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El arte latinoamericano ha sido analizado desde una perspectiva que prioriza la relación entre los estilos emanados de los centros internacionales del arte y su adopción ?descentrada? o ?periferica? por parte de los artistas de las metrópolis latinoamericanas. Esta ponencia propone pensarlas como relaciones ?simultaneas?. El modelo de análisis que se propone parte del fracaso que todo modelo implica. Modelo significa aquí una forma abstracta de configurar las relaciones concretas, materiales, datables, verificables, que se establecen en el campo de la cultura, en este caso particular, del arte. Tales configuraciones, tanto como los modelos que elabora la teoría política, difícilmente pueden verificarse. Lo que predominan son las excepciones. Abstraer relaciones de las formas en que se materializa la la dinámica cultural es un instrumento que permite entender flujos culturales pero no situaciones concretas que se plantean siempre de formas distintas. La suma de excepciones y anomalías no hace más que confirmar un destino de incumplimiento. Esta afirmación, que planteo a fin de evitar que lo que aquí propongo sea entendido como una nueva forma de ordenar las relaciones artísticas, ha sido, sin embargo, el presupuesto no asumido desde el que se ordenó la historia del arte occidental del siglo XX. El modelo puede deducirse de los libros que explican la historia del arte moderno como una producción de lenguajes artísticos que se generan en los centros del arte y que desde allí fluyen hacia el resto del mundo. París, Nueva York, Berlín, Londres, son las ciudades que se ubican en el centro de esa escena, aun en el presente caracterizado desde la noción de ?contemporaneidad?.

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