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Las radiaciones ionizantes (RI) constituyen una herramienta esencial para la Medicina Moderna. Como consecuencia, más personas están expuestas a radiación por la práctica médica que por cualquier otra actividad humana. La misma contribuye con más del 95 % del total de la exposición a radiaciones artificiales y sólo es superada por el fondo natural de radiación como fuente de exposición. No obstante, las RI, por sus propiedades inherentes, tienen un riesgo asociado a eventos carcinogénicos y efectos tisulares serios. En consecuencia, se evidencia la necesidad de reducir estos perjuicios, promoviendo tareas de concientización del posible daño mutagénico radioinducido. Se entiende que los procedimientos radiodiagnósticos, en medicina nuclear, en radioterapia o intervencionismo deben ser debidamente justificados y perfeccionados. En referencia, se destaca que la optimización de la práctica depende de la eficiencia del personal interviniente. De esta manera, se hace esencial la capacitación radio-sanitaria en trabajadores hospitalarios de las áreas pertinentes, dado que la responsabilidad final de la exposición del paciente a la radiación reside en ellos, quienes deberían ser conscientes de los riesgos y los beneficios de los procedimientos involucrados. De acuerdo a lo expuesto, a través de un proyecto de Extensión de la UNLP, se proponen tareas de alfabetización científica, que intentan promover el cumplimiento de los criterios de Protección Radiológica, que establecen que las prácticas deben estar justificadas y que la protección debe ser optimizada. Se trata de un principio que conduce a impedir la utilización de fuentes de radiación con fines superfluos y que repercute no sólo en su propia salud sino también en la del paciente y del público.Se considera que así, se lograría reducir las exposiciones a RI (laborales y del paciente), al nivel más bajo que lo que razonablemente pueda alcanzarse

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