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?La infancia?, ?la amistad?, ?la estupidez? y el ?yo? fueron desde la aparición de Belleza y Felicidad tópicos críticos privilegiados en las obras de las autoras de la editorial/galería. En dichos conceptos la crítica (Palmeiro, Katmezain, Yuszczuk) encontró modos de resistencia específicos frente al avance de modos racionales e instrumentales de relación. Pero esas experiencias llevaban siempre el deseo de restaurar una inmediatez perdida: palabras como ?autenticidad?, ?sinceridad?, ?ingenuidad? y ?espontaneidad? se convirtieron en la jerga común para referirse a Fernanda Laguna y Cecilia Pavón. Sin embargo, advertimos en la obra de esta última una autoconsciencia, un escepticismo y una modernidad que refuta tales posiciones. He ahí nuestra hipótesis: en el modo en el que la propia Pavón se figura la naturaleza (la propia y la exterior) puede pensarse una relación más íntima y extraña entre su vida y su obra. En contra de toda identificación automática entre ellas, su escritura hace, por lo tanto, de la distancia, la ironía y las paradojas enunciativas la razón misma de su estilo.