CONICET | Buscador de Institutos y Recursos Humanos

En 1906 llegó el ferrocarril a Humahuaca y en 1908 se cumplió el anhelo de llegar a la frontera boliviana, cuando quedó librado al servicio público entre Jujuy y La Quiaca. Hasta antes de su instalación el paisaje de la Quebrada y la Puna se habían mantenido sin cambios trascendentes. La instalación del sistema ferroviario marcó la transición entre la desintegración del comercio de mulares y vacunos, con el sur de Bolivia, y la integración de Jujuy al mercado nacional. Se desarrollaron y fortalecieron localidades, en torno a actividades relacionadas al servicio ferroviario, entre ellas: León, Maimará, Iturbe y Volcán. Por otro lado, la Quebrada de Humahuaca fue una importante vía, por donde circuló el tren con los minerales extraídos de la Puna hacia los mercados pampeanos, fomentando el desplazamiento de quebradeños y puneños hacia ese polo de desarrollo minero. Otra actividad vinculada al ferrocarril fue el turismo, que comenzó entre 1920 y 1940 en Maimará y Tilcara. En este marco, la impronta de la llegada del convoy contribuyó significativamente a una importante transformación. Este nuevo medio de transporte pronto cobró sentido en pueblos y se convirtió en el nuevo sitio de acceso. El equilibrio tuvo su fin con el cese del sistema ferroviario y se inició una etapa de cambios y transformaciones en el paisaje debido al deterioro y al abandono de las infraestructuras. Es propósito de este trabajo realizar en una apretada síntesis una caracterización del paisaje ferroviario a través del análisis de la situación actual, el papel histórico en la configuración paisajística y la valoración de la huella que dejó en el paisaje. Como resultados se apuntan algunos criterios de intervención recuperando el uso de las vías y promoviendo la reutilización alternativa de la arquitectura como forma de rehabilitar el patrimonio

enviar mensaje