IDIHCS   22126
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES EN HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Las estéticas de lo efímero en los 90: del pop al hiperrealismo en poesía
Autor/es:
MALLOL, ANAHI DIANA
Libro:
Representaciones de la poesía argentina contemporánea.
Editorial:
Laboratoire Interdisciplinaire de Recherches sur les Amériques. Université Rennes II
Referencias:
Lugar: Paris; Año: 2011; p. 65 - 92
Resumen:
Quienes llegaron más lejos en la asunción de  una poética pop en la Argentina fueron sin duda las promotoras del espacio Belleza y Felicidad, Fernanda Laguna (también artista plástica), Cecilia Pavón y Gabriela Bejerman (también DJ Gaby), quienes desde sus primeras apariciones se presentaron con una estética provocativa que iba a contrapelo de lo que se consideraba, aun en los círculos más pequeños, poesía. Así, en el ciclo La voz del erizo, Fernanda Laguna se presentaba a fines de los 90 leyendo un pequeño texto, casi con carácter de manifiesto, titulado “Por qué me gusta la poesía”, que contenía, entre otras, las siguientes declaraciones: “Quiero a la poesía porque es bella”, “Quiero a la poesía porque me gusta escribir versitos para regalárselos a mis amigas Gaby y Fer”, etcétera. El resultado obtenido en el auditorio fue de perplejidad, y la pregunta que flotaba era: “¿esta chica es o se hace?”. Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. Fernanda Laguna se presentaba a fines de los 90 leyendo un pequeño texto, casi con carácter de manifiesto, titulado “Por qué me gusta la poesía”, que contenía, entre otras, las siguientes declaraciones: “Quiero a la poesía porque es bella”, “Quiero a la poesía porque me gusta escribir versitos para regalárselos a mis amigas Gaby y Fer”, etcétera. El resultado obtenido en el auditorio fue de perplejidad, y la pregunta que flotaba era: “¿esta chica es o se hace?”. Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. Laguna (también artista plástica), Cecilia Pavón y Gabriela Bejerman (también DJ Gaby), quienes desde sus primeras apariciones se presentaron con una estética provocativa que iba a contrapelo de lo que se consideraba, aun en los círculos más pequeños, poesía. Así, en el ciclo La voz del erizo, Fernanda Laguna se presentaba a fines de los 90 leyendo un pequeño texto, casi con carácter de manifiesto, titulado “Por qué me gusta la poesía”, que contenía, entre otras, las siguientes declaraciones: “Quiero a la poesía porque es bella”, “Quiero a la poesía porque me gusta escribir versitos para regalárselos a mis amigas Gaby y Fer”, etcétera. El resultado obtenido en el auditorio fue de perplejidad, y la pregunta que flotaba era: “¿esta chica es o se hace?”. Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. Fernanda Laguna se presentaba a fines de los 90 leyendo un pequeño texto, casi con carácter de manifiesto, titulado “Por qué me gusta la poesía”, que contenía, entre otras, las siguientes declaraciones: “Quiero a la poesía porque es bella”, “Quiero a la poesía porque me gusta escribir versitos para regalárselos a mis amigas Gaby y Fer”, etcétera. El resultado obtenido en el auditorio fue de perplejidad, y la pregunta que flotaba era: “¿esta chica es o se hace?”. Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. Belleza y Felicidad, Fernanda Laguna (también artista plástica), Cecilia Pavón y Gabriela Bejerman (también DJ Gaby), quienes desde sus primeras apariciones se presentaron con una estética provocativa que iba a contrapelo de lo que se consideraba, aun en los círculos más pequeños, poesía. Así, en el ciclo La voz del erizo, Fernanda Laguna se presentaba a fines de los 90 leyendo un pequeño texto, casi con carácter de manifiesto, titulado “Por qué me gusta la poesía”, que contenía, entre otras, las siguientes declaraciones: “Quiero a la poesía porque es bella”, “Quiero a la poesía porque me gusta escribir versitos para regalárselos a mis amigas Gaby y Fer”, etcétera. El resultado obtenido en el auditorio fue de perplejidad, y la pregunta que flotaba era: “¿esta chica es o se hace?”. Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. 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Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. 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Construirían así uno de los modos más reconocidos de los 90, por medio del trabajo de una voz que, ubicado claramente en un registro pop que hace alusiones constantes a los estereotipos de la feminidad de los medios masivos de comunicación, desde las películas hollywoodenses de los años 50 a los despojados consejos sexuales de las revistas de actualidad para las teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. 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En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes. teen-agers30 o los libros de autoayuda31, encuentra su lugar como poética específica, en la cual a veces el shock producido por el gesto provocativo dificulta leer otras operaciones. Estas poéticas, entonces, insisten en dar lugar a la profusión del comentario, la representación y la referencia, que, a pesar de parecer apuntar al realismo,  por su misma repetición resulta así fallida, y construye un espacio desacralizado, no artístico. En él se muestra el itinerario en las huellas que el proceso productivo ha dejado en la superficie del objeto, en el objeto, donde surge un sentido que recupera experiencias de reconocimiento y familiaridad. Se realiza así un arte que no parece arte, poemas que no son “poéticos”, libros que no son libros sino fotocopias borrosas abrochadas, y se producen objetos artísticos con la apariencia de objetos normales y corrientes, poemas que sólo semejan extractos de los discursos sociales más comunes.