IMBECU   20882
INSTITUTO DE MEDICINA Y BIOLOGIA EXPERIMENTAL DE CUYO
Unidad Ejecutora - UE
capítulos de libros
Título:
Principios generales de los tratamientos biológicos
Autor/es:
DANIEL R. CIOCCA; MARIEL A. FANELLI; LAURA M. VARGAS ROIG
Libro:
Manual de Oncología Clínica
Editorial:
Universidad de Quilmes
Referencias:
Lugar: Buenos Aires; Año: 2009; p. 502 - 522
Resumen:
 La investigación de nuevas terapias contra el cáncer impulsada por las grandes compañías farmacológicas y por distintos laboratorios de investigación, ha llevado a un notable desarrollo de alternativas terapéuticas que amplían a los tratamientos tradicionales. Las nuevas terapias generadas utilizan conocimientos de la biología celular y molecular de las células tumorales (y normales) y crean el capítulo de las terapias biológicas. En el libro de De Vita se las define como los tratamientos que producen efectos antitumorales primariamente por la acción de los mecanismos de defensas naturales del huésped, o por medio de la administración de sustancias naturales de origen mamífero. Se agrega que esta terapias permiten actuar sobre procesos biológicos que ocurren in vivo en las células tumorales. Esta definición no es del todo clara, a los fines de este Manual consideraremos aquí como terapias biológicas a las que no están en el campo de las quimioterapias ni hormonoterapias. Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.  Las terapias biológicas son difíciles de clasificar pues son muy variadas las estrategias que se utilizan; en forma didáctica las clasificamos como se muestra en el índice del presente capítulo. Algunas de estas terapias biológicas han sido una promesa, durante bastante tiempo, de llegar a ser un eficaz tratamiento contra el cáncer y recién ahora están entrando en la fase clínica, mientras que otras permanecen aún en etapa experimental. El problema básico radica en la complejidad de eventos moleculares que ocurren en las células tumorales (véase capítulos iniciales de este Manual). Se ha dicho que los genes no son proteínas, que las proteínas no son células, que las células no son tejidos, que los tejidos no son órganos, que los órganos no son ratones y que los ratones no son pacientes. Con esto queremos ejemplificar el grado creciente de complejidad que se debe enfrentar para llegar a una terapéutica biológica efectiva. Los avances de conocimientos de la biología celular y  molecular nos muestran al proteoma celular como algo tremendamente complejo, más que el genoma; hay moléculas que cumplen múltiples funciones según el contexto molecular en que se encuentren y esto dificulta el desarrollo y aplicación clínica de las nuevas estrategias terapéuticas. Además está el tema de la variedad de recursos que usan las células tumorales para su beneficio. Por ejemplo, se han encontrado moléculas que bloquean eficazmente un agente angiogénico, pero el tumor puede generar otros factores angiogénicos diferentes, peor aún, mientras más grande es el tumor más variedad de factores angiogénicos libera. Recordemos que las células tumorales son extremadamente dinámicas para generar nuevos caminos moleculares que les permiten mantener su crecimiento e inmortalidad, y que hay una compleja interrelación de las células tumorales entre sí y con el microambiente del huésped. Por otro lado, las células tumorales pueden entrar en un letargo de años y por causas que aún no conocemos, “despertar” para activarse con nuevas propiedades.