimientos institucionales (aunque éstos no sean necesariamente actualizados ni respetados, admiten). Los mismos nanocientíficos son más cuidadosos, en cambio, cuando analizan la nanotoxicidad fuera del laboratorio.Estas diferencias a la hora de evaluar riesgos y toxicidad en función de los contextos de producción y uso será entonces el disparador para reflexionar sobre su consideración como expertos (o casi expertos, ya que son nanotecnólogos hablando de toxicidad) y sobre la necesidad de vigilar la lectura lineal y objetiva que a veces imprime la comunicación de la ciencia respecto de sus palabras.

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