INVESTIGADORES
MOREIRAS Stella Maris
congresos y reuniones científicas
Título:
Cronología y distribución de los colapsos de laderas en la Cordillera Alta de San Juan (31°S).
Autor/es:
JEANNERET P., ; MOREIRAS S.M.; ORGEIRA M.J.; CORREAS GONZALEZ M.; JUNQUERA-TORRADO S.; RÍOS L.D.
Lugar:
Puerto Madryn
Reunión:
Congreso; XXI Congreso Geológico Argentino; 2022
Resumen:
Las topografías abruptas producto de la erosión glaciar hace que las laderas sean propensas a colapsar, tanto por el mismo efecto erosivo, por el fenómeno paraglacial posterior al retroceso (Ballantyne, 2002; McColl, 2012) o por los mismos depósitos glacigénicos inconsolidados e inestables, ya sean cordones morénicos o terrazas fluvio-glaciares, donde también actúan los fenómenos paraglaciales (XX?¡?). El alcance y ocurrencia de los grandes colapsos de laderas en los Andes Centrales fue históricamente subestimado al ser confundidos por depósitos glacigénicos (Abele, 1984) y gran parte de esta confusión pudo deberse a que este material juegan un rol importante en la distribución de los grandes colapsos de laderas en las zonas altas de los Andes semiáridos de Argentina (Moreiras et al., 2017; Jeanneret et al., 2018). En la Cordillera Frontal de San Juan, los valles que emergen del Cerro Mercedario (6720 m s.n.m.; 31°58?44??S; 70°06?46??O) hacia el este, el Río Colorado y el Arroyo Laguna Blanca, ambos confluentes del Río Blanco, fueron labrados por la erosión glaciar dejando depresiones en forma de ?U?, con pendientes verticalizadas y depósitos morénicos que no sólo fueron incluidos en el movimiento de los grandes colapsos sino que, en algunos casos, son el material parental y principal causa del movimiento (Jeanneret et al., 2018). Esta observación permite interpretar a estos colapsos como eventos posteriores a las grandes glaciacionesaunque no hay dataciones en este sector andino que indiquen en qué momento ocurrieron. Tampoco existen estudios que indiquen si estos eventos están vinculados a movimientos sísmicos como ocurre en la Precordillera sanjuanina (Junquera-Torrado et al., 2017; 2019), o a eventos climáticos como en cuencas adyacentes (Hermanns et al., 2015; Moreiras et al., 2018; 2020). En este trabajo se presentan las dataciones cosmogénicas por 10Be y 26Al que fueron realizadas sobre bloques graníticos de grandes avalanchas de roca sobre el Arroyo Laguna Blanca y el Río Blanco de San Juan. Estos bloques graníticos pertenecen a cordones morénicos apoyados sobre los afloramientos rocosos que fueron involucrados en el movimiento. Las tres avalanchas de roca datadas, denominadas Avalancha Granítica (AG; 2185 m s.n.m.), Avalancha Chinches (AC; 2465 m s.n.m.) y Avalancha Laguna Blanca (ALG; 3149 m s.n.m.), arrojan edades de 20,9 ± 1,4 ka, 10,8 ± 0,7 ka y 12,8 ± 0,9 ka, respectivamente (Fig. 1). La AG es una avalancha con cicatriz en la ladera Norte del Río Blanco, movilizando la roca granítica cortada por diques andesíticos/dacíticos que aflora a una altitud de entre 2500 y 3000 m s.n.m., este material cruza el Río Blanco y puede encontrarse en la ladera opuesta desde donde se sacó la muestra MQ01 con 20,9 ± 1,4 ka. Esta avalancha se apoya sobre un cordón morénico preservado en la ladera Sur (Jeanneret et al., 2016). Ls AC parte de la ladera Sur, viaja alrededor de 3 km hacia el Norte y también alcanza a desembocar en el Río Blanco pero no hay evidencias en la ladera opuesta, aunque por su espesor (>10 m) se asume que pudo haber bloqueado temporalmente el río. La zona de arranque involucra rocas de la Formación Chinches (Mioceno temprano ? Pintos et al., 2017) perteneciente a la Cuenca Manantiales, pero moviliza bloques graníticos pertenecientes a un cordón morénico. Este bloque (MC01) fue datado en 10,8 ± 0,7 ka sobre el depósito de avalancha y la litología granítica se encuentra incorporada litocinemáticamente con la Formación Chinches, como se observa en el corte de la avalancha, lo cual podría explicar un reseteo?¡? . Por último, la ALG parte de la ladera Sur involucrando rocas riolíticas del Grupo Choiyoi junto con diques dacíticos/andesíticos y también incluyó material morénico tanto de la zona de arranque como del fondo del valle. El bloque datado (DLBIII01) pertenece a esta fase granítica del movimiento y arrojó un resultado de 12,8 ± 0,9 ka. Tanto la ALG como la AC arrojaron edades del Holoceno inmediatamente posteriores a facies tardías al Ultimo Máximo Glacial (UMG) en valles y alturas que se estima perdieron el soporte del hielo glaciar a comienzos del Holoceno (Jeanneret et al., 2016; 2020). Con respecto a la AG, se ubica temporalmente dentro de los últimos estadíos del UMG pero en zonas topográficas que ya no estaban cubiertas por hielo, ya que esta glaciación alcanzó los 3000 m s.n.m. en este sector andino. Estas edades nos dan un indicio del efecto paraglaciar de los valles glaciarios y ayudan a entender el desarrollo de los factores condicionantes de las grandes avalanchas de roca en este sector andino. Si bien las dataciones corresponden a bloques individuales, por falta de bloques apropiados para dataciones cosmogénicas, es una primera aproximación a una zona que no posee ninguna información geocronológica y es consiste con observaciones en otros sectores de alta montaña (Moreiras et al., 2015; 2020). Las interpretaciones cronológicas con respecto a la relación estratigráfica entre depósitos morénicos y avalanchas de roca ayudan a la interpretación de los datos numéricos presentados y los depósitos morénicos inestable también aportan material para extender el volumen y movilidad de las avalanchas de roca cuando son incorporadas.