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La historiografía argentina suele fijar su fecha de nacimiento a finales del siglo XIX, cuando se publicaron las obras mayores de Mitre y de López, consideradas como las primeras en haber alcanzado el rango de Historias Nacionales. Esta interpretación canónica condenó al olvido a la abundante producción que durante los decenios anteriores había desarrollado otras narrativas sobre el pasado rioplatense que no tenían por qué dar cuenta del desarrollo de la nación, de la nacionalidad argentina o de alguno de sus elementos constitutivos. Resulta llamativo que la misma historiografía que ignoró esas producciones, haya resaltado también que desde los inicios de la década de 1830, se había comenzado a extender en el Río de la Plata una conciencia historicista en la que convergían corrientes culturales como el romanticismo y políticas como el nacionalismo. Con lo cual, de ser cierta la premisa antedicha, deberían haberse escrito esas Historias Nacionales cuya realización, sin embargo, debió esperar varias décadas. Esta aporía pone en evidencia algunos de los problemas que dificultan el análisis de la cultura y la política del período, mayormente resueltos apelando a anacronismos o a perspectivas teleológicas. Para lograr una mejor comprensión de estos problemas realizamos un análisis y una descripción de una serie discursiva integrada por textos en los que las elites político-letradas dejaban asentadas sus representaciones de la Revolución de Mayo. La razón de esta elección es que la Revolución era considerada como un acontecimiento que había inaugurado una nueva era en la historia rioplatense y americana, por lo que se constituyó en un término de referencia compartido por los distintos sectores políticos e ideológicos que participaban de la vida pública rioplatense, aunque fuera valorada e interpretada de diverso modo.

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