Rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal: El género Azospirillum sp.

CASSÁN, F.

Santiago de Chile

Jornada; Primer Seminario sobre Uso y Aplicación de Bioproductos en Chile.; 2009

Nacional de Santiago de Chile, la Universidad de la Frontera (Temuco, Chile) y la CyTED

Las bacterias de la rizósfera,  denominadas rizobacterias, tienen capacidad de colonizar el interior o exterior de las raíces de muchas especies vegetales (Kloepper et al. 1989). Entre las asociaciones mas exitosas de la naturaleza, se destaca la de gramíneas y rizobacterias de vida libre de los géneros Pseudomonas, Bacillus, Azotobacter y Azospirillum, capaces de colonizar la rizósfera de dichas plantas o sus tejidos de manera endofítica (Döbereiner and Pedroza 1987). Cuando las rizobacterias son benéficas para el crecimiento de las plantas, se las denomina rizobacterias promotoras del crecimiento vegetal o PGPR (del inglés, Plant Growth Promoting Rhizobacteria) (Kloepper et al. 1993). Más adelante, Bashan and Holguin (1998) introdujeron una nueva clasificación que divide este grupo entre las bacterias que promueven el crecimiento mediante mecanismos directos (PGPB) y las bacterias promotoras del crecimiento vegetal por mecanismos indirectos o de biocontrol de patógenos, denominadas biocontrol-PGPB (del inglés, Biocontrol-Plant Growth Promoting Bacteria). La bibliografía en general considera a Azospirillum sp. como uno de los más importantes géneros bacterianos responsables de mejorar significativamente el crecimiento y desarrollo así como el rendimiento de numerosas especies cultivables (Okon, 1985). Dentro de los mecanismos de promoción del crecimiento propuestos para el género Azospirillum sp. se destacan: la fijación biológica del nitrógeno (FBN); la actividad nitrato reductasa (NR); la mineralización de nutrientes esenciales, como la soubilización de fosfatos o la captación de hierro por la producción de sideróforos, así como la producción y metabolismo de fitohormonas y otros  compuestos reguladores del crecimiento, tal como auxinas (Patten and Glick 1996), citocininas (Tien et al. 1979) y giberelinas (Bottini et al. 1989), además de ciertas poliaminas como la cadaverina (Cassán et al. 2009). La capacidad para estimular el crecimiento de plantas inoculadas con esta bacteria ha sido probada en decenas de experimentos y en condiciones sumamente contrastantes; sin embargo, los mecanismos por los que este microorganismo modificaría el desarrollo y la productividad vegetal, aún son motivo de debate dentro de la comunidad científica.