IIF   26912
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES FILOSOFICAS
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
La referencia como mediación entre lenguaje y pensamiento
Autor/es:
EDUARDO GARCÍA RAMÍREZ; MAITE EZCURDIA
Libro:
Complejidad y Ambigüedad
Editorial:
Instituto de Investigaciones Filosóficas, UNAM
Referencias:
Año: 2022; p. 13 - 37
Resumen:
Durante casi toda su carrera profesional como investigadora en filosofía, la doctora Maite Ezcurdia desarrolló su trabajo desde un fructífero oscilar entre la filosofía de la mente y la filosofía del lenguaje. Tanto en sus publicaciones como en la formación de nuevas investigadoras e investigadores —de los cuales somos muchos— es posible encontrar múltiples referencias cruzadas entre, por ejemplo, la naturaleza de la conciencia y el contenido de los conceptos, las actitudes proposicionales y las frases denotativas y, en general, entre el contenido mental y la naturaleza del lenguaje. A lo largo de más de veinte años como investigadora del Instituto de Investigaciones Filosóficas, Ezcurdia publicó ocho libros como compiladora o editora. Dos de ellos —La naturaleza de la experiencia, vol. 1 y vol. 2— están exclusivamente dedicados a la teoría de la mente y, en particular, a la conciencia y los estados mentales. Cuatro libros —Orayen: de la forma lógica al significado; Sobre Conducta verbal de B.F. Skinner; The Semantics-Pragmatics Boundary in Philosophy; y Los indéxicos y la semántica de Kaplan— discuten varios temas de la teoría del lenguaje, como la naturaleza y la adecuación de la composicionalidad, la naturaleza y la adquisición del lenguaje, la distinción entre semántica y pragmática y la naturaleza de los indéxicos y su relación con la referencia. Los dos libros restantes combinan de manera distinta la relación entre la filosofía del lenguaje y la filosofía de la mente. New Essays in the Philosophy of Mind and Language cubre un enorme espacio de discusión en teoría del lenguaje, teoría de la mente y la zona de intersección entre ambas. Discurso, identidad y cultura ofrece una extraordinaria aplicación de teorías y metodologías —tanto de la teoría del lenguaje como de la mente— al complejo problema de la naturaleza y la formación de la identidad cultural, social e individualmente entendida. Algo semejante sucede con sus más de treinta artículos y reseñas de investigación publicados alrededor del planeta. En todos ellos, Ezcurdia trata o bien temas centrales de la filosofía de la mente, en especial, la teoría del contenido mental directamente relevante para la teoría del contenido lingüístico, o bien temas centrales de la filosofía del lenguaje, como la semántica de nombres y descripciones, la naturaleza de los indéxicos y del lenguaje, claramente asociados a la teoría del pensamiento y la cognición. Su primer artículo, publicado en Crítica. Revista Hispanoamericana de Filosofía, “Modos de presentación y modos de determinación” (1995), navega con enorme facilidad el trayecto, ida y vuelta, entre la teoría de la mente (contenido mental) y la teoría del lenguaje (semántica de las expresiones referenciales). El último, publicado en una flamante compilación de María de Ponte y Kepa Korta (Reference and Representation in Thought and Language), para Oxford University Press, comparte ideas, argumentos e incluso parte del título con el presente libro: “Semantic Complexity” (2017). En este texto, Ezcurdia desarrolla una de las ideas germen del libro que aquí nos convoca: la tesis de que la complejidad semántica no se opone al carácter referencial de una expresión, apuntando ya a la idea de que la referencialidad tiene que ver más con la relación entre el lenguaje y el pensamiento que con la estructura semántica de las expresiones.Complejidad y ambigüedad es el noveno libro de Ezcurdia, su primer libro como autora única y no es la excepción ante esa oscilante metodología de trabajo. Más aún, hay buenas razones para pensar que este libro es la cristalización mejor lograda de dicha metodología. En primer lugar, porque Ezcurdia trabajó en el hilo conductor del libro —la relación entre complejidad semántica y referencialidad— por lo menos desde 2003 y hasta 2018, cuando realizó las últimas revisiones al manuscrito. En segundo, porque el libro ofrece, en efecto, una novedosa teoría de la referencia surgida fundamentalmente de un compromiso teórico con la naturaleza del pensamiento humano y su relación con el mundo circundante. En tercero, porque este libro presenta la que seguramente será la mayor y más influyente contribución de Ezcurdia a la filosofía del lenguaje contemporánea, una teoría original, sencilla y con un gran poder predictivo. En las páginas siguientes de este estudio introductorio me enfocaré en el referencialismo funcional, la teoría propuesta por Ezcurdia, y usaré el caso de los nombres propios como ejemplo para mostrar sus virtudes explicativas.Para entender el referencialismo funcional es necesario entender primero la concepción global del lenguaje propuesta por Maite Ezcurdia. Siguiendo a Chomsky (1959 y 1986) y el composicionalismo reinante en la filosofía del lenguaje (véase Lewis 1975), Ezcurdia asume que el lenguaje es de manera esencial una competencia o facultad heredada biológicamente y constituida principalmente por un conjunto de reglas sintácticas y semánticas que, aplicadas a un léxico, le permiten al hablante producir y comprender una cantidad ilimitada de expresiones significativas y bien formadas en su lengua. Esta visión invita inevitablemente a preguntar, ¿cuál sería el beneficio, desde esta misma perspectiva, de tener una capacidad cognitiva semejante?, ¿cuál es, dicha brevemente, la función del lenguaje? Para responder a estas interrogantes, Ezcurdia sigue hasta cierto punto la visión tradicional —véanse Grice 1975; Lewis 1975 y 1979; y Stalnaker 1978—, según la cual el lenguaje natural tiene la función de resolver problemas de coordinación entre los miembros de una comunidad lingüística dada. Más específicamente, el lenguaje natural permite una “coordinación social sofisticada para vivir de la manera en que lo hacemos” (p. 22). Ésta, sin embargo, no es la función particular del lenguaje natural puesto que, argumenta Ezcurdia, para alcanzar esta meta es necesario contar con capacidades cognitivas no lingüísticas, como la lectura y la comprensión de estados mentales en los demás (p. 23). La coordinación social sofisticada parece suponer, eso sí, una función puramente lingüística, a saber, “la expresión y la comunicación de los pensamientos acerca del mundo en general” (p. 23). El libro entero de Ezcurdia está construido sobre esta hipótesis. El lenguaje natural tiene hoy día la función de expresar y comunicar pensamientos, y emplea todas sus herramientas para cumplirla. A fin de entender la relevancia de esta postura respecto de la naturaleza de la referencia y las expresiones referenciales, basta recordar que se trata de una visión composicional, es decir, que la función expresiva y de comunicación del lenguaje se lograría, según Ezcurdia, a partir del uso de expresiones complejas cuyo contenido está en función de sus partes y estructura. Surge así la pregunta que motiva la hipótesis central del libro: ¿Cuál es la contribución composicional que ofrecen las expresiones referenciales a la función global expresiva del lenguaje? ¿Qué función expresiva o de comunicación del pensamiento tienen las expresiones referenciales? ¿Cómo ayudan a comunicar el pensamiento de los sujetos que las emplean?Para responder a esta pregunta, Ezcurdia ofrece un veloz y al mismo tiempo profundo análisis paralelo de lenguaje y pensamiento. Así como hay distintos tipos de pensamientos, hay distintos tipos de herramientas lingüísticas para expresarlos. El lenguaje dispone, al menos, de tres tipos de herramientas que ayudan a la expresividad: las oraciones, las expresiones y, señala Ezcurdia, la sensibilidad contextual. Cada uno de estos tipos de herramientas cuenta con distintos subtipos. Tenemos, por ejemplo, oraciones afirmativas, dubitativas y exclamativas; expresiones referenciales y predicativas; y sensibilidad contextual al tiempo, el espacio, los objetos y las intenciones de los hablantes. En lo que respecta al pensamiento, Ezcurdia distingue entre dos grandes tipos: aquellos que sólo están dirigidos a un objeto (p.ej., amar a Diego) y aquellos a los que llamamos “proposicionales” por estar dirigidos a una proposición, como suelen serlo creencias y deseos (p.ej., creer que Diego es el mejor futbolista de la historia). Los pensamientos proposicionales se dividen a su vez en dos grandes grupos, los generales y los singulares. Los primeros están dirigidos típicamente a clases de objetos, como la creencia de que las ballenas no son peces sino mamíferos, la cual no está dirigida a ninguna ballena, pez o mamífero en particular. Los pensamientos proposicionales singulares son los de mayor importancia. Se trata de pensamientos que están dirigidos a objetos particulares —no a clases de éstos—. La tradición filosófica los ha considerado de gran importancia, entre otras razones, porque nos permiten “engancharnos” con objetos particulares y, por ende, con el mundo. Tal es el caso, por ejemplo, de la creencia de que Ezcurdia escribió este libro, la cual está dirigida singularmente a Maite Ezcurdia y al libro Complejidad y ambigüedad. Por este tipo de pensamientos la referencialidad es tan importante en la teoría del lenguaje —al menos según la visión funcional mente-lenguaje que asume Ezcurdia—. Las expresiones referenciales son la herramienta que le permite al lenguaje construir las oraciones adecuadas para expresar pensamientos singulares. Independientemente de cómo lo haga el pensamiento, a Ezcurdia le interesa preguntarse cómo es que el lenguaje nos permite expresar dichos pensamientos singulares o enganchados. Según la lectura de Ezcurdia, con la cual parece haber un amplio acuerdo en la literatura, hay una condición casi esencial para que una expresión sea considerada expresión referencial y ésta es la condición de rigidez. Una expresión es rígida si y sólo si denota el mismo objeto en todo mundo posible —o, si se prefiere, en toda situación posible o a través de cualquier posibilidad—. Tradicionalmente se considera que existen tres tipos de expresiones que cumplen con esta condición: los indéxicos puros —‘yo’, ‘hoy’, ‘ahora’—; los indéxicos impuros o demostrativos —‘ella’, ‘aquél’, ‘éste’, ‘allᒗ; y los nombres propios —‘Maite’, ‘Diego’, ‘David’—. Partiendo del consenso generalizado de que estos tres tipos de expresiones son paradigmáticamente referenciales, Ezcurdia se pregunta por aquello que las hace ser referenciales y, desde aquí, sobre si la referencialidad es incompatible con la complejidad semántica —típicamente asociada a expresiones cuantificacionales no referenciales— tal cual aparece en expresiones intuitivamente referenciales pero semánticamente complejas, como los demostrativos ‘esa casa’, ‘esta vereda’ y ‘aquella esquina’. La respuesta de Ezcurdia es compleja, pero de gran claridad. Rechaza la visión tradicional que exige rigidez y rechaza la complejidad semántica, para proponer en su lugar una visión funcional según la cual ser una expresión referencial es cumplir con la función de enganchar un pensamiento con un objeto particular. En lo que sigue expondré brevemente el argumento en que se basa Ezcurdia al rechazar la visión tradicional, para presentar después su propuesta original, el referencialismo funcional. Concluiré el estudio discutiendo la aplicación de dicha propuesta al caso de los nombres propios, y mostrando cómo el referencialismo funcional supera claramente a las teorías de los nombres propios (p.ej., al así llamado “predicativismo-‘el’ ”) disponibles hoy día en la literatura.