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Uno de los registros más elocuentes de los cambios en la composición de la familia y del lugar que en el le cupo a los niños, tiene que ver con la gradual emergencia de un dormitorio separado respecto al de los adultos y, gradualmente, diferenciando los sexos. Este "mundo propio" que habilitaba no sólo un lugar para los juegos y los estudios, sino también un grado inédito de privacidad, fue simultáneo a la gradual compactación y especialización espacial y formal de los recintos en la vivienda.

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