Pedagogía y pensamiento: traumas sociales, traumas urbanos. La escolaridad en contextos de extrema pobreza urbana.

GRINBERG, SILVIA

Pedagogías desde América Latina, tensiones y debates contemporáneos

LEA

Lugar: Buenos Aires; Año: 2009; p. 395 - 400

<!-- /* Font Definitions */ @font-face {font-family:SimSun-ExtB; mso-font-charset:134; mso-generic-font-family:modern; mso-font-pitch:fixed; mso-font-signature:3 168689664 16 0 262145 0;} @font-face {font-family:"@SimSun-ExtB"; mso-font-charset:134; mso-generic-font-family:modern; mso-font-pitch:fixed; mso-font-signature:3 168689664 16 0 262145 0;} /* Style Definitions */ p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal {mso-style-parent:""; margin:0cm; margin-bottom:.0001pt; mso-pagination:widow-orphan; font-size:12.0pt; font-family:"Times New Roman"; mso-fareast-font-family:"Times New Roman";} @page Section1 {size:612.0pt 792.0pt; margin:70.85pt 3.0cm 70.85pt 3.0cm; mso-header-margin:36.0pt; mso-footer-margin:36.0pt; mso-paper-source:0;} div.Section1 {page:Section1;} --> El acto del dar la palabra, como supo señalar Freire, es una de las tareas centrales de cualquier acción educativa; ello si por dar la palabra entendemos la posibilidad misma del pensamiento y por tanto, su cuestionamiento. Los últimos años hemos visto cómo, los ya no tan nuevos discursos pedagógicos,  en nombre de un constructivismo incomprensible (incluso para los propios constructivistas), y de la sociedad de la información, se negó la necesidad del trabajo con conceptos en la escuela, enalteciendo la enseñanza de procedimientos. Paralela y trágicamente a esta coronación sui generis de las pedagogías Light, fuimos, y aún somos, protagonistas de un proceso de profunda fragmentación de la vida social y educativa. Si esto es grave, en general, lo es más  aún para quienes deben enfrentar diariamente aquello que se ha dado en llamar la producción del trauma social (estudiantes que comen de la basura, consumen paco en la escuela, cartonean de noche, viven hacinados, y lamentablemente podríamos seguir)., todo esto sin nombrar las condiciones de trabajo docente cada más vez más pauperizadas. Reflexionamos aquí sobre la escolarización y el trauma -que por definición inhabilita el pensamiento- y, a la vez, proponemos que, sólo a condición de que la escuela pueda ocupar ese espacio del pensar al mundo, quizá, podamos devolver algún sentido a aquellas vidas enfrentadas cotidianamente con lo atroz.