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Toda actividad industrial desarrollada sobre la base del uso de insumos, materias primas y recursos de todo tipo (financieros, económicos, mano de obra, ambientales) tiene asociada en forma indirecta la generación de una serie de efluentes (sólidos, líquidos y/o gaseosos) como consecuencia de su proceso productivo. Un cambio a nivel mundial que se está dando en el paradigma de la visión de estos desperdicios, y nos hace dar cuenta hoy que todo lo que forma parte de estas corrientes en realidad es materia prima y recursos que se perdieron. Por este motivo se ven promovidas en los distintos ámbitos políticas de producción más limpia (P+L), aplicación de la mejor tecnología disponible en cada caso, entre otras, orientadas a minimizar la generación y grado de contaminación de estos efluentes. Sin embargo, más allá de que se implementen estas medidas la realidad de los procesos actuales marca que, aunque en menor medida, es inevitable su generación. Específicamente en la industria láctea el agua de lavado de equipos y pisos, líquidos de arrastre, el suero y los derrames accidentales que puedan darse, representan la mayor preocupación desde el punto de vista económico y ambiental, ya que compromete la eficiencia y competitividad de las industrias en el mercado actual. La variedad de productos y los métodos de producción, hace que las aguas residuales de la industria láctea tengan características muy variables, ya que según el producto que se elabore se afecta considerablemente la carga contaminante. Sin embargo, una característica general de estos efluentes líquidos es su alta carga orgánica biodegradable. En el presente capítulo se presenta, partiendo de una breve introducción de los procesos físicos químicos y biológicos implicados en los tratamientos de efluentes de estas características, las principales tecnologías disponibles y aplicables a estos casos.

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