INVESTIGADORES
ESPINOSA Silvana Laura
libros
Título:
Glaciologia y arqueología de la Región de Lago Argentino
Autor/es:
ROBERTO ANDREONE; SILVANA ESPINOSA
Editorial:
Instituto Salesiano de Estudios Superiores
Referencias:
Año: 2011 p. 243
ISSN:
978-987-26887-0-7
Resumen:
Es posible hacer recorridos tan diferentes como escalas de espacio y tiempo consideremos. Por ejemplo, los procesos glaciarios involucran un tiempo y un espacio muy amplio, visto desde nuestros ojos. Las consecuencias pueden observarse aún mucho tiempo después de sucedido el hecho. La glaciología nos cuenta estas historias. Por otra parte, las actividades humanas son cotidianas y dejan huellas en el ambiente. Algunas tareas son tan recurrentes (el uso de una misma laguna o cueva) o utilizan ciertos recursos de manera tan reiterada (un episodio de manufactura o una pintura) que el paso del tiempo apenas logra borrar sus huellas. Otras, son demasiado efímeras como para que sus rasgos perduren. La arqueología es la disciplina que puede informarnos sobre estas marcas que dejan las distintas poblaciones humanas en el ambiente, modelándolo y dejando, en consecuencia, un paisaje. Pero a causa de los procesos que afectan la integridad de los artefactos con el transcurso del tiempo, la información resulta sólo una porción de lo sucedido. ¿Qué es la arqueología? La arqueología es la ciencia que estudia el comportamiento humano basándose sobre sus restos materiales. A través de sus métodos y técnicas, la arqueología contribuye al conocimiento de períodos de la historia de la humanidad de los que no existen documentos escritos, aportando significativa información sobre una porción importante de la misma. Esta comprende la evolución de nuestra especie desde hace casi 4,5 millones de años hasta momentos tan recientes como los asentamientos industriales. ¿Qué estudia la arqueología? Particularmente, en Patagonia austral, la arqueología informa sobre los primeros pobladores humanos, los cambios en la organización de los grupos a través del tiempo y el espacio, los usos de los recursos naturales, las prácticas alimenticias, las funerarias, las expresiones simbólicas. Para todo ello se vale de métodos propios así como también toma prestada información que proveen otras disciplinas científicas. Entonces, la arqueología es un trabajo de obtención de información por medio de tareas realizadas en el campo (por ejemplo, una excavación) y de análisis de los materiales en el laboratorio, que busca dar respuesta a los interrogantes que guían las investigaciones. Por ejemplo, sabemos que el inicio del poblamiento humano en el actual territorio santacruceño comenzó hace 11000 años con grupos cazadores-recolectores provenientes del norte del continente; que se trata del último espacio continental en ser ocupado y, así, es posible relatar la dispersión humana a través del mundo. Asimismo, nos muestra que estas poblaciones usaron una amplia variedad de materias primas en la confección de herramientas, diversas técnicas de obtención del alimento, además de las manifestaciones rupestres, sean pinturas o grabados. Estos son sólo algunos ejemplos de la diversidad de temas de los que se ocupa la arqueología. ¿Qué es el registro arqueológico? Señalamos en un principio que la arqueología estudia el comportamiento humano a través de los restos materiales que éste deja. Esto constituye la evidencia: instrumentos, ropas, construcciones, restos de alimentos, vasijas, ajuares, etc. No obstante, los arqueólogos estudian el registro arqueológico, conformado tanto por la evidencia como por los procesos de formación. Estos últimos se refieren a la acción de factores naturales que contribuyen a conformar el producto con el que se encuentra el arqueólogo en sus trabajos de campo. Los agentes naturales afectan a los restos materiales tanto durante su depositación como con posterioridad a ella. El efecto de los procesos naturales está estrechamente relacionado con el tipo de evidencia; por ejemplo, los materiales orgánicos se descomponen mucho más rápidamente que los inorgánicos. Este aspecto se verá claramente cuando nos refiramos a los huesos recuperados en diferentes condiciones ambientales. El sedimento y el clima o la velocidad del enterramiento condicionan la preservación de estos materiales. Asimismo, nuevas actividades antrópicas modifican las condiciones iniciales de depositación de los materiales al reutilizar herramientas abandonadas y/o sitios o lugares ocupados con anterioridad. De modo general, decimos también que el comportamiento humano incluye otros aspectos que no son materiales, como la organización social, política, económica, la lengua, las creencias, entre otros. Además, presenta algunos patrones o tendencias semejantes, que los arqueólogos tratan de interpretar a través del estudio de los restos materiales. Por otra parte, debemos pensar a la cultura como un sistema de partes, en el que el cambio en una de ellas provoca modificaciones en el resto de las integrantes. Estas se refieren a la subsistencia, la tecnología, la organización social, la ideología, la lengua. También la cultura es la manera en que las poblaciones se relacionan con el medio circundante y toman decisiones dentro de un ambiente particular. En este sentido, la estructura ecológica condiciona el comportamiento en algún grado, lo mismo que las limitantes históricas y culturales. Al reconocer esta posibilidad a la vez que la existencia de diferentes ambientes usados por una misma población y de cambios dentro de un mismo ambiente a lo largo del tiempo (ver Capítulos de Geología), se vuelve necesario considerar la presencia de diversidad en las respuestas, planes o estrategias que llevan adelante las poblaciones. Poblamiento humano de la Patagonia En primer lugar, es necesario comprender que todo tipo de ocupación de un espacio nuevo es un proceso; se trate de un insecto, de un carnívoro o del hombre. En este sentido, el poblamiento humano de Patagonia se encuentra dentro de un proceso mundial, en el que la ocupación de espacios nuevos se desarrolla casi simultáneamente en diferentes continentes: Australia, norte de Asia y América. Ahora bien, ¿por qué hablamos de espacios nuevos? Porque gran parte del mundo ya contaba con poblaciones humanas desde hace 150.000 años, debido a la dispersión homínida originada en el norte de Africa. De allí el conocimiento de antiguas poblaciones en Europa y Cercano Oriente, por mencionar algunas. Mientras tanto, en el resto del planeta no había presencia de poblaciones humanas. Durante el desarrollo de la Ultima Glaciación en época del Pleistoceno Tardío, entre 85.000 y 14.000 años A.P., grandes mantos de hielo cubrían los actuales continentes. Esta limitación en el espacio disponible para la ocupación humana en Europa y Asia, sumada a la alta competencia entre las diferentes poblaciones por los recursos de subsistencia debe haber generado situaciones en las cuales las respuestas conocidas no daban los resultados esperados. Estos cambios climáticos habrán posibilitado modificaciones en las estrategias que estas poblaciones utilizaban para desarrollar sus vidas. Así, es factible que adecuaran sus herramientas y el modo de utilizarlas a las exigencias novedosas del ambiente o que se desplazaran hacia lugares desocupados que permitieran el asentamiento de grupos y su capacidad de reproducirse y mantener o incrementar su número de integrantes. Esta estrategia es imposible de implementar en la actualidad dada la alta demografía mundial. Si seguimos esta última línea, la de desplazamientos a espacios deshabitados, se vuelve más sencillo comprender el proceso de poblamiento de América. Las evidencias arqueológicas y las que proveen otras disciplinas (estudios palinológicos, biológicos, de simulación demográfica) señalan que las poblaciones humanas del nordeste de Asia ingresan a América a través del actual estrecho de Bering. Con anterioridad a la retirada de los hielos, esta zona de unión entre Siberia y Alaska se había transformado en un puente terrestre, denominada Beringia. Aún no hay evidencia cierta sobre el tipo de ambiente que allí se habría desarrollado para ese entonces, variando entre áreas de tundra y pradera con capacidad para sustentar una importante variedad de seres vivos o una zona de tundra dispersa con una baja biomasa (Peláez 1999). Asimismo, el grado que hubieran alcanzado las masas glaciarias tampoco es certero, si habrían estado unidas o un corredor las interceptaba. Esto plantea varias líneas de posibles rutas de circulación hacia el sur y en diferentes momentos de fines del Plesitoceno. Esto habría sucedido con anterioridad a 14.000 años A.P. a través de la costa pacífica o alrededor de 13.000 años A.P. si el corredor entre los casquetes de hielo hubiera existido. Dado que aún era una época de avance glaciar, el mar se encontraba entre 25 y 40 metros por debajo del nivel actual. Con esto se está señalando que los posibles espacios de tránsito costero se encuentran sumergidos hoy en día. Así, no hubiera sido necesaria la existencia del corredor sino que el desplazamiento se habría realizado siguiendo el borde costero, continuo o a través de un archipiélago. Es muy probable que los sitios arqueológicos que evidenciaran estos desplazamientos no estén visibles. A esto debe sumarse la posibilidad de que se tratara de grupos muy móviles y de pocos integrantes, lo que deja en consecuencia escasos restos de sus actividades que perduren hasta la actualidad. No obstante, espacios interiores también habrían sido ocupados y allí se encuentra evidencia que indica la presencia de poblaciones humanas no más temprano que 14.000 años A.P. para el actual territorio de América del Norte. Nuevos hallazgos pueden colaborar en la confirmación de otras teorías sobre poblamientos más tempranos dentro del período de esta Última Glaciación. Varios investigadores consideran, además, la posibilidad de ingresos a América a través de la vía marítima. La ausencia de tecnología que permitiera el cruce oceánico desde Europa o Asia a fines del Pleistoceno invalida sostener el ingreso a través de naves marítimas. De allí en más, el desplazamiento de estas poblaciones hacia el sur hasta completar la ruta en Patagonia Meridional insumió poco tiempo si se lo compara con el transcurrido desde que los primeros humanos abandonan África e ingresan a Europa y Oriente. Las evidencias de ocupaciones más tempranas conocidas hasta ahora en esta porción austral del continente se encuentran a 30 km de Puerto Montt (Chile). Allí, a orillas del arroyo Chinchihuapi se localiza el sitio denominado Monte Verde. Se trata de un sitio a cielo abierto que presenta la estratificación de sus diferentes ocupaciones. La datación más antigua de las ocupaciones alcanza 12.500 años A.P. Las actividades llevadas adelante incluyeron el uso de la madera, cordelería, además de las clásicas herramientas líticas. Estos vestigios dan pie para especular sobre el acabado conocimiento que estas poblaciones tan antiguas tenían sobre los recursos disponibles en la zona y la manera de utilizarlos. Es probable que los troncos de madera constituyeran una especie de estructura arquitectónica, indicando el acondicionamiento del espacio habitado, de forma similar a los más recientes toldos. Asimismo, cabe señalar que la excelente conservación de estos restos orgánicos se debe a que el sitio fue sellado por un pantano, facilitando la cuidadosa excavación posterior y el seguimiento de la secuencia cronológica de ocupaciones. La excepcionalidad de Monte Verde radica en que es el único lugar al aire libre con cronología tan inicial. Otros lugares también se presentan con ocupaciones tempranas pero, en todos los casos, siempre bajo abrigo rocoso. Podemos mencionar las localidades de Piedra Museo (Argentina), Cueva del Medio (Chile), Alero Tres Arroyos (Chile), Los Toldos (Argentina) como asentamientos que superan los 10.000 años A.P. en Patagonia Meridional. En todos estos casos, las poblaciones humanas convivieron con fauna hoy extinta. Tal el caso de milodones (Mylodon darwinii), panteras (Pantera onca mesembrina), caballos fósiles (Hippidion saldiasi) o camélidos (Lama gracilis).  Por ejemplo, en Piedra Museo se registró un húmero distal de caballo fósil con huellas de corte y fracturas intencionales junto a otras especies de mamíferos y aves, indicando el consumo de los mismos en el sitio. En este punto es necesario comprender que las características de la vegetación de estos momentos finales del Pleistoceno eran concordantes con la población faunística de gran tamaño. Así, en la actualidad, es posible observar lo que Connie Barlow (2000) denominó ?fantasmas de la evolución? al referirse a las adaptaciones y las relaciones de vida de este período y sus correlatos en la actualidad. Por ejemplo, las espinas de algunas especies arbóreas que habrían funcionado como defensa frente a un predador de gran tamaño pero que, sin embargo, no tiene hoy su contraparte; se vuelve, de esta manera, un anacronismo. Para conocer cómo era el paisaje vegetal, los estudios de polen o palinología acercan datos: algunos hallazgos de carbones en perfiles sedimentarios de Fuego-Patagonia estarían relacionados con períodos de sequía ambiental. En líneas generales, las condiciones ambientales de tundra para el período Pleistoceno/Holoceno reflejan climas más fríos y secos ?marcadamente en el este- que en la actualidad, lo que está asociado a la presencia de masas de hielo en la región (McCulloch, Clapperton, Rabassa y Currant 1997). Durante el Holoceno se han producido cambios climáticos a lo largo de toda la extensión espacial de Patagonia; los avances glaciarios ya han sido detallados exhaustivamente en capítulos previos. No obstante, otras vías de análisis confluyen en calibrar los períodos de las fluctuaciones y las interpretaciones sobre la vida de las poblaciones humanas en el pasado. Los estudios sobre las fluctuaciones en el nivel del mar reconocen una discontinuidad temporal del mismo, lo cual ha hecho desaparecer rasgos morfológicos costeros como estrechos y bahías al modificar el aporte de sedimentos (Codignotto 1990, 1997). Por otra parte, las investigaciones sedimentológicas registran variaciones temporales en la aparición de condiciones más cálidas en diferentes latitudes patagónicas y el consecuente incremento en la aridez (Markgraf y Bradbury 1982; Stine y Stine 1990, entre varios). En concordancia con ello, los análisis palinológicos señalan variaciones en la distribución de las precipitaciones relacionadas con las orientaciones de la circulación de los vientos predominantes (Villagrán 1993). Las investigaciones arqueológicas en lago Argentino informan sobre la presencia temprana de poblaciones cazadoras-recolectoras, a través de las dataciones radiocarbónicas de ocupaciones en el ecotono bosque-estepa. Las mismas señalan una antigüedad máxima de 9700 años A.P. La movilidad Una particularidad destacada de los grupos cazadores-recolectores es la movilidad. Esta se centraliza en la organización de la circulación del grupo en relación con las actividades de subsistencia: adquisición de alimentos, de rocas para la manufactura de herramientas, de búsqueda de agua, leña, reparo, pigmentos para plasmar las representaciones rupestres, entre otras. De acuerdo a la observación de la movilidad en grupos cazadores aborígenes del siglo XX, podemos resumirla considerando dos tipos: movilidad residencial y movilidad logística. La primera implica el traslado del campamento base, lo que involucra el desplazamiento del grupo entero, tras la captura y obtención de los recursos. En un modelo de movilidad logística, hay segmentos del grupo que se desplazan hacia donde se encuentran los recursos, se aprovisionan de ellos y los trasladan a las bases residenciales, las que permanecen relativamente estables en un lugar a lo largo del tiempo. Pero la mayoría de las poblaciones cazadoras-recolectoras emplean una combinación de ambas estrategias. Por otra parte, sabemos que estos desplazamientos están en relación estrecha con la densidad de alimentos en cada ambiente, por lo cual la permanencia de un grupo en un área determinada dependerá de la biomasa disponible en el ambiente en el que se encuentra y del costo de traslado a otra área. La tecnología Tanto las estrategias de movilidad como las de obtención del alimento están estrechamente vinculadas con la tecnología. Esta puede considerarse como una estrategia de solución de problemas, en el sentido de respuestas económicas y sociales a los límites impuestos por las condiciones ambientales. Un adecuado conocimiento de los procesos tecnológicos del pasado ofrece una visión más amplia y reflexiva acerca de los problemas del presente y las expectativas hacia el futuro. Aquí es importante tomar en cuenta que a medida que incrementa la latitud y nos acercamos a los polos la diversidad de recursos, principalmente alimenticios, irá disminuyendo. Esto introduce un aspecto relevante como es el riesgo. Esto es la posibilidad de pérdida económica e incluye las variaciones impredecibles en el ambiente que dificulten la obtención del alimento o de los recursos críticos, como el agua, la leña, el abrigo, las rocas. Como respuesta general para evitar el riesgo de no contar con recursos suficientes al momento de necesitarlos, estas poblaciones cazadoras-recolectoras implementaron las estrategias de movilidad mencionadas. El almacenamiento o el uso de los toldos pudieron ser las respuestas a la escasez de recursos. Otra alternativa posible para evitar el riesgo es aumentar el tiempo dedicado a fabricar instrumentos destinados a adquirir el alimento. El nivel de inversión en la tecnología -aludiendo a uso de rocas de buena fractura para la talla, implementación de técnicas de manufactura eficientes- estará determinado por la severidad de las consecuencias de perder la presa. De acuerdo con los investigadores de la cuenca del lago Argentino, las condiciones de stress que pudieron haber causado las poblaciones vecinas fueron probablemente poco importantes. En su lugar, las variaciones ambientales parecen haber tenido una incidencia mayor en la limitación temporal para la obtención del recurso. Tecnología lítica: El proceso de producción de artefactos líticos involucra varias etapas, las que incluyen localizaciones espaciales y temporales diferenciales. Al tratarse de una tarea sustractiva, quedan vestigios en distintos lugares de la región. El uso de una determinada tecnología se relaciona con el modo de enfrentar y resolver problemas por parte de un grupo en cuanto a la adquisición de un determinado recurso, a las condiciones ambientales de su disposición, a las condiciones y al grado de movilidad del grupo, a la organización social y a la territorialidad. Materias primas: Se deben buscar rocas que posean determinadas características de fractura, homogeneidad, elasticidad, dureza a fin de conformarse en  materias primas para la manufactura de artefactos. Las materias primas líticas para la manufactura de artefactos se presentan tanto en concentraciones puntuales como también ampliamente distribuidas en el paisaje. Poseen diferentes formas: bloques, nódulos, rodados, filones e involucran costos diferenciales de búsqueda, aprovisionamiento y procesamiento para la talla. Por otra parte, existen variaciones en la calidad de las rocas utilizadas como materia prima: una roca extraída de una parte inadecuada de una fuente de aprovisionamiento puede ser inapropiada para la manufactura de un instrumento o puede ser muy costoso adquirir una roca de buena calidad en algunos sectores del espacio. En la cuenca del lago Argentino, muchas rocas están disponibles de acuerdo con la distribución que tuvieron los hielos previamente. FOTO HORACIO ISES 9 FOTOS 14-5-06 (75) Guijarros dispuestos sobre el lateral del glaciar, disponibles para ser utilizados como materia prima. La obtención de materias primas se realiza en forma conjunta con otras actividades en áreas donde la distribución y disponibilidad de rocas es abundante y variada; es decir, no se realizan viajes especiales para la obtención de los recursos líticos. Para aquellos sectores en los que los recursos líticos son escasos, su obtención debe tener un rol más importante en la planificación de las tareas. Los grupos humanos de los inicios del poblamiento de Patagonia debían conocer muy bien su medio ambiente y evaluar en forma grupal las estrategias más apropiadas para aprovisionarse de materias primas. Tanto en esta tarea como en la manufactura de artefactos se busca maximizar los beneficios con el menor gasto de energía y tiempo. Manufactura: el artesano transforma o modifica la materia prima con la intención de darle una forma particular al objeto. Una vez utilizado el instrumento es factible que pueda seguir siendo útil para lo cual debe reactivarse o reavivarse el filo. Para todo ello realiza una serie de actividades, de cuyos vestigios los arqueólogos analizan las distintas etapas: la obtención de la forma-base como puede ser una hoja (FIGURA 1 CUADERNOS 15 pag 216), la formatización y regularización de los filos, el mantenimiento de la pieza para que continúe con la misma función o modificándole la forma para que cambie la función. Tomado de Alfredo Prieto (1994): Existen varias descripciones documentadas en observaciones etnográficas sobre la forma de hacer las puntas de flecha selk´nam (grupos cazadores terrestres de la actual Isla Grande de Tierra del Fuego). ?Todas convienen en que se utilizaba algún trozo de vidrio, el que era golpeado con una piedra.? Esta materia prima se obtenía de los restos de naufragios de naves europeas que se encontraban en las costas marítimas. ?De los fragmentos se elegía uno cuya forma se acercara más al producto final. Entonces, comenzaba a trabajarse con un hueso empuñado en la mano, mientras con la otra se empuñaba (pág. 67) el fragmento de vidrio envuelto en un trozo de piel. Así, se iba presionando con fuerza en los bordes, haciendo saltar pequeñas esquirlas hasta dar con la forma general; luego, con el mismo procedimiento, se daban los retoques finales al ápice, la base y las aletas, que eran lo más delicado? Se utilizaba preferentemente el último hueso de la mano o de la pata del guanaco? (pág. 68)? La punta se inserta en una ranura que para tal efecto se realiza en un extremo del astil. Allí se sujeta por medio de un tendón húmedo que, una vez seco, adopta la forma de la unión y la fija. Por ello los bordes del pedúnculo no deben ser demasiado filosos, para no cortar el tendón (pág. 75)?. Por otra parte, el largo del pedúnculo indica la fuerza que tendrá la sujeción con el astil. De allí el esmero en el tallado de estas partes de la piezas. Finalmente, se coloca una pluma en el extremo distal con el objetivo de lograr una buena aerodinamia. Se utilizaban plumas de caiquén o cormorán. ?Una vez asegurado el emplumado por medio de un fino tendón de guanaco, se regularizaban los bordes de la pluma con un trocito de romerito al rojo vivo. Esto permitía dar la forma esperada y, a la vez, pegaba las barbas unas con otras para que no se abrieran con el uso? (pág. 81). Anteriormente al uso del vidrio y por más de 10.000 años, las poblaciones cazadoras-recolectoras fabricaron sus instrumentos utilizando rocas como materias primas. Hay una serie de trabajos diferentes que implican técnicas de percusión y presión, partiendo de un nódulo hasta llegar al producto final que es la punta de proyectil. El Dr. Hugo Nami es un estudioso de estas técnicas y ha desarrollado análisis específicos sobre la manufactura de piezas bifaciales. Para ello se basó sobre modelos que contemplan la preparación de los artefactos en estadios; cabe señalar que esto es una construcción teórica que establece el arqueólogo a fin de lograr un seguimiento acabado de la secuencia de producción lítica. Esto no significa que los talladores cazadores así lo pensaran. Es un modelo de reducción de artefactos líticos bifaciales generado por otro arqueólogo, E. Callahan. De acuerdo con lo propuesto por Nami (1988), los estadios incluyen las siguientes tareas: obtención de la forma-base inicial, formatización inicial, adelgazamiento primario y secundario y, finalmente, regularización inicial y final (ver FIGURA 3 pag 165 ANALES 18).  Un elemento de importancia es el adelgazamiento de la base, para que entre ajustadamente en un extremo del astil y que no se fracture al momento de la penetración. Mastic: es un pegamento para fijar la flecha al mango o las plumas al extremo del astil, por ejemplo. Es resina vegetal que se calienta hasta alcanzar el estado líquido, se mezcla con ceniza o carbón de un fogón y se obtiene una masa. Al momento de ser utilizado se calienta uno de los extremos y se deja gotear el mastic derretido sobre la superficie a tratar. Tecnología de la vivienda Los relatos y las fotografías de los viajeros dan cuenta y muestran una tecnología móvil de vivienda, el toldo. Sin embargo, poco nos dice la arqueología de él. La causa podría radicar en la composición orgánica de los materiales que conforman los toldos. Por otra parte, la ausencia de rasgos claros de su uso (por ejemplo, los orificios en el suelo para los postes o la alteración del paisaje después de retirados los mismos) pueda deberse a lo efímero de sus instalaciones y a las modificaciones naturales del paisaje que podrían haber borrado sus huellas. Pese a ello, otros rasgos o evidencias descubren el acondicionamiento de los espacios para la vivienda. Podemos mencionar las camadas de vegetales, se trata de acumulaciones de especies graminosas y arbustivas disponibles localmente acomodadas horizontalmente. En el sitio Casa de Piedra 5 las especies utilizadas fueron coirón (Stipa speciosa) y yuyo moro (indet.). Este último presenta tan buenas condiciones de conservación que postula el investigador, sobre la información de un poblador actual acerca de su obtención antes de otoño-invierno, la ocupación de este sitio en la estación fría (Aschero 1981-1982). Los fogones son otro rasgo distintivo de acondicionamiento de espacios para la vivienda. Su importancia fundamental radica en la posibilidad que brindan para otorgar fechas a las ocupaciones asociadas a los niveles estratigráficos en los que se encuentran. Los hay playos, en cubeta, concentrados, dispersos, entre otras clasificaciones. Estas aluden a duración y reutilización. A partir de observaciones actuales, se encontró una relación directa entre fogones a cielo abierto en estructuras playas, protegidos del viento por piedras. Los fogones en cubeta requieren mayor tiempo de preparación y se esperarían también en casos de ocupaciones a cielo abierto. Cuando se los registrara en reparos podría deberse en mayor medida a la reutilización (Pérez de Micou 1991). Han sido utilizados también como basureros. Los parapetos deben integrarse a esta categoría ya que implica el acondicionamiento de un espacio para la ejecución de una actividad específica: la caza. Son construcciones de pircas en arco, enfrentadas a los vientos predominantes, localizadas en mesetas altas (1000 m.s.n.m.), que habrían servido como apostaderos de caza. Por su emplazamiento, se postulan como registro de uso estacional primavera/verano, siendo dificultoso en invierno a causa de las inclemencias climáticas (Gradin 1971; García y Pérez de Micou 1980; Gradin 1996). Los vestigios registrados en Cerro Pampa revelan actividades líticas de mantenimiento de instrumental directamente relacionado con la caza (Espinosa y Goñi 1999). La tecnología ósea Se refiere a aquellos artefactos manufacturados sobre huesos: punzones, retocadores utilizados en la actividad de talla, agujas, arpones, instrumentos para pintar o simplemente restos óseos con incisiones. Este tipo de registro se observa en sitios con buena conservación. En Patagonia, se han utilizado mayoritariamente huesos de guanaco, ave y cetáceos. La forma y las propiedades geométricas y estructurales del hueso son relevantes a tener en cuenta, ya que una materia prima en la que sus propiedades materiales no estén en concordancia con la función del instrumento puede mejorarse apelando al diseño (Scheinsohn 1993-94). Lamentablemente, las muestras recuperadas en los sitios arqueológicos de Santa Cruz son pequeñas, por lo cual no es posible establecer modelos sobre la producción y uso de estos artefactos, tal como se ha realizado en Tierra del Fuego. Otras tecnologías Existe una gama de artefactos y materias primas que se presentan en bajas frecuencias en el registro arqueológico regional: la cerámica, el cuero, la cestería, las plumas, los metales y el vidrio. La mala conservación, el uso restringido que deja poca evidencia o la escasez de estas materias primas podrían ser algunas de las causas de estos pocos hallazgos. El vidrio ha sido utilizado para la manufactura de raspadores y de cuentas de collar y, de acuerdo a su procedencia, alude a momentos históricos. El contacto directo entre aborígenes y europeos pudo no haberse ocasionado; en su lugar, los grupos etnográficos habrían tomado las materias primas de los naufragios tempranos de los siglos XVII y XVIII. Esto evidencia el uso de las costas marítimas por parte de los cazadores recolectores y la circulación de los bienes materiales por amplios rangos espaciales; se ha observado una cuenta de vidrio en la cuenca del lago Salitroso en el interior del continente a más de 300 km de la costa (Goñi et al 2000-2002). La obtención del alimento Entre los cazadores-recolectores la obtención del alimento implica una sucesión de diversas actividades diarias. La dieta de los grupos de Patagonia Septentrional está basada principalmente sobre el guanaco. Seguramente, recursos más fácilmente accesibles serían parte de ella, también; por ejemplo, a través de la recolección de frutos, brotes, semillas, huevos. O animales más pequeños que pudieran presentarse como recurso ocasional adicional. Para aprovisionarse, estos grupos desarrollaron una gran diversidad de técnicas de caza. Estas pueden ser grupales o individuales; utilizando un aspecto destacado del paisaje o del relieve, como encerronas o despeñaderos; a campo abierto o en cañadones. La elección de la técnica está íntimamente relacionada con las características sociales de las presas, con la disponibilidad, amplia o restringida, de individuos para la caza, con las posibilidades que el clima y el ambiente presentan en cada momento. Es decir, en períodos donde impera la humedad ambiental y esto genera, en consecuencia, buenas pasturas, es esperable que las presas estén distribuidas por todo el espacio de caza. Esta situación dispondrá al grupo de cazadores a moverse juntos o a que cada individuo lo haga asiladamente. Usarán medios como la distracción por gritos o movimientos bruscos o arrojando lanzas, buscando que el segmento del grupo destinado a la captura de las presas haga su trabajo. Esto significa que la tarea de cacería ha estado planificada, lo que implica que debe contarse con los artefactos adecuados a dicha técnica, también. Con respecto a los pobladores iniciales de este territorio, quienes desconocían la distribución de los recursos locales, es dable pensar que hubieran aprovechado la carne de animales muertos recientemente. Lo que sigue está tomado de De Nigris 2004 Por otra parte, el aprovechamiento de las presas implica una serie de etapas sucesivas que comienzan con el desmembramiento del esqueleto y terminan en el consumo final. Esto incluye también tareas asociadas al trozamiento primario (reducción en unidades más pequeñas con el objeto de facilitar el transporte, especialmente en el caso de animales grandes, esto es más de 50 kg. Puede haber consumo incidental durante el faenamiento), trozamiento secundario (reparto de las presas dentro del grupo social) y trozamiento terciario (reducción de las partes a unidades menores y consumo dentro de la unidad familiar). Finalmente, se encuentran las variadas modalidades de preparación de los alimentos. Además, varios son los factores que condicionan las técnicas de preparación de alimentos y los patrones de consumo. Estos dependen del tipo de asentamiento en donde se desarrollan las actividades de procesamiento y consumo; los modos de preparación que reciben los alimentos de origen animal aprovechados; la tecnología disponible por el grupo social en cuestión (fuego y/o presencia-ausencia de contendedores); y, finalmente, los recursos animales explotados (tamaño y anatomía de la presa; carne, grasa, médula y grasa ósea). Asimismo, las diferentes características anatómicas de las presas suponen una distribución particular de los distintos recursos consumibles -carne, grasa, médula y grasa ósea- y, en consecuencia, prácticas de procesamiento y consumo. Se ha comprobado que el consumo de carne cocida tiene numerosos efectos beneficiosos para la nutrición humana: mejora el proceso de digestión haciendo más asimilables sus lípidos y proteínas; reduce el riesgo de enfermedades, destruyendo bacterias y parásitos; ayuda a la conservación de la comida y, además, facilita su extracción. Una cocción prolongada produce la gelatinización del colágeno del tejido conectivo, volviéndolo más digerible para los humanos. Por otra parte, la cocción reduce el contenido de humedad del músculo concentrando, de esa forma, sus nutrientes. Se ha observado en grupo aborígenes del siglo XIX que en ausencia de cerámica se pueden hervir los alimentos mediante la colocación de piedras calentadas en contenedores de agua, confeccionados en diversos materiales, como por ejemplo madera, fibras vegetales o cuero, evitando de esta forma el contacto directo con la llama. La decisión de consumo inmediato o diferido influirá sobre la posibilidad de cocción. Las características socioecológicas de las presas conforman un factor determinante durante la planificación de su obtención: disponibilidad y abundancia del recurso, plantear los costos de búsqueda, obtención y procesamiento, y su potencial como recurso alimenticio. Eficacia de un artefacto: Si una presa está disponible escaso tiempo, es necesario contar con instrumentos listos para aprovisionarse del mismo en el momento exacto de su localización. La falla atenta contra la supervivencia del grupo. Por otra parte, gracias a los estudios etnoarqueológicos y etnográficos, se sabe que la caza aporta solamente una porción del alimento al grupo mayor. El resto era provisto por los recolectores de semillas, raíces, tubérculos, granos, insectos, huevos y animales de tamaño pequeño. Estos recursos se encuentran abundantemente disponibles de acuerdo a las estaciones climáticas. En algunas sociedades, esto ha generado el almacenamiento de los mismos. En cuanto a los costos de obtención, la recolección no insume una tecnología tan compleja como la utilizada en la caza. Sin embargo, los desequilibrios que hubieran ocasionado los momentos de escasez de presas pudieron ser sorteados con éxito a través de la acumulación de estos otros alimentos. Ya sea la simpleza de la tecnología de la recolección o que se trata de materiales orgánicos, consumidos casi en su totalidad, las evidencias son mínimas en los sitios arqueológicos. Un aspecto de suma importancia es la recolección de plantas susceptibles de combustión dado que permiten la cocción de los alimentos y son generadoras de energía. Pérez de Micou (1999) señala que, en el noroeste del país, hay dos áreas de obtención de estos recursos: una inmediata a los lugares de asentamiento, los que proveen leña y vegetales para el acondicionamiento de los espacios habitables (recordar las camadas de coirones de CCP5) y otra área más amplia, donde se captarían las materias primas para los artefactos y las medicinas. Los análisis de isótopos estables sobre esqueletos humanos de Patagonia no revelan consumo de vegetales; en este caso, las plantas se integrarían ocasionalmente a la dieta, basada sobre carne. Manifestaciones rupestres Se refiere a pinturas y grabados ejecutados sobre soportes móviles o no. La pintura es una técnica aditiva. Obtención de materia prima: para la ejecución de pinturas es necesario el aprovisionamiento de los pigmentos minerales, los aditivos para la mezcla pigmentaria o para el soporte, los diluyentes y las diversas materias primas para la manufactura de útiles (pinceles, hisopos, otros). En algunos casos, puede utilizarse el tratamiento térmico para la alteración intencional de la coloración original del pigmento mineral. Manufactura: esta actividad consta de las siguientes etapas: preparación de la mezcla pigmentaria, preparación del soporte y ejecución de las representaciones. Una de las técnicas utilizadas en la preparación de los pigmentos es la molienda. En caso de impurezas del pigmento se emplean técnicas para su separación como decantación en agua, cernido. Para los aditivos se toma en cuenta si se trata de mezclas acuosas o pastosas; por ejemplo, las pinturas blancas muestran un estado pastoso: escaso de grado de adherencia que facilita el desprendimiento del pigmento en laminillas; cuando este proceso ya está avanzado sólo se observa, en algunos casos, una coloración grisácea donde hubo motivos de pintura blanca. Soporte: puede ser natural o preparado artificialmente. En el primer caso se aprecian las condiciones naturales de iluminación, acceso, reparo; asimismo, las dimensiones y la topografía son tenidas en cuenta; es bastante habitual observar formas naturales de la pared incorporadas al espacio plástico, el uso de resaltes o fisuras. Los soportes preparados utilizan el yeso como base cobertora de la superficie, lo que le confiere características de absorción, textura y/o contraste adecuadas para la aplicación de la pintura, a semejanza de un estuco o un fresco. Ejecución de las representaciones: a través de la morfología de trazos se infieren distintos tipos de útiles o recursos físicos como la aplicación digital o el rociado bucal, arrastre de dedos, estampado a modo de sellos. Ahora bien, el estudio que realizan los arqueólogos utiliza conceptos relacionados con el análisis de los motivos y las técnicas de ejecución. Así, los motivos pueden clasificarse de acuerdo a su forma en representativos y abstractos, teniendo en cuenta su relación más cercana o lejana con la realidad. Dice Gradín (1990) que los primeros pueden ser naturalistas, estilizados y esquemáticos, representar figuras vivas, objetos y escenas; mientras que los segundos son puntiformes, lineales y planos, destacados por su geometrismo. Asimismo, se clasifican de acuerdo al grado de complejidad, al carácter de la ejecución y a la distribución de los elementos componentes. ?El arte del hombre prehistórico, junto con el lenguaje, se incluye como cualidad solidaria en el pensamiento simbólico del ser humano (Leroi-Gourhan, 1964). Pero el símbolo tiene contenido sólo cuando se conocen las convenciones o reglas vigentes entre quienes las crearon (Nagel 1972). Su significado, históricamente tiene un contenido que va más allá de la forma misma y, si perdura en el tiempo, se modifica al cambiar de contexto.? (Gradin 1990:40). De acuerdo con lo observado, los lugares con manifestaciones rupestres, principalmente de pinturas, corresponden a lo que llamamos abrigos, es decir, ofrecen reparo a la exposición a agentes climáticos. En general, estos sitios han cumplido también funciones de asentamiento. Por lo cual, existe una redundancia en la ocupación de un espacio habitable y de la expresión de manifestaciones artísticas. Es decir, no hay sitios exclusivamente dedicados a las tareas de vivienda y otros, solamente destinados a las expresiones parietales. Así es posible comprender las manifestaciones simbólicas dentro del contexto de ocupación de espacios en los que se desarrollan una multiplicidad de actividades. Un aspecto más complejo es determinar la forma o los medios con los cuales se ejecutaron las pinturas o grabados. Para ello se debe contar con la evidencia de la preparación de la mezcla pigmentaria, los instrumentos utilizados en la actividad de ejecución, indicios para establecer si las pinturas, por ejemplo, fueron realizadas por un individuo o fue necesario la colaboración de varios o la instalación de infraestructura, como en el caso de motivos localizados a cierta altura, superior a cualquier ser humano.