IECH   26002
INSTITUTO DE ESTUDIOS CRITICOS EN HUMANIDADES
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
Entre la búsqueda de una autonomía eclesiástica y el reconocimiento de una autoridad supra provincial. La jurisdicción eclesiástica mendocina entre 1832 y 1842.
Autor/es:
FERONI, JULIAN
Lugar:
Mar del Plata
Reunión:
Jornada; XVI Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia; 2017
Institución organizadora:
Facultad de Humanidades de la UNMdP
Resumen:
La antigua Provincia de Cuyo se dividió, a inicios de la década de 1820, en tres jurisdicciones políticas autónomas: San Juan, San Luis y Mendoza. Estas provincias se separaron de la diócesis de Córdoba, a la que pertenecían, cuando en 1828 se erigió el Vicariato Apostólico de Cuyo, situación que se confirmó con la creación de un nuevo obispado en 1834. El período que abarca este trabajo se inicia con la ratificación de la creación del Vicariato hecha por el papa Gregorio XVI (21/11/1832) y el reconocimiento por parte de las autoridades civiles y eclesiásticas mendocinas de la nueva jurisdicción eclesiástica en 1833 y culmina diez años después con la aceptación, por parte de los mismos funcionarios, de la erección del obispado de Cuyo con cabecera en la ciudad de San Juan. Nuestra intención es repasar el accionar de las autoridades de la provincia de Mendoza a la hora de reconocer una nueva jurisdicción eclesiástica que en lugar de concretar la tan ansiada independencia eclesiástica la subordinó a su vecina sanjuanina, con quien competía históricamente por el predominio regional. Creemos que durante esta década Mendoza se movió entre la aceptación de las nuevas autoridades eclesiásticas y sus intenciones de obtener una autonomía que venía buscando desde finales del siglo XVIII. La admisión, no sin conflictos, del Vicariato y luego de la Diócesis, pero la resistencia a enviar los diezmos a la nueva cabecera de San Juan de Cuyo y los pedidos de nombramientos de cargos y provisión de parroquias dirigidos por los vecinos hacia el gobernador provincial pueden pensarse como una intención por parte de las autoridades de conservar la mayor cantidad de atributos soberanos. La aceptación definitiva de la diócesis en 1842 y de su nuevo obispo, José Manuel Eufrasio de Quiroga Sarmiento, deja ver una cuestión más a largo plazo: la presencia de dos poderes supra provinciales como árbitros de las disputas locales: por un lado, la Santa Sede y, por el otro, la injerencia de Juan Manuel de Rosas como encargado de la Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina. El gobernador Pedro Molina no dudó en comunicarse, según las circunstancias, con el gobernador de Buenos Aires y con la Santa Sede para resolver los problemas que la nueva erección del obispado había traído a sus pretensiones de autonomía eclesiástica.