Paradojas en el acto de educar: nacimiento y libertad en Arendt

SILVIA GRINBERG

Mar del Plata

Jornada; II jornadas nacionales Agora Philosophica, libertad: implicaciones sociales y filosóficas; 2002

Univ. Nac. de Mar del Plata

El nacimiento en el sentido de Arendt supone siempre un inicio, un comenzar algo nuevo. Con ello la libertad más que como mayoría de edad, se expresa en cada acción en tanto ella es acontecimiento por lo que es irreductible, no puede ser dada sino que debe ser conquistada. El problema de la educación, en su constitución moderna cuya promesa es el dar la libertad, es que justamente es realizada sobre los jóvenes pero por quienes ya no lo son, es esa tarea a través de la cual los nuevos en el mundo se incorporan a un mundo viejo; es parte de la condición humana, dice Arendt, que cada generación crezca en un mundo viejo, de modo que prepararlos para un nuevo mundo sólo puede significar que se quiere quitar de las manos de los recién llegados su propia oportunidad ante lo nuevo. La educación como promesa hacia el futuro sólo puede realizarse desde la fuerza del pasado. Pero, ¿cómo podrían las fuerzas del pasado actuar, crear o provocar lo nuevo? A la vez que paradojalmente sin esas fuerzas del pasado y, seguramente, sin esa brecha tampoco podríamos pensar en la misma idea del nacimiento, del futuro. Sólo a condición de que podamos pensar en esa brecha y, a la educación como campo de batalla entre ambas fuerzas infinitas quizá se haga posible re-ubicar a la promesa del nacimiento y con ella la promesa que involucra la formación en el seno de la creación y la producción de lo nuevo.