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En Política 1279 a 17-21 y 1282 b 10-13 (ed. Ross) el Estagirita había enunciado lo que hasta nuestros días la tradición política y jurídica occidental ha denominado principios de legitimidad (del poder político). El tema de la legitimidad del poder -que se distingue específicamente del llamado problema de la justificación del Estado, así como del de la validez del derecho- fue retomado en el medioevo por la teología escolástica y por los legistas, y experimentó un notable enriquecimiento sobre todo a partir del tratamiento del derecho de resistencia a la tiranía. El Doctor Eximio es recipiendario de esa milenaria tradición, en la que incursiona en parte atendiendo a la canónica temática de la tiranía. Pero, por otro lado, perfecciona la doctrina de la legitimidad de origen con sus desarrollos sobre el axial tema del título para el ejercicio de la potestad. Con todo, en su tratamiento del título como exclusivamente fundado en el derecho positivo entendiendo a su vez el derecho positivo como el resultado de los acuerdos voluntarios de los hombres parece ya asomar una peculiar (¿acentuada?) concepción del consenso como fundamento de la legitimidad, concepción tal vez no desvinculada de su adhesión a la teoría de la llamada traslación del poder. Se plantea entonces la cuestión ¿es acaso el Granadino un venerabilis inceptor de las corrientes modernas y contemporáneas que resuelven toda legitimidad objetiva en el consenso; o, por el contrario, Suárez no hace sino resaltar el papel -condicionante y causal- de los elementos voluntarios y empírico-existenciales en la concreción del orden político y jurídico? El tema de nuestra investigación será, pues, la naturaleza y la función del consensus en Suárez dentro del plexo de factores que se hallan a la base de la legitimidad de la potestad política.

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