INVESTIGADORES
TOZZINI Maria Alma
capítulos de libros
Título:
Intentando un zurcido invisible: la relación naturalezas - culturas en la forma de mirar la presencia indígena en Patagonia o un ejemplo de cómo el sentido común se viste de ciencia
Autor/es:
MARÍA ALMA TOZZINI
Libro:
Memorias de lo tangible. Lugares y naturalezas en contextos de subordinación y alteridad
Editorial:
UNRN Editora, Colección Aperturas
Referencias:
Lugar: Viedma; Año: 2022; p. 121 - 140
Resumen:
A principios de 2001 llegaba a vivir a la Comarca Andina del Paralelo 42º con mi carrera de antropóloga que se acercaba a su fin; eran varias las etapas que aún me faltaban atravesar, entre ellas delinear un tema de tesis; tal vez por esa razón mi escucha estaba particularmente atenta hacia algunos comentarios que dictaminaban sobre la historia y las personas que habitaban el lugar, a su origen y procedencia, a las "oleadas migratorias" y también a la legitimidad que el momento de llegada parecía imbuir a las personas.Había ciertas cuestiones que "la gente de a pie" afirmaba con claridad meridiana; no como pregunta. Como afirmación. Como verdad revelada. Alguna de las afirmaciones que más llamaban mi atención eran: "los mapuches son chilenos"; "apoyar los reclamos mapuches por la tierra es apoyar el expansionismo chileno en Patagonia" (esto se unía, en pleno imperio de los Lecop , con el precepto de no entregarle pesos a los comerciantes chilenos porque "se llevaban nuestra plata afuera"; así si el mapuche era desacreditado por imputársele una nacionalidad, chilena, sufría una doble desacreditación, pues los chilenos también eran materia de "desconfianza"). También, entre las que me resultaban más curiosas: "acá [en referencia a los bosques de la cordillera chubutense/ rionegrina] los tehuelches no llegaron nunca porque le tenían horror al bosque" y, finalmente, "los mapuches masacraron a los tehuelches", "los tehuelches se extinguieron". Ahora, así como algunos descartaban la presencia indígena en la región en virtud a una suerte de repelencia por parte de los tehuelches al entorno natural; otros se animaban a deslegitimar el reclamo de ciertos derechos ciudadanos (como la luz eléctrica) que efectuaban familias mapuche de la zona en virtud que "el verdadero indio" no poseía estas comodidades en el pasado. En consecuencia, según estas visiones, quien se definía como indio debía mostrarlo "viviendo como antes", es decir, sin ningún tipo de servicios básicos.Así, determinada condición propia del medio natural imposibilitó en el pasado que los grupos indígenas se acercaran a vivir en este lugar; en el presente, ciertos reclamos, según ciertos interlocutores, ponían en entredicho ciertos rasgos culturales que los alejaban de una supuesta vida en relación íntima con la naturaleza, como los "verdaderos indios".En una Comarca donde -por nombrar solo algunos ejemplos- un cerro se llama Piltriquitron, otro Currumahuida, otro Motoco, circulaban ideas tales como que los mapuches no eran "autóctonos" porque eran chilenos y los tehuelches nunca habían estado acá porque le tenían pánico a estas condiciones climáticas y topográficas; además ya estaban "extinguidos". La zona era definida, entonces, como sin origen indígena posible.Aquellas primeras frases que me recibieron en la Comarca y a las que, tal vez por mi trayecto formativo presté especial atención, me llevaron a intentar desandarlas desde las herramientas que mi carrera podía darme para interpretarlas. En efecto, aquellas "verdades" que mis interlocutores esgrimían con total convencimiento y naturalidad tuvieron sus raíces en tiempos cercanos a la misma "Conquista del Desierto" y a lo largo del siglo XX a partir del trabajo de campo en Patagonia liderado por las campañas paleontológicas del Museo de La Plata (Podgorny, 2002), institución que, paralelamente, tuvo un peso importante en la manera en la cual se dio inicio a una forma de conceptualizar a la población vencida vía sus colecciones antropológicas . Una de las maneras de mirar esta realidad fue a través de la idea de "vaciamiento". Esta idea postulaba que, tras la avanzada del Ejército nacional argentino a fines del siglo XIX, la Patagonia había sido -prácticamente- vaciada de indígenas, y que luego este espacio fue siendo reocupado. Si bien se trata de teorías hoy superadas desde la academia, requieren de un profundo análisis pues han perdurado incuestionadas en el sentido común y han mantenido viva una corriente teórica que, si bien fue hegemónica al inicio de la Licenciatura en Ciencias Antropológicas en Buenos Aires allá por 1958, también fue fuertemente discutida y resistida en nuestro país a partir de la primera promoción de antropólogos a mediados de la década de 1960, y superada definitivamente tras la recuperación democrática en 1983 (Guber y Visacovsky, 2000).Quienes nos vinimos a vivir y a trabajar a la Patagonia nos encontramos, a la vuelta de la esquina, con estas teorías gozando de buena salud, no en la academia, donde ya habían pasado a ser objeto de la "Historia de la Teoría Antropológica", pero sí en los tomadores de decisiones respecto de qué hacer, cómo ordenar y cómo mirar a la población indígena; máxime si esta se encuentra en un proceso de demanda territorial desde coordenadas étnicas.Sin embargo, para entender este derrotero debemos obligatoriamente remitirnos a las primeras etapas de nuestra disciplina en Europa y Estados Unidos, para desandar el origen de esta teoría, entender sus vías de entrada a la Argentina, cómo se perpetuó en su academia y acaso por qué -aun cuando tuvo su ocaso en ese ámbito- en Patagonia sus mecanismos de reproducción y legitimación siguen incólumes.