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El Pinus ponderosa es la especie forestal más plantada en la Patagonia andina de Argentina, mayormente en la zona de ecotono ubicada entre los bosques nativos y la estepa. Las condiciones adversas del ecotono (estrés hídrico, clima mediterráneo) y la ausencia de especies ectomicorrícicas que puedan servir como fuente de inóculo natural plantean la necesidad de incorporar las ectomicorrizas a las plantas a fin de asegurar el éxito de las plantaciones. El objetivo de este trabajo fue evaluar la eficiencia de la inoculación con distintas especies de hongos micorrícicos en la colonización y el crecimiento de plantines de pino ponderosa en vivero y posteriormente el prendimiento y crecimiento en el campo. Para ello se repicaron e inocularon plantines de un vivero de contenedores, que no habían sido inoculados. Se aplicaron 5 tratamientos utilizando suspensiones de esporas de Rhizopogon roseolus, Suillus luteus, Hebeloma mesophaeum y Tricholoma muricatum, y mantillo semidescompuesto proveniente de una plantación, incluyendo además un testigo sin inocular. Los plantines se mantuvieron 9 meses en vivero, y previo a la plantación se evaluó la micorrización y la morfometría. Se eligieron 2 sitios de plantación, el sitio 1 con suelo pobre y el sitio 2 con suelo alofanizado y alto contenido de materia orgánica. Se dispusieron en cada sitio 5 bloques con 20 plantas por tratamiento. Cada año se evaluó la supervivencia y el crecimiento anual del vástago. La evaluación al final de la etapa de vivero evidenció que las inoculaciones con S. luteus y R. roseolus fueron más efectivas (38,4 y 35% micorrización respectivamente) que el resto de los tratamientos, pero no se detectaron diferencias significativas en el largo del vástago. La evaluación en plantación del crecimiento del vástago durante dos años, considerando solo las plantas sin daños por liebre, arrojó en el sitio 1, diferencias altamente significativas entre tratamientos (ANOVA p=0.005); R. roseolus presentó el crecimiento medio más alto, estimado en 43,78cm, seguido de S. luteus, estimado en 40,63 cm. En el sitio 2 sin embargo, el ANOVA no detectó diferencias significativas entre los tratamientos (p=0.43), aunque se mantuvo la misma tendencia en la respuesta, con valores menores de crecimiento (R. roseolus 35,54 cm, S. luteus 34,2 cm). La supervivencia no arrojó diferencias en estos sitios. Estos ensayos confirman que: 1) la inoculación micorrícica estimula el crecimiento en el campo, especialmente en sitios adversos, 2) que las diferentes especies fúngicas se comportan distinto y 3) el efecto benéfico de las micorrizas muchas veces no se detecta en el vivero.

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