IIBICRIT   20447
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES BIBLIOGRAFICAS Y CRITICA TEXTUAL
Unidad Ejecutora - UE
congresos y reuniones científicas
Título:
"La lengua que debe enseñarse"
Autor/es:
JOSÉ LUIS MOURE
Lugar:
Buenos Aires
Reunión:
Jornada; Jornadas sobre la lengua; 2011
Institución organizadora:
Biblioteca Nacional
Resumen:
Era Borges quien insistía, creo que con razón, en que hay obras que superan a sus autores, que parecen exceder sus esperables capacidades; pensaba en casos como el Quijote o el Martín Fierro. Con anticipadas disculpas, la referencia que acabo de hacer puede aplicarse al título de esta exposición, propuesto como respuesta a una solicitud de los organizadores de estas jornadas, tan amable como urgente para mis tiempos disponibles, pero en la que hoy advierto una pluralidad de significados mucho más ricos que los que imaginé al formularlo.                “La lengua que debe enseñarse”. El título reclama primero identificar la variedad lingüística pasible de ser transmitida por la educación, pero si se topicaliza el verbo, se preanuncia que la educación carga con la responsabilidad de la enseñanza de la lengua, y bastaría la inserción de una coma (“La lengua, que debe enseñarse”) para volver a destacar el sustantivo “lengua”, con una relativa explicativa que insta a cumplir con esa tarea.                A medida que el tiempo de vida docente útil se nos va angostando –llevo treinta y seis años dedicado a esa actividad–, se nos va haciendo más perentoria la necesidad de arrimar conclusiones, de transmitir los resultados de la experiencia y de la reflexión (si es que la hubo), no sólo la incentivada por las lecturas sino por el decantamiento de lo percibido y contrastado una y otra vez con la realidad de cada día. Y siendo la lengua, o más precisamente la lengua castellana o española, la especialidad a la que he dedicado la mayor parte de esos años, quise aprovechar la oportunidad de este encuentro para exponer ante ustedes algunas ideas, con el ánimo de que sean útiles para quienes permanezcan en esta empresa o hayan de iniciarse en ella; también para los meros interesados en una cuestión que atañe a todos, por cuanto remite a un elemento que es a un tiempo una capacidad natural del hombre y una construcción social, distinción elemental que no siempre es adecuadamente advertida.                En esta oportunidad me he abstenido, salvo pocos casos específicos, de citar bibliografía. Aunque sin desprenderme de ella, hoy he procurado, por el contrario, resumir observaciones hechas durante el ejercicio de la docencia, pero especialmente en los últimos diez o quince años, cuando el dictado de la materia Dialectología Hispanoamericana me obligó a considerar la lengua que hablamos de una manera muy diferente a como estaba acostumbrado a hacerlo, simplemente porque me aportó la evidencia infranqueable de la coexistencia de las variedades lingüísticas. Mi incorporación a la Academia Argentina de Letras me forzó también a contrastar de continuo esa evidencia con el sobreentendido, tan tácitamente vigente como intrínsecamente equivocado, de que la corrección lingüística es una sola y pasible de ser sancionada y custodiada por una veintena de personas (escritores y lingüistas), por indiscutible que sea su calidad y versación individuales, y por las instituciones repetidoras, los variados custodes linguae, denunciantes del error y profetas del apocalipsis lingüístico. Por último, la reiteración de determinadas consultas que se me hicieron como académico, procedentes de los medios y de la gente en general, me persuadió también de que es preciso que las instituciones públicas den respuesta a cuestiones que no siempre están en la agenda del profesor o del investigador y que no pocas veces son las más difíciles de contestar.