INVESTIGADORES
KARCZMARCZYK Pedro Diego
artículos
Título:
Comentario de "Comprensión como participación: dialéctica entre la particularidad y la generalidad en la hermenéutica de Gadamer" de María Gazmuri
Autor/es:
KARCZMARCZYK, PEDRO
Revista:
TRANS/FORM/AçãO
Editorial:
UNIVERSIDADE ESTADUAL PAULISTA (UNESP)
Referencias:
Lugar: San Pablo; Año: 2021
ISSN:
0101-3173
Resumen:
El trabajo de María Gazmurri expone la concepción gadameriana de la comprensión como participación, o bien, como lo dice la autora, la circunstancia de ?que toda comprensión es interpretación y que ésta posee la estructura de la participación?. El punto de apoyo de la exposición de Gazmurri es la concepción gadameriana de la obra de arte, en la cual, como es sabido, la noción de juego desempeña un rol crucial. Gadamer se vale de este concepto para mostrar las limitaciones de las posiciones subjetivistas que dominaron el pensamiento estético desde la reflexión que Kant llevara adelante en su Crítica del juicio. En efecto, Gadamer explota el elemento del juego que, desde el ?libre juego de la imaginación y el entendimiento? en el que Kant viera la fuente de placer universalizable que legitima las pretensiones de generalidad de los juicios de gusto, se convirtió en un concepto central del pensamiento estético. Gadamer muestra, como Gazmurri reconstruye con trazo seguro y a la vez afable, que si bien el juego requiere de actitudes subjetivas, el juego en cuanto tal no puede construirse a partir de actitudes subjetivas o, como lo diría Gadamer, de la ?conciencia del jugador?. El juego es un acontecimiento que precede y que desborda la conciencia de los jugadores. Para jugar ajedrez hay que tener voluntad de hacerlo, pero esta voluntad de jugar desafía las concepciones demasiado estrechas de la subjetividad, las que harían de la misma una esfera aparte del mundo: la voluntad de jugar ajedrez está tramada, en su propia sustancia, por la existencia del ajedrez. Nadie podría querer jugar ajedrez si antes no hubiera, aprendido sus reglas. De este modo, el juego, o la fiesta, fenómeno que Gazmurri también analiza solventemente, plantean un conjunto de exigencias, una interpelación hacia quienes van a tomar parte en los mismos, que nos llevan a rechazar la idea de que se trate de subjetividades individuales aisladas, sino más bien de subjetividades que entablan una relación de pertenencia con un acontecer previo y de participación en un acontecer que los rebasa. El juego lleva ínsita la posibilidad de exhibirse para otros, posibilidad extremada en el juego del arte, con la cual el mismo duplica su estructura para convertirla en objeto de comprensión. En los juegos culturales y en el juego del arte esta posibilidad se hace explícita, se representa para alguien, el espectador adquiere contornos definidos, integrados en el juego o en la obra. La esencia de la obra se ofrece a la comprensión, pero no como un objeto apartado, sino a través de la mediación de la representación de la obra, como es evidente en el teatro, en la música o en la danza, mediación que sólo se completa en el espectador, que ya no es concebido como un sujeto que contempla a un objeto, sino como un elemento integrado a la esencia de la obra. Las potencialidades de la verdad en el arte dependen de que la obra de arte no puede evitar tematizar esta estructura, tematización cuyo alcance, según Gadamer, es de carácter general, u ontológico.