INVESTIGADORES
OROS Laura Beatriz
congresos y reuniones científicas
Título:
Estrés y variables moderadoras de la percepción de la amenaza
Autor/es:
OROS, LAURA
Lugar:
Rosario. Argentina
Reunión:
Otro; 8º Reunión Nacional de Ciencias del Comportamiento; 2001
Institución organizadora:
AACC
Resumen:
A partir del momento en que un ser humano nace, queda inserto en un medio ambiente social y natural. Desde ese momento y durante toda su vida, el  individuo se relacionará de manera incesante con dicho entorno. En esta relación, el sujeto no asume una posición pasiva; no recibe las influencias sin reacción alguna, sino todo lo contrario, se manifiesta como sujeto actuante ya que al enfrentarse a las demandas del medio, reacciona y lo modifica de acuerdo con sus necesidades y preferencias. El sujeto y el ambiente mantienen una relación bidireccional: el medio influye sobre el hombre y éste selecciona, rechaza y aun modifica o transforma el medio. Se presenta por lo tanto, bajo la forma de interacción (Davini, Gellon de Salluzzi y Rossi, 1978). De acuerdo a la teoría transaccional, el estrés aparece como resultado de esta relación cuando las demandas del medio se perciben como amenazas. Como observan Lazarus y Folkman (1986), el estrés no pertenece a la persona o al medio, ni tampoco es un estímulo o una respuesta, “el estrés psicológico es una relación particular entre el individuo y el entorno que es evaluado por éste como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en peligro su bienestar” (p. 43). Es importante destacar que estos autores no afirman que el estrés surge como resultado de una relación con un entorno negativo o dañino per se, sino como consecuencia de evaluar un evento como amenazante. La percepción de la amenaza se refiere a la consideración que hace el individuo de los estímulos externos que lo afectan negativamente. Percepción porque es un proceso subjetivo, interno e idiosincrático; de amenaza, porque resultan amenazantes al individuo los estímulos del medio que provocan sensación de malestar. Diversos autores (Fierro, 1997; Zubin, 1980, citado en Muñoz, García y Guisado, 1998) mencionan que los estímulos nuevos, impredecibles, incontrolables, ambiguos, no deseables, etc. son frecuentemente valorados como amenazas. Cuando los sucesos son considerados de esta manera, se dispara la respuesta de estrés que será proporcional al valor negativo que se haya atribuido al evento (Goleman, 1997). Existe por lo tanto, una evaluación cognitiva que permite identificar y diferenciar las situaciones favorables de las no favorables. Las personas se diferencian en la forma de valorar la realidad  por lo que un mismo fenómeno puede ser evaluado de múltiples maneras dependiendo de la percepción particular de cada individuo. Esto explica por qué un mismo suceso resulta amenazante (estresor) para algunas personas y no para otras. Gonzalez-Forteza, Andrade Palos y Jimenez Tapia (1997); Lazarus y Folkman (1986); Neufeld (1984) y Ramos y Galera (1997) señalan que los individuos no son igualmente sensibles y vulnerables ante determinados   estímulos y por lo tanto las interpretaciones (evaluaciones) y consiguientes reacciones diferirán.                 Existen dos formas básicas de evaluación cognitiva: la primaria y la secundaria. En la evaluación primaria, el individuo estima las demandas de la situación como irrelevantes, benigno-positivas ó estresantes. En la evaluación secundaria, valora las habilidades para hacer frente a las demandas, es decir, evalúa sus recursos de afrontamiento.                 De este modo cualquier circunstancia podría ser elicitadora de estrés, bastando para ello que la persona la valorase como dañina o amenazante y/o que se sintiera incapaz de hacerle frente adecuadamente. Los sucesos elicitadores pueden ser vitales o cotidianos. La teoría de “acontecimientos vitales” sugiere que vivencias específicas en las personas, producen ciertos cambios que exigen la adaptación del sujeto y que a la larga pueden provocar deterioro del bienestar psicológico y físico. Estos cambios generan situaciones permanentes e irreversibles. El fallecimiento de un familiar cercano, el despido de trabajo, la jubilación, el matrimonio y el nacimiento de un hijo, son ejemplos de esto. Por otro lado, los sucesos cotidianos son experiencias diarias, transitorias y poco importantes, que, sin embargo, son percibidas como memorables y angustiosas (Darley et al.,1990). Estos sucesos tienen un efecto acumulativo que afecta negativamente la salud psíquica y mental.                 Lazarus, 1990; Weinberger y col., 1987 (citados en Myers, 1994) demostraron que “las irritaciones cotidianas pueden ser las fuentes más importantes del estrés” (p. 460). Los mismos autores sugieren que tanto el estrés diario como las satisfacciones que caracterizan la vida cotidiana, poseen mayor significado para la salud que los sucesos vitales. En este trabajo se estudió el estrés asociado a los sucesos cotidianos.                 Como se mencionó anteriormente, la evaluación cognitiva depende de las características particulares de cada individuo. Esto sugiere que ciertos factores personales pueden propiciar o reducir la percepción de la amenaza. Estos factores actuarían como moduladores o mediadores entre el potencial estresor y la sensación de estrés, por esta razón se los denomina variables moderadoras. Existen innumerables variables que moderan la percepción de la amenaza, esta investigación se remitirá a estudiar dos de ellas: el Neuroticismo  ó  inestabilidad emocional  y el género, que serán estudiadas en alumnos universitarios pupilos en la Universidad XX. El principal objetivo de este estudio ha sido establecer de qué manera la percepción de la amenaza está moderada por la inestabilidad emocional (neuroticismo) y el género. Para llevar a cabo este objetivo fue necesario: (a) identificar previamente los acontecimientos que los alumnos percibían como estresantes y (b) elaborar una lista de eventos potencialmente amenazantes que permitiera medir el nivel de estrés de los estudiantes.                 El término Neuroticismo será abordado desde el modelo de los cinco grandes factores de la personalidad, como una faceta de la personalidad normal que indica una vulnerabilidad pero no una psicopatología. Según este modelo las personas neuróticas conllevan más o menos las mismas disposiciones   que las demás, vivencian lo mismo y realizan tareas similares, sin embargo se caracterizan por experimentar un alto grado de ansiedad frente a algunos acontecimientos que son percibidos como irrelevantes por el resto de la gente. Generalmente presentan emociones negativas como miedo, culpa, hostilidad, tristeza  o depresión y aversión. Suelen cambian fácilmente de estado de ánimo, tienen tendencia a la hiperactividad y son generalmente muy sensibles, se preocupan mucho por todo tipo de eventos cotidianos. Este tipo de sentimientos aumenta la probabilidad de que aparezcan pensamientos irracionales, incapacidad para controlar los impulsos y para hacer frente al estrés, por lo que esta variable puede ser considerada como moderadora de la percepción de la amenaza. Con relación al género, existen numerosos estudios que se han llevado a cabo con el fin de establecer comparaciones entre hombres y mujeres. Estas investigaciones han concluido que existen diferencias en la manera de pensar, actuar y sentir entre ambos. Hay quienes sostienen que estas diferencias tienen un predominante origen biológico, otros afirman que son producto de la influencia social, y otros predican que son resultado de un determinismo recíproco, es decir, que influyen de igual manera la disposición biológica y la influencia social y cultural. Pero más allá del origen, las diferencias entre los hombres y las mujeres existen, y si éstos difieren en su forma de actuar, pensar y sentir, tal vez perciban la misma realidad de manera diferente. Esto lleva a pensar que el género puede actuar como variable moderadora del estrés, potenciando la percepción de la amenaza en unos y atenuándola en otros.