INVESTIGADORES
QUINTANA Ruben Dario
capítulos de libros
Título:
Relación entre la estructura del paisaje en un humedal y la fauna silvestre: el carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris) como caso de estudio
Autor/es:
QUINTANA, RUBEN DARIO
Libro:
Tópicos sobre humedales subtropicales y templados de Sudamérica
Editorial:
UNESCO
Referencias:
Lugar: Montenvideo; Año: 1999; p. 185 - 204
Resumen:
De acuerdo con Lavers y Haynes-Young (1993), la ecología del paisaje estudia la estructura de
los paisajes, la forma en que ellos funcionan y como cambian a lo largo del tiempo. En los últimos
años ha cobrado importancia el estudio de patrones y procesos ecológicos a esta escala ya que
la misma tiene en cuenta las relaciones entre distintas unidades de la superficie terrestre. De este
modo, cuestiones tales como la dinámica de la heterogeneidad espacial, las interacciones espacio
temporales y los intercambios de materia y energía a lo largo de paisajes heterogéneos, así como
la influencia de la heterogeneidad espacial sobre los procesos bióticos y abióticos, constituyen
objetivos centrales en su desarrollo (Risser et al., 1984). En este contexto, la ecología del paisaje
hace énfasis en la influencia de la heterogeneidad espacial en los sistemas ecológicos,
considerando al paisaje como un nivel de organización supracomunitario (Lidicker, 1995). De
acuerdo a este punto de vista, los paisajes pueden considerarse mosaicos de parches
interactuantes compuestos por distintos tipos de comunidades. Dado su enfoque novedoso de considerar las relaciones entre las unidades que conforman un
paisaje, esta disciplina ha tenido también una profunda influencia sobre la ecología de poblaciones
y de comunidades, planteado las problemáticas a este nuevo nivel jerárquico. En este campo
resulta fundamental, al estudiar el componente faunístico de un sitio, abordar la problemática a
través de la identificación de aquellas variables claves que condicionan la aptitud de un ambiente
para una determinada especie. Técnicas innovadoras tales como radiorastreo de especies de
fauna (Maher y Cox, 1995) o sistemas de información georreferenciada (SIG) (Haynes-Young,
1993), se han convertido en herramientas indispensables en la investigación de problemas
ecológicos a distintas escalas espaciales. A modo de ejemplo, pueden mencionarse diferentes
problemáticas de interés teórico o aplicado: relaciones entre patrones de distribución de especies
y distintos factores o procesos ambientales; análisis y evaluación de hábitat de especies en peligro
de extinción o de interés comercial; efecto de los usos de la tierra sobre las poblaciones animales;
relación entre la heterogeneidad y/o la fragmentación del paisaje y aptitud de hábitat para una
especie de fauna; evaluaciones de impacto ambiental, entre otras.
Uno de los componentes más importantes de la estructura del hábitat es la heterogeneidad espacial,
la cual está conformada no sólo por los distintos tipos de vegetación y geoformas sino también
por la forma en que éstas varían en el espacio (Wiens, 1976). Por lo tanto, la variabilidad observada,
tanto en el número de especies como de individuos dentro de una población, estará estrechamente
relacionada con la disponibilidad de recursos y con las características estructurales del hábitat
mismo (Black y Thomas, 1978).
Las distintas escalas de percepción en las que puede ser tratado un problema en particular,
constituyen también un punto central al encarar estudios de relación hábitat-fauna. Por ejemplo,
Wiens (1981), señala que las poblaciones de aves y sus hábitats no son estáticos sino que varían
en espacio y tiempo a distintas escalas de resolución. Por esta razón resulta imprescindible definir
la escala óptima en la cual se buscarán respuestas a nuestras preguntas sobre la relación entre
las poblaciones de fauna y sus hábitats asociados.
Las fuerzas ecológicas que determinan el patrón de distribución de las especies operan a través
del proceso de selección de hábitat. Por dicho proceso los animales ocupan un subconjunto de
posibles condiciones para vivir, a través del cual exhiben una distribución geográfica variable.
Mientras que el hábitat puede ser definido, simplemente, como el lugar que una especie ocupa, el
concepto de selección implica la identificación de una condición determinada del mismo (Rabenold
y Bromer, 1989). Así, la mayoría de las especies de fauna evitan áreas donde las condiciones
ambientales no sean adecuadas o donde se encuentren expuestas a sus depredadores. En
consecuencia, la vegetación o cualquier otro tipo de recursos presentes en estas áreas no estarán
disponibles, aún cuando éstos se encuentren dentro de los límites del territorio de las mismas.
Por lo tanto, el uso efectivo del hábitat estará relacionado con la combinación de distintos parámetros
tales como cantidad, calidad y distribución de alimento; cobertura; densidad poblacional, etc.
(Crook et al., 1976).
En los últimos años, se ha reconocido la importancia de los estudios de las relaciones entre
especies y las áreas que ocupan debido a las implicancias que pueden tener en la conservación
de las mismas (McCoy y Mushinsky, 1994). Las poblaciones biológicas se encuentran fragmentadas
a lo largo de un paisaje y dicha fragmentación tiene lugar a distintas escalas espaciales. Así, el
tamaño, forma y disposición espacial de los parches que conforman el hábitat de una especie,
tendrán un efecto directo sobre la posibilidad de supervivencia de la misma. Este problema ha
sido ampliamente discutido en el marco teórico de la biogeografía de islas, la cual intenta explicar
las relaciones entre especies y las áreas que ocupan (MacArthur y Wilson, 1967).
Cuando el objetivo de un estudio es analizar el patrón de distribución de una especie en un área,
es recomendable comenzar por identificar y analizar cuantitativamente las principales
características de la misma. En este proceso resulta de suma importancia que el análisis de las
variables de hábitat sea compatible con la percepción que tiene una especie respecto a las características del ambiente en el cual vive (Ben-Shahar y Skinner, 1988). Morrison et al. (1992)
señalan la importancia de identificar qué es lo que una especie percibe como su ambiente, lo cual
implica definir correctamente la escala espacial a la cual se trabaja. Si bien la determinación de la
misma resulta arbitraria, lo aconsejable es que su planteo esté dado en función de observaciones
o información previa respecto a los requerimientos de hábitat de la especie en estudio. Una vez
establecida la escala de trabajo, la siguiente fase consiste en determinar qué variables ambientales
son las de mayor importancia en el proceso de selección de hábitat que realiza dicha especie.
Con respecto al carpincho (Hydrochaeris hydrochaeris), éste es el mayor roedor viviente, típico
de los humedales tropicales y subtropicales de Sudamérica. Tiene cuatro requerimientos esenciales:
disponibilidad de agua, forraje y áreas para descanso y refugio. Dichos requisitos determinarán la
proporción de habitat adecuado en cada una de las zonas donde habita (Ojasti, 1973; Herrera y
Macdonald, 1989). Además, la configuración espacial de los elementos del paisaje será un factor
de importancia en la distribución de esta especie, puesto que utiliza fundamentalmente las interfases
tierra-agua, descartando tanto aquellas áreas alejadas a dichas interfases como las zonas internas
de los grandes cuerpos de agua.
En función de lo antedicho, para el presente análisis se parte de la premisa de que el agua es el
requerimiento clave que condiciona la calidad del hábitat del carpincho, considerándose a la
vegetación como el segundo factor en importancia puesto que la misma influye sobre los otros
requerimientos básicos (forraje, sitios de descanso y refugio).
Por lo tanto, el objetivo del presente trabajo es discutir la relación entre las características del
paisaje y la aptitud de hábitat para esta especie, en tres localidades de su área de distribución en
Argentina (una forestación del Bajo Delta bonaerense, un campo natural en el sur de Entre Ríos
sometido a ganadería extensiva y un campo del centro de Entre Ríos sometido a ganadería y
agricultura), considerando que estos roedores fueron libres de seleccionar cualquiera de los
ambientes presentes en cada una de estas áreas. Esto último se basó en que la configuración
espacial de los distintos ambientes permitiría su representación dentro del ?home-range? de la
especie en las tres áreas estudiadas