INVESTIGADORES
SCOTTO Silvia Carolina
capítulos de libros
Título:
"Así es como actúo: acerca de lo que (no) es precipitado pero excusable"
Autor/es:
SCOTTO, SILVIA CAROLINA
Libro:
Conocimiento, Normatividad y Acción
Editorial:
Universidad Nacional de Córdoba
Referencias:
Año: 2007; p. 403 - 410
Resumen:
Si decimos que la cadena de las razones tiene un límite, además de señalar una salida al indeseable regreso infinito, podemos querer señalar dos cosas bien diferentes: que es posible alcanzar razones privilegiadas o últimas, por ejemplo, algún conjunto de creencias especiales auto-garantizadas o auto-evidentes capaces de justificar un cuerpo de creencias dado, o bien que la búsqueda de razones llega a un límite donde ya no es posible encontrar más o mejores razones, y, por lo tanto, donde no es posible continuar preguntando ¿por qué?. Wittgenstein defendió, como se sabe, esta segunda alternativa, al afirmar que esta es la situación de los comportamientos normativos caracterizables como casos de seguir una regla, por ejemplo, el empleo de las palabras de un lenguaje o la acción intencional. Tener razones que justifiquen lo que decimos, más allá de las razones del hablante y las justificaciones contextuales apropiadas a las ocasiones particulares de uso, tiene su límite en el significado mismo de las palabras- (En estos casos diríamos algo como: Hablo español). Del mismo modo, tener razones para lo que hacemos es, más allá de las razones específicas que justifican conductas particulares en una red de razones y propósitos del agente, es tanto como reconocer o señalar las convenciones e instituciones, las formas de vida, que muestran los límites de un modo de actuar. Wittgenstein señala estos límites con expresiones como Así es como actúo. Se podría pensar que aunque se trate de modos precipitados (no razonados) de actuar, serían, sin embargo excusables. Por su parte, el carácter no justificatorio ni tampoco explicativo de este tipo de expresiones parece reclamar también algún tipo reconstrucción que despeje la impresión que es el filósofo quien se precipita inexcusablemente, esto es, quien está resignando prematuramente su papel. De hecho, no se trata siquiera de descripciones (las que podrían interpretarse como expresiones indexicales o designadores rígidos) sino de algo menos (o algo más): expresiones de reglas o modos de comportamiento o, como también los denomina Wittgenstein, marcos de referencia. Al sostener que las razones terminan en estos límites gramaticales más allá de los cuales no es posible continuar preguntando, son posibles distintas interpretaciones: (a) que se trata de límites que consisten en convenciones opcionales, culturalmente relativas; o bien (b) que se trata de universales que hay que aceptar porque definen lo que es necesario para nosotros, los seres humanos; o bien que (c) las personas no actúan siempre en base a razones, sino que su actuar sobre la base de razones se apoya en formas de comportamiento no basado en razones, y que esto es esencial a nuestro actuar, y juzgar, o bien que, por último, (d) se trata de los límites que los filósofos podemos revelar cuando intentamos reconstruir la cadena de las razones y reestablecer el sentido de lo que decimos y hacemos. Sostendré que los últimos sentidos son los que, conjuntamente, dan el significado principal de insistencia wittgensteineana en que la cadena de las razones tiene un límite: las personas tenemos y damos razones porque actuamos, en última instancia, apoyados en la certeza infundada de ciertos modos de decir y hacer comunes y, parejamente, la filosofía sólo puede intentar reconstruir y revelar esas reglas y debe, además, no intentar ir más allá. En cuanto a los sentidos a) y b) pueden también ser leídos en clave wittgensteineana, a condición que se subsuman en c) siendo la diferencia entre ellos relativa tanto al tipo de enunciados como al tipo de conductas que estemos tomando en consideración.