INSTITUTO "DR. E.RAVIGNANI"   24160
INSTITUTO DE HISTORIA ARGENTINA Y AMERICANA "DR. EMILIO RAVIGNANI"
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
El Partido Comunista Argentino y su relación con la Internacional Comunista ante la ruptura ?penelonista?
Autor/es:
VÍCTOR AUGUSTO PIEMONTE
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; II Jornadas de Estudiantes y Graduados de Historia; 2015
Institución organizadora:
Universidad Nacional de General Sarmiento
Resumen:
El comunista de origen suizo Jules Humbert-Droz, jefe del Secretariado Latino del Comité Ejecutivo (CE) de la Comintern o Internacional Comunista (IC), entendía a comienzos de 1928 que la causa de la crisis interna experimentada por el Partido Comunista de la Argentina (PCA), particularmente visible desde mediados del año anterior, residía en los métodos de trabajo empleados por su dirección. Según el diagnóstico de Humbert-Droz, existía en el PCA una mayoría, conducida por Rodolfo Ghioldi, y una minoría, encabezada por José Penelón, pero la sección argentina de la IC no disponía realmente de un Comité Central (CC). Esta situación había decantado en la formalización de un pedido de intervención de la IC para dirimir los problemas internos del PCA. No obstante, el encargado de elevar la solicitud no había sido el revolucionario ruso Boris Mijailov, quien, enviado por la IC para supervisar el desempeño de los principales partidos comunistas de la región permaneció en Sudamérica entre 1926 y 1927, operaba bajo los seudónimos de ?Williams? y de ?Raymond?. Por el contrario, el telegrama enviado a Moscú en el que se solicitaba participación soviética llevaba la firma de Pedro Romo, quien por entonces oficiaba de secretario general del PCA. El resto de la dirección del partido no había estado al tanto de la comunicación entablada desde Buenos Aires. Esto llevaba a Humbert-Droz a confirmar la suposición de que, en consecuencia, el PCA no contaba con un CC. Penelón, de hecho, aseguraba haber tomado conocimiento pleno del telegrama después de que el mismo fue respondido por la IC. La contestación fue remitida al mismo Penelón por su calidad de representante del Secretariado Sudamericano (SSA), aunque Romo había pedido que la respuesta fuera dirigida a su domicilio personal.Hasta el instante mismo en que se produjo la expulsión del grupo minoritario dentro de la conducción del partido, el grupo mayoritario destinó ingentes esfuerzos a criticar el trabajo municipal ?y particularmente el trabajo en los barrios pobres? llevado adelante por Penelón. De igual modo, comunicó por propia decisión que la dirección del partido no existía más como tal, habiendo sido reemplazada por dos partidos dentro del PCA.En este esquema, Penelón era presentado como quien dilataba toda posibilidad de llegar a un acuerdo para poder ganar así algo de tiempo que le permitiera concentrar fuerzas. Esto motivó a la mayoría del CC a solicitar una intervención urgente por parte de la IC en la intención de evitar el estallido de una guerra facciosa. Era necesario, sostenía, que la IC diagramara una plataforma política adecuada para superar la crisis argentina. Partiendo de esta situación problemática que marcó la trayectoria del PCA durante todo el tiempo restante en que hubo de perdurar la IC, y discutiendo al mismo tiempo con gran parte de la historiografía tradicional que ha tendido a adjudicar al comunismo soviético una intención de someter a sus secciones nacionales desde la misma génesis de cada una de ellas, en este artículo someteremos a examen una hipótesis original vinculada a la posibilidad de que haya sido la misma dirección mayoritaria del PCA la que, al solicitar la intervención del Comité Ejecutivo (CE) cominterniano en los asuntos internos de la sección argentina, condujo a un alineamiento dogmático con la IC.Este trabajo concluye que si una vez producida la última gran escisión del PCA de la década de 1920 no arribaron más a la Argentina representantes de la IC para seguir realizando trabajos de organización con constancia, ello se debió en gran medida al hecho de que no fue ya necesario conducirse en ese sentido. Con el distanciamiento del sector contestatario de la dirección del PCA que encarnaron Penelón y su círculo quedaron obsoletas las motivaciones que encontraba el CE de la IC para dirigir una mirada atenta en un partido que, a partir de entonces, ya no representó desafíos a las directivas votadas en Moscú. Con la separación de los penelonistas, en consecuencia, la dirección del PCA experimentaría un giro sustancial. Desde entonces todo intento de efectuar un análisis marxista que pudiera contrariar los lineamientos que se trazaban en el seno de la IC quedaron anulados y la norma pasó a ser la implementación mecánica y acrítica de las formulaciones relativamente universales que se elaboraban en la Unión Soviética. Aunque la IC tenía potestad para interferir en la vida interna de los partidos comunistas suscriptores cuando lo considerase necesario, las modalidades y sus alcances no estaban ni formalmente ni informalmente estipulados. Los pedidos presentados por la dirección del PCA para que se produjeran las intervenciones del CE de la IC ante las discusiones internas que derivaron en la gran crisis-ruptura de 1928, además de haber sido provocada por la sección nacional y no demandada por la IC, representan casos singulares en los cuales el partido intervenido exigió un nivel de compromiso en el arbitraje de sus facciones mayor al que el organismo internacional mismo se encontraba dispuesto a conceder.