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El acceso a los medicamentos, o más bien la falta de acceso, es un problema que tiene implicancias éticas. Ambos son aspectos opuestos de un tema sensible que involucra a la salud. Si bien hay diversas causas que impiden o dificultan el acceso a los medicamentos, se considera como una de las partes mayoritariamente responsable a la industria farmacéutica, por el excesivo lucro obtenido de la venta de sus productos y por fomentar el actual régimen de patentes. Una de las primeras preguntas que debemos hacernos es por qué nos cuestionamos que un laboratorio de especialidades medicinales tenga altas ganancias o proteja su propiedad intelectual o gaste en propaganda de sus productos, cuando no hacemos eso con otros rubros como puede ser un hotel de turismo, un buen restaurante, o un autor de una obra de arte. Una respuesta posible es que los medicamentos no son una mercadería como cualquier otra ya que no son un bien de consumo que una persona pueda elegir comprar o no, sino que muchas veces son absolutamente necesarios para mantener la vida, prevenir enfermedades futuras, restablecer la salud perdida o para mejorar la calidad de vida en caso que la enfermedad no pueda ser tratada. Por otro lado, la salud de los seres humanos es considerada un derecho, en la medida que "la salud contribuye al normal funcionamiento de un individuo preservando sus capacidades de participación en la vida social". Un estado que no satisface un nivel adecuado de salud para sus habitantes es un estado que no garantiza el principio de igualdad de oportunidades y por lo tanto se aleja de la realización de una democracia sustantiva y no meramente formal. De esta forma, garantizar un nivel adecuado de salud a todos los miembros de una sociedad puede ser vista como una obligación de justicia que tiene el estado que se desprende del principio de igualdad de oportunidades. [resumen editado]

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