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A principios del siglo XX el agro argentino -que absorbía las mejores técnicas disponibles y las implementaba expandiendo fronteras sobre la base de una favorable dotación de recursos naturales- se destacaba como un poderoso motor de desarrollo e irrumpía en los mercados mundiales -a punto tal que el país era considerado ?el granero del mundo?-. La Argentina del Centenario celebraba producciones récord -que comenzaban a superar los 10 millones de toneladas anuales en granos- con ?asombrosos? rendimientos -10 quintales por hectárea de maíz-. Una centuria más tarde, la historia parece repetirse: la Argentina del Bicentenario exhibe una producción agraria nuevamente récord, diez veces superior a la de un siglo atrás, los rendimientos de maíz que asombran (cada vez menos) pasan, en algunos casos, los 100 quintales por hectárea, y vuelve a ser un participante central en el escenario agrícola mundial.