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Entre 1940 y 1950 el Ministerio de Marina de Argentina decide introducir la rata almizclera, para promover su utilización como recursos de valor económico en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Esta decisión se basó en la escasez de pilíferos autóctonos que pudieran ser aprovechados comercialmente. Sin embargo, al efectuarse la introducción no existía información sobre aspectos poblacionales que permitiera planificar en el tiempo una utilización adecuada a dichos fines. En líneas generales, no hubo decisión para su explotación hasta años posteriores, pero, dada la ausencia de predadores naturales y competidores, su productividad se ha incrementado y con ello la necesidad de medidas de control. Sin embargo, al existir una mejor oferta para su utilización seria posible su aprovechamiento como método de control. Recién a partir de 1981 el Gobierno de Tierra del Fuego comienza a regular la caza de especies conflictivas. Actualmente, la temporada de extracción comercial de la rata almizclera está abierta durante todo el año, pero la recolección anual se practica a muy baja escala en forma marginal y estacional. La explotación estuvo signada por innumerables inconvenientes que necesitan ser solucionados, tales como falta de planes de manejo sistemático y su continuidad en el tiempo, carencia de trampas de captura específica, inexistencia de técnicas de procesamiento artesanal de la piel y falta de leyes que regulen el trampeo En Europa su alta densidad constituyó un peligro debido a los canales y a los movimientos de tierra que producen en las orillas de los cursos de agua. En Tierra del Fuego, los efectos sobre el ambiente aun no fueron cuantificados. No obstante ello no se han registrado conflictos en zonas urbanas donde su presencia está controlada por perros y el hombre. En los últimos años la población podría estar regulada naturalmente por la presencia del visón.

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