INVESTIGADORES
COLOMBI Carina Ester
congresos y reuniones científicas
Título:
Conglomerados estratificados y aglomeradosvolcaniclásticos en la base de la Serie Cenozoica de Talampaya, Sierra Morada-Cerro Rajado
Autor/es:
ASTINI, RICARDO; CARINA COLOMBI; CANDIANI, JUAN
Lugar:
La Pampa
Reunión:
Congreso; VII Congreso Latinoamericano de Sedimentología y XV Reunión Argentina de Sedimentología; 2016
Resumen:
En la vertiente oriental del cordón serrano que margina por el oeste al campo de Talampaya (flancos occidentales de Sierra Morada-Cerro Rajado), próximo al límite interprovincial entre San Juan y La Rioja, se ha cartografiado una unidad compleja que ha sido motivo de discusiones estratigráficas en la bibliografía y considerada alternativamente como cretácica o como unidad basal de las series neógenas. La misma desarrolla una buena continuidad lateral (~20 km) y lenticularidad a nivel cartográfico, que permiten su mapeabilidad. Su espesor medido en la quebrada de La Moradita es de 78 m, donde desarrolla un color morado característico que contrasta con los rojizos anaranjados del subyacente (e.g. Fm Cerro Rajado) y los colores marrones y rojizos pálidos del Cenozoico suprayacente. La misma ha sido descripta e interpretada como dispuesta entre discordancias angulares y su característica principal, aparte del color, es su granulometría muy gruesa y composición volcaniclástica basandesítica. Nuestro estudio litofacial ha permitido reconocer que la unidad apoya sobre un conglomerado tabular polimíctico de carácter regional (~1,5-2 m de espesor) con que inicia la serie cenozoica. Se diferencian dos grandes grupos de asociaciones de facies: una asociación volcaniclástica y una epiclástica. La primera, está compuesta por aglomerados y brechas volcánicas constituidas predominantemente por depósitos de bloques y ceniza, ignimbritas y unidades de flujo afectadas por brechamiento y enfriamiento superficial prematuro. Ambas facies constituyen bancos de gran espesor. Los depósitos de bloques y ceniza alcanzan 15 m de espesor máximo y tienen muy mala selección de tamaños (bloques de hasta 5m de lado) y heterogeneidad composicional (andesitas, traquitas y basandesitas con texturas porfíricas densas hasta vesiculares, con flujo y escoriaceas). Los bloques con formas muy irregulares, se distribuyen flotando o con contactos puntuales dentro de una matriz fina fragmental. Se reconocen rasgos de enfriamiento, diaclazados concoidales, cortezas irregulares y esferulitización progresiva, en los bordes de un gran número de bloques y clastos. Subordinadamente se observan clastos de basamento y algunos de areniscas. Las matrices se componen de líticos volcánicos diversos y material volcaniclástico fino que en ocasiones, parecen gradar a algunos de los fragmentos lávicos que contiene. Los contactos basales son irregulares y en los topes, ocasionalmente sobresalen (protruyen) bloques sobredimensionados. Las unidades de flujo, en cambio, contienen una mayor continuidad composicional y límites difusos entre componentes individuales y matriz. Llegan a tener 5,5 m de espesor y los ?pseudobloques?, a veces adelgazados o diaclazados, desarrollan cortezas irregulares (en corteza de pan) producto de soldamiento prematuro, enfriamiento y brechamiento autoclástico. Mientras que los depósitos de bloques y ceniza corresponden a depósitos muy proximales asociados con episodios explosivos, las unidades de flujo se interpretan como depósitos lávicos y oleadas piroclásticas afectados por enfriameinto súbito, costrificación, vesiculación variada y diaclazamiento. Dentro de esta asociación se reconocen también facies de lapillitas laminadas (de hasta 45 cm) con ondulaciones de escasa amplitud y longitud de onda métrica (del tipo de las antidunas) con desarrollo de gradación inversa en la base y facies de aglomerados volcánicos finos vesiculados y bien seleccionados dispuestos en capas delgadas (hasta 10 cm) y cementados por calcita que, respectivamente, permiten interpretar depósitos de oleadas piroclásticas y depósitos de caída. La asociación de facies epiclástica y composición volcanogénica, se compone de conglomerados gruesos y muy gruesos, mal seleccionados y estratificados en bancos muy gruesos a medianos, con contactos irregulares y bloques sobredimensionados y subordinadamente conglomerados arenosos lenticulares mejor organizados, con cuñas de areniscas andesíticas y parches de limolitas y fangolitas infiltradas como producto de escorrentía o acción eólica. Mientras que la asociación volcaniclástica domina en la base de la unidad, la asociación epiclástica lo hace en el tope, reflejando una clara evolución del sistema. Esto podría indicar que siguiendo a un lapso de eruptividad inicial con depósitos soldados y elevados gradientes asociados a aparatos volcánicos se desarrolló una etapa tranquila donde el relieve volcánico paulatinamente se redujo por reciclado, formando las facies de abanico aluvial con que culmina la unidad. Nuestro estudio litofacial permite sostener que se trata de relictos de un sistema depositacional conoidal muy proximal (posiblemente dentro del km de la boca eruptiva), que permite interpretar una fase volcánica andesítica temprana que afectó al antepaís en este segmento previo a su fragmentación.