INVESTIGADORES
CASSAN Fabricio Dario
congresos y reuniones científicas
Título:
Aspéctos básicos del uso de inoculantes y su capacidad de modificar el comportamiento de los cultivos
Autor/es:
FABRICIO CASSÁN
Lugar:
Rosario
Reunión:
Congreso; XXII Congreso Argentino de las Ciencias del Suelo; 2010
Institución organizadora:
Asociación Argentina de las Ciencias del Suelo
Resumen:
Un inoculante, es un complejo biológico
conformado por microorganismos específicos y diversos compuestos producidos y
liberados por éstos, durante su fermentación. El complejo biológico se
encuentran adsorbido o suspendido en diferentes soportes, que pueden ser de
naturaleza sólida o líquida y cuyo destino final será las semillas; las hojas
(aplicación foliar) o el suelo. Así, los inoculantes se pueden clasificar de
acuerdo al soporte sobre el que están formulados o de acuerdo a las
características más representativas del microorganismo utilizado para su
formulación. En
esta presentación, solo consideraremos una clasificación funcional de los
inoculantes bacterianos, sin tener en cuenta otros grupos microbianos
utilizados en la agricultura. Desde este punto de vista, todos los inoculantes
comparten la capacidad de modificar el desarrollo o el comportamiento de la
planta, a través de uno o más mecanismos de acción, lo que conjuntamente se
define como promoción del crecimiento vegetal. De acuerdo al tipo de asociación
establecida entre la planta y la bacteria empleada, los inoculantes se podrían
clasificar en simbióticos (Bradyrhizobium-soja;
Sinorhizobium-alfalfa) o asimbióticos
(Bradyrhizobium-maíz; Azospirillum-soja); pero de acuerdo a su
funcionalidad, se clasificarían en promotores del crecimiento; biocontroladores
de patógenos y reguladores de la homeostasis vegetal. Para facilitar la comprensión
de esta clasificación, es necesario definir con claridad los principales
mecanismos de promoción, biocontrol o de regulación del crecimiento, presentes
en cada bacteria utilizada para la formulación de inoculantes. La idea de
simplificar estos conceptos, radica en la simplificación misma de los sistemas
biológicos y en tal sentido sabemos que esto no es tarea fácil. Por ejemplo,
sabemos que muchos miembros del Orden Rhizobiales
han sido extensamente estudiados desde su capacidad de asociarse simbióticamente
con leguminosas, a través de la promoción del crecimiento mediada por la
fijación biológica de nitrógeno; sin embargo, nueva evidencia sugiere que
además, estos microorganismos podrían interaccionar asimbióticamente con
especies no-leguminosas, promoviendo su crecimiento y desarrollo a través de
otros mecanismos. De manera general, podemos decir que cuando las bacterias son
benéficas para el desarrollo de las plantas por mecanismos directos de acción,
se las considera promotoras del crecimiento vegetal o PGPR (del inglés, Plant
Growth Promoting Rhizobacteria), definidas así por Kloepper et al. (1978). Los
principales mecanismos descriptos para ellas incluyen: fijación (simbiótica o
asimbiótica) de nitrógeno; solubillización de fosfatos; producción de
sideróforos, factores de crecimiento (vitaminas) o fitohormonas (auxinas,
citocininas, giberelinas, etc.), así como otros compuestos reguladores del
crecimiento vegetal (poliaminas, jasmonatos, etc.). Posteriormente, Bashan and
Holguin (1998) propusieron una nueva clasificación, que incluye en el grupo a
bacterias no rizosféricas y a otras capaces de controlar el desarrollo de
organismos fitopatógenos, a través de la promoción indirecta del crecimiento
vegetal. Los mecanismos propuestos para este grupo, denominado conjuntamente
como PGPB (del inglés, Plant Growth Promoting Bacteria), incluyen: competencia
rizosférica; producción de compuestos antibióticos o antifúngicos y resistencia
sistémica inducida, entre otros. Recientemente, Cassán et al. (2009), consideraron
la inclusión de un tercer grupo de bacterias promotoras, capaces de regular la
respuesta de la planta en condiciones de estrés, denominadas PSHR (del inglés,
Plant Stress-Homeoregulating Rhizobacteria), cuyos mecanismos incluyen la
producción de compuestos osmocompatibles (ej: trehalosa, prolina, etc.); la
regulación de la síntesis de compuestos desencadenantes de estrés en plantas
(ej: ACC deaminasa, acido abscísico, etc.) y la inmovilización de compuestos
generadores de estrés en el ambiente (ej: sales, metales pesados, etc.). Estos
conceptos y otros de diferente jerarquía e importancia, deberán ser
considerados durante el proceso de normatización, legalización y control de
calidad de productos a base de microorganismos destinados a la agricultura.