INVESTIGADORES
RABANAQUE Luis Roman
congresos y reuniones científicas
Título:
El cuerpo propio y los estratos constitutivos de actividad y pasividad
Autor/es:
FORNARI, ANÍBAL (EDITOR), LUIS ROMÁN RABANAQUE
Lugar:
Universidad Católica de Santa Fe/ Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe
Reunión:
Jornada; VII Jornadas Nacionales de Fenomenología y Hermenéutica: Afectividad y ampliación de la razón; 2009
Institución organizadora:
Círculo de Fenomenología y Hermenéutica de Santa Fe-Paraná/ Doctorado y Facultad de Filosofía de la UCSF
Resumen:
Si bien la fenomenología de Husserl se concibe a sí misma en continuidad con el ideal cartesiano de renovación de la filosofía y, con ella, de una renovación de la vida social y ética, el desconocimiento de la correlación universal conciencia—mundo inherente a la intencionalidad como rasgo nuclear del ego cogito, conduce a Descartes a una serie de encubrimientos o distorsiones. Ellas no conciernen sólo a la razón teórica, sino que afectan igualmente a las dimensiones práctica y afectiva del cogitare, por lo cual conciernen asimismo a la corporalidad y la cuestión de la conexión entre cuerpo y subjetividad. Tomando como hilo conductor la noción husserliana de afección, esta exposición procura mostrar de manera somera que, contra la concepción cartesiana que parte del afecto como idea oscura y confusa (R. Descartes, De las pasiones del alma, I, arts. 17-19), los fenómenos afectivos son racionales al menos en los siguientes aspectos: a) no se oponen a los actos de la razón teórica, como ocurre con Descartes, o práctica, como ocurre con Kant, es decir, afección y sentimiento no son “irracionales”, sino que comparten rasgos estructurales con los actos teóricos y prácticos; b) junto con los actos teóricos, “co-originariamente”, fundamentan el obrar práctico, es decir, son la base de la ética; c) la racionalidad de la afectividad activa (intencional) se funda en la afectividad pasiva (afección), donde se constata una tendencia estructural implícita hacia la consecución de metas “protorracionales”; d) en razón de los procesos de habitualización en la pasividad secundaria, tanto afección como sentimiento devienen posesión estable para el yo y lo constituyen en su ser personal. Este carácter habitual implica las posibilidades de aprender, “educar” los sentimientos, “orientarlos”, etc., así como correlativamente des-habitualizar (des-aprender) total o parcialmente (“corregir”) para ganar una nueva habitualidad;  e) la imbricación entre el núcleo afectivo-cinestésico del presente viviente y los estratos estesiológico-volitivos del cuerpo propio muestra que una afectividad desencarnada sería, en última instancia, un contrasentido.