INVESTIGADORES
FERNANDEZ Carolina Julieta
congresos y reuniones científicas
Título:
Esencias, conceptos, proposiciones, causas: cuatro temas en debate entre realistas y antirrealistas (ca. 1275-1324)
Autor/es:
FERNÁNDEZ, CAROLINA JULIETA
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Congreso; XVº Congreso Nacional de Filosofía; 2010
Institución organizadora:
Asociación Filosófica Argentina - Universidad de Buenos Aires
Resumen:
En este trabajo se pretende mostrar cómo, en algunas expresiones del movimiento intelectual de entre el último cuarto del siglo XIII y el primero del siglo XIV, la antinomia entre aristotelismo y neoplatonismo aparece claramente sustituida por otra: realismo versus antirrealismo. Proponemos reconstruir dos perfiles de pensamiento que no necesariamente responden, punto por punto, al de un autor en particular, y para ello organizaremos la reconstrucción en torno de cuatro cuestiones que surgen recurrentemente en autores y textos relevantes del período. Los temas en debate tienen su origen, como usualmente ocurre en el modelo escolástico de discusión, en fuentes de la enciclopedia autoritativa aristotélica; la novedad reside en el modo de plantearlos y las herramientas conceptuales con que se intenta resolverlos. El primer tema de debate es si los universales son distintos de los individuos, ya por sí, ya por una operación del intelecto. El realismo adopta diversas formas: resulta ejemplar, en este sentido, el viraje desde una versión moderada a una radical del oxoniense Walter Burley. En los primeros años del siglo, sostiene que el universal es una suerte de habitudo, una relación habitual de los individuos reales presentes a sus antecesores y sucesores. Años después, aparece Ockham formulando sus teorías antirrealistas: que el universal sea distinto del individuo, como si fuera alguna naturaleza común, conduce a las aporías del realismo extremo; que sea distinto del individuo por intervención, consideración o distinción del intelecto, conduce a reducirlo a mero ente de razón, cuestionando su capacidad de referir a  las cosas. La distinción entre universal e individuo no es sino la distinción entre un concepto, tomado como realidad del alma, o un término lingüístico (oral o escrito), tomado como realidad material, y una pluralidad de individuos de los que ellos se predican. En reacción contra el antirrealismo de Ockham, en sus textos tardíos Burley levanta la apuesta y pasa a afirmar lisa y llanamente que los universales (contra el escotismo) comportan un cierto tipo de actualidad y que ésta (contra el tomismo) es independiente del intelecto. El segundo tema de debate es si los conceptos del intelecto se ?terminan? en algo  preterindividual o en los individuos mismos. El citado Burley afirma lo primero, siguiendo un punto de vista tradicional en los lógicos, conocido como la doctrina de la suposición simple: los términos generales significan primariamente naturalezas comunes y sólo secundariamente los individuos que tienen esas esencias. Una versión refinada posterior es la doctrina del verbo mental como término del acto intelectivo formulada por Tomás de Aquino en sus obras maduras, verificable también en su contemporáneo Siger de Bravante y, con variantes, en Duns Escoto y en el primer Ockham. El concepto mental, según este punto de vista realista, tiene dos dimensiones: una particular y real, correspondiente al acto psíquico, y otra universal y objetual, que es el verbo, fictum o esencia universal en la que ese acto ?se termina?. El punto de vista antirrealista lo representa la última posición de Ockham, según la cual el concepto es un acto-signo que refiere directamente a los individuos, sin ningún objeto mental universal que medie entre los dos.El tercer tema de debate es si las proposiciones son puramente actos mentales compuestos equivalentes a la suma de varios actos mentales  previos (vg., el correspondiente al sujeto, el correspondiente al predicado y el correspondiente a la cópula) o si reflejan relaciones de composición externas al almas externas que superan la mera suma de individuos. La primera posición la representa Ockham, que sostiene que la proposición es un signo compuesto de signos simples (entre los que se incluyen los términos categoremáticos, semánticos o nominales y los sincategoremáticos, sintácticos o lógicos) y su verdad se determina estableciendo si los términos suponen por lo mismo, es decir si están en la misma suposición (v. g., ?Hombre es especie? es verdadera si ?hombre? está tomado en suposición simple y falsa, si está tomado en suposición personal). La posición realista está representada por Burley y el autor de un manual de lógica antiockhamista de 1324 conocido como pseudo Campsall. Según éstos, la proposición es, antes, in re, y sólo después in mente e in voce: la composición es ?de cosas?, entendiendo por tal que lo que se compone son esencias o naturalezas extramentales cuyas relaciones son, también, extramentales e independientes del puro hecho psíquico de que una mente las componga. El cuarto tema de debate es si la causalidad constituye una relación real o no. La primera posición está representada por las doctrinas de Burley o del pseudo Campsall sobre los términos relativos, según los cuales, a cada uno de los términos del lenguaje causal corresponde una realidad distinta. A esta doctrina se le opone la posición terminista de Ockham, según la cual nombres relativos como ?causa? son expresiones abreviadas de proposiciones; mas con respecto a las proposiciones, según una regula que constituye la expresión de su famosa navaja, ?si éstas se verifica por cosas, cuando pocas cosas bastan, en vano han de postularse muchas?, y para verificar que una cosa obra en otra no se requieren más que cosas absolutas y permanentes, sin postular ninguna relación real adicional entre ellas. El contraprograma realista de cofrades contemporáneos de Ockham como Walter Chatton, que reclama multiplicar tantas realidades como sean necesarias para verificar las proposiciones, se halla realizado, con respecto a la causalidad, por el citado pseudo Campsall: la causalidad ?pone? o implica una nueva realidad ?por cierto, no absoluta, sino relativa? en el agente y en el paciente. Así, por ejemplo, la suma de las partes esenciales del compuesto individual, su materia y su forma, produce una nueva realidad formal que ?más? que el mero hecho de su composición, a la que estos autores llaman forma totius, que Ockham explícitamente combate en sus obras físicas. Evaluados estos debates, parece ocurrir que el realismo emergente en estas épocas y ambientes no es un realismo neoplatónico porque no se recurre a los mecanismos tradicionales de articulación de los sistemas neoplatónicos, como la participación, la emanación o el influjo.