El circuito Florida en la formación del mercado artístico porteño en los años veinte

TALÍA BERMEJO

Avances. Revista del Área Artes

Centro de investigaciones de la Facultad de Filosofía y Humanidades. UNC

Lugar: Córdoba; Año: 2011 p. 47 - 63

1667-927X

En los primeros años del siglo XX la calle Florida representaba el sitio más atractivo de Buenos Aires para la comercialización de obras de arte. El lujo y la ostentación de sus vidrieras podían exhibir un muestrario del poderío industrial y comercial al mismo tiempo que presentaban los repertorios vigentes en la moda y el gusto estético. Allí se reunían las principales galerías privadas, instituciones de promoción artística, salas de teatro, espacios culturales y recreativos, así como también los grandes almacenes de ramos generales Gath & Chaves y Harrod?s que aún hoy se imponen con sus enormes y ostentosas arquitecturas sobre la concurrida Florida. Salas prestigiosas como Witcomb, Müller, Chandler-Zuretti, Nordiska Companiet y Van Riel, formaron parte de ese núcleo privilegiado del comercio y la cultura, donde los signos del estatus se nutrían al ritmo del consumo de bienes de todo tipo. Este trabajo se concentra en ese momento particular del desarrollo del mercado de arte en Buenos Aires, aun dominado por las llamadas ?escuelas nacionales?, mientras que el arte argentino disputaba con esfuerzo su lugar en esta escena. Para entonces los partidos estéticos más conservadores, así como las temáticas costumbristas y el paisaje ?nacional?, tendían a copar los pocos espacios reservados a la pintura local. Sin embargo, el avance del arte moderno a mediados de la década del 20 parecía colarse, tal vez sin mayor premeditación, en los cronogramas de exposiciones, a modo de experimento, apuesta comercial o decidida militancia en lo nuevo. Tomaré como punto de referencia los primeros años de la galería Van Riel (inaugurada en 1924), ya que a partir del análisis enfocado en las decisiones de este marchand en particular es posible reconstruir aspectos significativos del estado del mercado en torno a los años 20. Instalado en Florida al 659, Van Riel no podía desenvolverse al margen de la competencia que presentaban sus vecinos; de manera que la atención puesta en las estrategias que desplegó y el modo en que enfrentó a las galerías ya establecidas nos permite sondear los hábitos de consumo vigentes y también reconstruir una parte del movimiento de obras en el momento en que se estaba gestando un discurso modernista. ¿Cuáles eran las reglas de juego que debió aprender Van Riel para enfrentar a los competidores ya establecidos? Y, ¿cuáles fueron las reglas impuestas por él? De qué manera logró sortear las dificultades y mantener su emprendimiento económico y cómo llegó a convertir sus instalaciones en uno de los hitos clásicos para los amateurs que recorrían habitualmente las vidrieras artísticas de Florida son algunos de los temas que se tratan en las páginas siguientes.