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Este artículo analiza las maneras en que los medios de comunicación argentinos trataron, desde los inicios de la transición democrática, la cuestión de los desaparecidos y del terrorismo de Estado. El trabajo se pregunta sobre las tensiones entre los formatos y lenguajes mediáticos y los desafíos representacionales propios de una experiencia límite, reconociendo el hecho de que los medios de comunicación son poderosos instrumentos para divulgar temas que, si no fuera por esta difusión, quedarían confinados a un reducto de interesados. El artículo realiza un recorrido por la historia de estas construcciones mediáticas, desde la transición hasta hoy, a partir de cuatro episodios precisos que suscitaron debates públicos acerca del papel de los medios de comunicación en la representación del terrorismo de Estado. El primer episodio analizado es el llamado "show del horror" (1984) que ponía el acento en el hallazgo de tumbas NN y en las exhumaciones realizadas en el marco de las primeras investigaciones sobre los desaparecidos. Por sus rasgos sensacionalistas y macabros esta primera presentación mediática se calificó como "show del horror" y dio lugar a un debate bastante amplio acerca de los lenguajes y formatos adecuados para presentar, en los medios masivos, la cuestión de los desaparecidos. El segundo episodio es el de la difusión mediática del juicio a los ex comandantes, en 1985, que fue grabado íntegramente en 530 horas de vídeo aunque su difusión televisiva se hizo sin audio, y a razón de tres minutos por día. El tercer episodio son las declaraciones de ciertos represores en la televisión abierta, entre 1995 y 1997. En este marco, se analizan los casos de las declaraciones públicas del ex almirante Emilio Eduardo Massera (agosto de 1995), y del ex comisario Miguel Etchecolatz (que participó de un supuesto "debate" televisivo con Alfredo Bravo en agosto de 1997), y las repercusiones y polémicas que suscitaron. La polémica se centró en las voces autorizadas para hablar acerca del tema públicamente. No se discutió ni sobre los dilemas y desafíos para representar el horror a través de estos medios, ni sobre los mecanismos y formatos que la televisión ponía efectivamente en juego para hacerlo. Finalmente, el cuarto caso estudiado es el de una serie de programas emitidos en 2006, en ocasión del trigésimo aniversario del golpe de estado. A pesar de la espectacularidad evidente y de ciertos rasgos morbosos que tuvo la puesta en escena de varios de estos programas, no se generó en ese momento ninguna discusión acerca del papel de los medios en la representación del terrorismo de Estado.

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