De mariposas y tormentas. Masacre de extranjeros en un valle pampeano, Tandil 1872.

MARCELINO IRIANNI

Mar del Plata

Jornada; XVI JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA; 2017

Universidad Nacional de Mar del Plata

Reza, un viejo proverbio chino, que ?el aleteo de una mariposa puede desatar una tormentaal otro lado del mundo?. Cuando a mediados del siglo XIX el humo de una fábrica de textileseuropea provocó el vuelo de una mariposa, un ganadero tandilense giró instintivamente su cabezaen esa dirección. Uno de aquellos temporales estallaría en la estrechez de un místico valle serranobonaerense en enero de 1872, momento en que el Estado modernizaba los mecanismos de poderlocales y los inmigrantes ocupaban espacios económicos que el criollo desestimaba o desconocía.Pese a ser un pueblo que aún guardaba el estatus de frontera, Tandil era entonces un espacio máspermeable. Allí, algunos criollos y unos pocos gauchos intentaban aferrarse -tanto como losganaderos y políticos locales- a una estampa socio-económica que se esfumaba.Ya a fines de 1871, una tormenta de dimensiones inimaginables recorría la pampa. Faltabaaquel relámpago cargado de misterio para que se hiciese realidad el rumor de ese anunciado diluvioque inundaría la región. Tandil y Azul reunían las condiciones orográficas y socio económicas paraque se desate el caos que separaría buenos de malos. En un par de horas, un grupo de criollosdevenidos en jinetes del apocalipsis mataban 36 extranjeros, seducidos por la idea de una sociedadnueva surgida tras un improvisado Juicio Final en aquella maqueta imperfecta del mundo.Una arista de aquel episodio no ha sido mayormente percibida por historiadores yantropólogos. Acaso se trate del primer drama que reune a nativos -criollos y gauchos-, indios yextranjeros en el mismo escenario, sin libreto rígido y final abierto, con ribetes difusos dexenofobia. La coyuntura internacional intentaba homogeneizar occidente, moldeaba el ámbitorioplatense para hacer lugar a los tentáculos de un capitalismo que buscaba ordenar bordescomplejos de países tan nuevos como alejados. Ciertos procesos locales hundían sus raíces en laépoca colonial, otros agregaron tensión entre las décadas de 1820 y 1870. Algunos actores teníanclara conciencia de la tormenta que se avecinaba, otros apenas una intuición y el resto la descubriríacon las primeras gotas en sus sombreros, tocados y vinchas. Unos pocos, con experiencia entemporales, esperaban con ansiedad el desenlace.