INVESTIGADORES
LORENZANO Pablo Julio
congresos y reuniones científicas
Título:
"Modelos y teorías en biología evolutiva"
Autor/es:
LORENZANO, PABLO
Reunión:
Congreso; Segundo Congreso Latinoamericano de Filosofía Analítica; 2012
Institución organizadora:
Asociación Latinoamericana de Filosofía Analítica
Resumen:
El uso del término "modelo" no está restringido a contextos científicos. Por el contrario, es usado en todo tipo de situaciones cotidianas. En las ciencias se comenzó a utilizar hacia fines del siglo XIX, mediante la alusión a "modelos mecánicos". Su uso, sin embargo, no se limitó al campo de la física, sino que se extendió a otros dominios de la ciencia. Pero ni en contextos coloquiales ni en los diversos contextos científicos es utilizado el término "modelo" de una manera no unitaria, sino que es, antes bien, una expresión ambigua, multívoca o polisémica. Por otro lado, no todos estaban de acuerdo con el papel exacto que jugaban los modelos en las ciencias empíricas ni con su relevancia para ellas, así como tampoco con su relación con las teorías empíricas y la eventual necesidad de tomarlos en consideración como componentes de suyos. En relación con este último punto, podrían distinguirse tres tipos de posiciones que se dieron a lo largo del siglo XX, representadas por Rudolf Carnap (1939) la primera, Ernest Nagel (1961) la segunda y Mary Hesse (1966) la última. Sintetizando, podría decirse que el punto de vista de Carnap es que los modelos son elementos de los que se puede prescindir totalmente en las ciencias empíricas y que no tiene ningún interés su toma en consideración para el análisis de las teorías empíricas. Asimismo, podría decirse que el punto de vista de Nagel (compartido con Braithwaite (1959)) es que los modelos son empleados de hecho en las ciencias empíricas y que, consecuentemente, puede decirse que cumplen determinado(s) cometido(s), pero que no son necesarios (imprescindibles) para las mismas; por ello, es pertinente dar cuenta de ellos en un análisis de las teorías empíricas, aunque sin considerarlos componentes esenciales de las mismas. Por último, el punto de vista de Hesse (también compartido por Harré (1970), Hutten (1954) y Black (1962)) es que los modelos son componentes relevantes de las ciencias empíricas y su toma en consideración es imprescindible para el análisis de las teorías de estas ciencias. Esta última posición general es compartida y desarrollada y articulada aún más por la denominada "concepción semántica (o modelo teórica) de las teorías", que considera que la naturaleza, función y estructura de las teorías se comprende mejor cuando su caracterización, análisis o reconstrucción metateórica se centra en los modelos que determina. En realidad, no se trata de una única concepción sino de una familia de ellas[1] que comparten algunos elementos generales. Para ella, el componente más básico para la identidad de una teoría es una clase de estructuras, y más específicamente una clase de modelos. Su punto de partida es que las teorías no se identifican metateóricamente con conjuntos de enunciados; presentar una teoría no es presentar una clase de axiomas; presentar una teoría es presentar una clase de modelos. Un modelo, en su acepción informal mínima, es un sistema o "trozo de la realidad" constituido por entidades de diverso tipo que realiza una serie de afirmaciones, las realiza en el sentido de que en dicho "pasa lo que las afirmaciones dicen" o, más precisamente, las afirmaciones son verdaderas en dicho sistema. Sin embargo, hay algunos autores que muy recientemente no sólo han señalado la centralidad de los modelos, sino también su autonomía respecto de las teorías, lo cual pretende erigirse en una crítica a la familia semanticista y la estrecha relación que ella establece entre modelos y teorías (p.e. Cartwright, Shomar & Suárez, 1996, y Morrison, 1999). Aún más, uno de los proponentes de una de las versiones de la concepción semántica de la ciencia, F. Suppe, ha llegado a afirmar hace poco "that the basic case is models, not theories" (Suppe, 2000, p. S110). Sin embargo, otro de los defensores de la concepción semántica de la ciencia, N. da Costa, considera que la existencia de modelos "autónomos" no constituye una crítica a dicha concepción, ya que, de todos modos, tales modelos podrían ser capturados con los medios proporcionados por ella (Da Costa & French, 2000, p. S120). Por otro lado, la filosofía de la ciencia se limitó, durante años, a ser filosofía de la física (fundamentalmente de la física clásica), dejando relegados y trasladando acríticamente sus análisis a otros terrenos tales como el de las ciencias biológicas. Sin embargo, en los últimos años la filosofía de la biología se ha convertido en una de las áreas más activas y prometedoras de la filosofía de la ciencia. Pero por lo general la mayor parte del debate en filosofía de la biología acerca de la estructura teórica de dicha rama de la ciencia o bien ha tenido lugar al margen de los cambios ocurridos en la filosofía de la ciencia o bien ha tendido a concentrarse en el área de la biología evolutiva.[2] La genética por su parte, a pesar de ser una de las teorías biológicas más jóvenes, es, indudablemente, una de las de mayor vigor dentro de la ciencia, debido a la importancia que revisten sus investigaciones tanto en el esclarecimiento del enigma de la herencia como en el de sus aplicaciones tecnológicas en la mejora de especies agrícolas y ganaderas y en el tratamiento médico. Por ello, tampoco ha sido completamente descuidada por la filosofía, y, de hecho, le brinda una atención cada vez mayor.[3] Asimismo, también habría que mencionar la existencia de trabajos que señalan la importancia de los modelos en las ciencias biológicas, por fuera del marco de la familia semanticista anteriormente aludida.[4] Además, se suele sostener (Thompson 1989) que los dos intentos más explícitos y detallados de proveer un análisis de la teoría de la evolución dentro de la concepción clásica de las teorías científicas son el esbozo de Ruse (1973) de la estructura axiomática de la genética de poblaciones -que, según sostiene, constituye el núcleo de la teoría de la evolución- y la axiomatización de Williams (1970) de la teoría de la selección natural. La argumentación de Ruse (1973) a favor de la concepción clásica para el tratamiento de la teoría de la evolución consta de dos pasos: primero, argumenta que la genética de poblaciones es el núcleo de la teoría de la evolución, pues, de acuerdo con él, la genética de poblaciones describe todos los mecanismos fundamentales del cambio evolutivo; y, segundo, argumenta que la genética de poblaciones cumple con los requisitos de la concepción clásica -vía la "demostración" de que la ley Hardy-Weinberg puede ser deducida de la llamada "primera ley de Mendel" o "ley de la segregación" y que, junto con la llamada "segunda ley de Mendel" o "ley de la transmisión independiente", es, según Ruse, un axioma de la teoría genética (de poblaciones) mendeliana-. Sin embargo, por un lado, muchos han disputado la idea de que la genética de poblaciones sea el núcleo de la teoría de la evolución (Thompson 1983, 1989, Lloyd 1984, 1994, Sintonen 1991, Tuomi & Haukioja 1979, Tuomi 1981, 1988, 1992, Moya 1989), en lugar de ser una de las (sub-)teorías que constituyen la teoría sintética de la evolución por selección natural, ya siendo una parte central, o habiéndose incorporado a, o manteniendo al menos cierta relación esencial con ella; por otro lado, también es discutible que la ley de Hardy-Weinberg puede ser deducida, en sentido estricto, de la llamada "primera ley de Mendel" (de hecho, Ruse sólo presenta un esbozo informal de "deducción"): en realidad, y como ocurre con la mayoría de las "derivaciones" dentro de una teoría científica en la concepción clásica, se requeriría, además de los explícitamente utilizados, un número de supuestos adicionales; por último, es igualmente discutible que la ley de Hardy-Weinberg sea un axioma de la teoría genética (de poblaciones) mendeliana o clásica. Las distintas concepciones semánticas de las teorías se han intentado aplicar al análisis específico de diferentes teorías científicas particulares pertenecientes al ámbito de las ciencias biológicas. Uno de los ámbitos de las ciencias biológicas en donde se han realizado diversos análisis semanticistas, correspondientes a diferentes aspectos y con distintos niveles de profundización, es el de la biología evolutiva. Aquí se ha intentado aplicar de manera sistemática la versión de los espacios de estados de van Fraassen al análisis de la estructura de la teoría de la evolución, y así, eventualmente, de la genética de poblaciones (Beatty 1980, 1981, Lloyd 1984, 1986, Thompson 1983, 1985), lo que a su vez ha motivado la toma de posición por parte de autores como Sloep & van der Steen (1987) y Ereshefsky (1991) y la respuesta y/o desarrollos ulteriores de Beatty (1987), Lloyd (1987, 1988) y Thompson (1987, 1989, 2007). También nos encontramos con los trabajos de Magalhães & Krause (2000, 2006), que hacen uso de la axiomatización à la Suppes para tratar de capturar la clase de los modelos de la teoría de la evolución por selección natural y de la genética de poblaciones. Para dichos análisis, la ley de Hardy-Weinberg proporciona un modelo central, cuando no el modelo central, de la teoría genética (de poblaciones) mendeliana o clásica. El objetivo de esta ponencia es analizar el papel que juegan los modelos en la biología y su relación con la estructura de las teorías biológicas, tomando como caso de estudio una sus más importantes conceptualizaciones, por sus importantes vínculos interteóricos con la genética -tanto clásica como molecular- y la teoría de la evolución, la genética de poblaciones, y el de su ley o modelo central, la ley de Hardy-Weinberg. [1] A la que pertenecen, entre otros, Suppes (1969, 1993), van Fraassen (1980), Suppe (1989, 2000), Giere (1988), Da Costa (2000), Sneed (1971), Stegmüller (1973), Moulines (1982, 1991), Balzer & Moulines (1996) y Balzer, Moulines & Sneed (1987, 2000). [2] Beatty (1980), Brandon (1981), Cadevall i Soler (1988), Hull (1974), Kitcher (1993), Lewontin (1974), Lloyd (1988), Mayr (1991a, b), Ruse (1973), Rosenberg (1985), Schaffner (1993), Sober (1984, 1993), Thompson (1989), Wassermann (1981), Williams (1970) y Sintonen (1991) son algunos de los autores que han trabajado en la clarificación de la estructura de la genética de poblaciones y la teoría de la evolución por selección natural. [3] Propuestas de clarificación de las genéticas clásica y molecular han sido realizadas por Balzer & Dawe (1990), Balzer & Lorenzano (2000), Beurton, Falk & Rheinberger (2000), Dawe, Hull (1974), Keller (2000), Kitcher (1993), Kyburg (1968), Lindenmayer & Simon (1980), Lorenzano (1995, 2000, 2002), Morange (2001), Rizzotti & Zanardo, Ruse, Sarkar (1998), Schaffner (1993) y Woodger (1959). [4] Ver Beament (1960), Beckner (1959), Cooper (1996), Levins (1968), Simon (1971), Schaffner (1993).