INVESTIGADORES
TONKONOFF Sergio Esteban
congresos y reuniones científicas
Título:
Violencia y Apoteosis
Autor/es:
SERGIO TONKONOFF
Lugar:
CABA
Reunión:
Jornada; IV JORNADAS DE MONSTRUOS Y MONSTRUOSIDADES; 2010
Institución organizadora:
IIEGE Y LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
Resumen:
El presente trabajo tiene por objeto presentar una lectura de la obra de Georges Bataille relativa a la violencia y lo sagrado. Lectura que postula la existencia, en dicha obra, de una teoría socio-psicológica de lo que bien puede llamarse monstruosidad social. Teoría articulada (o articulable) en relación a dos series conceptuales complementarias: aquella que conforma lo que Bataille define como homogeneidad social (trabajo, saber, intercambio, individuo) y la que nombra como heterogeneidad (violencia, mito, comunicación, multitud). Y esto porque la monstruosidad social sería un modo de heterogeneidad particularmente intenso ? en términos del shock afectivo y cognitivo que produce ? y particularmente definido ? en términos de las formas que adquiere y las funciones que cumple. El monstruo es aquí un tipo mítico (o más bien mito-histórico): constituye el locus simbólico de todas las transgresiones. Su modelo es el de la fiesta primitiva: un interludio en la vida cotidiana, tan efervescente como necesario, hecho de excesos y de licencias, siempre próximo de la muerte, opuesto al tiempo habitual de las labores y las constricciones; un segmento caótico cuya limitación y ritualización le otorga un valor purgante, favorable a la reproducción societal e individual. De allí que para Bataille el monstruo sea en el espacio, lo que la fiesta arcaica es en el tiempo. El monstruo social es siempre un homo violens, doble invertido del homo faber, cuya función consiste atraer sobre sí los afectos radicales que habitan en cada individuo, concentrarlos y re-presentarlos. Mostrar públicamente la vigencia de aquellos estados afectivos e imaginativos que permanecen habitualmente difusos y fantasmáticos, confinados al afuera social y subjetivo, pero son siempre pasibles de actualización y reunión. Su tarea es convocarlos y dramatizarlos en una operación catártica y espectacular. Operación que, para los espectadores, constituye una especie de transgresión vicaria, realizada por persona interpuesta. Contemplando en él (o ella) un gasto desenfrenado e inútil ? en el lujo, la sexualidad, y/o la muerte ?, los individuos se reconocen imaginariamente como sujetos en ?su punto de ebullición?. Es decir, sujetos a un movimiento de desencadenamiento de la duración y de la identidad capaz de establecer, allí donde había entidades separadas, una comunicación tanto más profunda cuanto más irracional. O dicho de otro modo: capaz de inaugurar estados de multitud. De allí que sean siempre monstruos sagrados. Tal ha sido el caso de los transgresores monumentales y legendarios preferidos por Batille: Gilles de Rais, Elizabeth Báthory, el Marqués de Sade y Peter Kürten, el vampiro de Düsseldolf.